/ sábado 2 de junio de 2018

Tiempo extra

Si por alguna razón no pudieron ver el primer partido de las finales de la NBA entre Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers, déjenme dejarles esta bonita secuencia de imágenes que resume a la perfección lo ocurrido.

Empatados en el tiempo regular y con 4.7 segundos en el reloj, George Hill falla el segundo intento desde la línea de los tiros libres que hubiera puesto a Cleveland adelante en la pizarra, pero inesperadamente J.R. Smith llegó a salvar el día al quedarse con el rebote ofensivo.

A punto de enfundarse como héroe, tenía 3 opciones:

1. Pedir tiempo fuera.

2. Buscar un tiro inmediato para encestar o sacar la falta.

3. Pasarle el balón a LeBron James.

Como pueden ver, sólo había una terna de probabilidades, sin embargo J.R. Smith decidió que existía otra más:

4. Botar el balón hasta que se acabe el reloj.

¿Por qué?

Esa es la pregunta del millón.

De héroe se convirtió en villano.

Alguien que sin duda podría ser odiado en Cleveland por el resto de los tiempos.

Más allá de echar a perder el partidazo de su ahora ex mejor amigo LeBron James, quien se convirtió en el sexto jugador en la historia de la liga y primero desde Michael Jordan en sumar 50 puntos en unas finales y que gracias a Smith fue el primero en hacerlo que perdió el partido.

Esa infame jugada podría llevar un efecto dominó que cambiaría para siempre el futuro de los Cavs.



Déjenme ser más preciso

Si Cleveland no se recupera de este golpe anímico y pierde vergonzosamente las finales, LeBron James ejercerá su cláusula para convertirse en agente libre y buscará un equipo donde pueda continuar su legado ganador.

Eso inmediatamente convierte a los Cavs en un equipo mediocre inmerso en el purgatorio salarial atados a contratos que nadie quiere, como el del propio Smith.

Es por eso que en las siguientes horas alguien debe encontrar su “FUA” o “Yaytsa” (véase Stallone en comercial de cerveza ) interno y sacar de la pesadilla psicológica a LeBron James y compañía, o de lo contrario tendremos una debacle histórica con potencial de reestructurar el balance de poderes en la NBA para siempre.

Si por alguna razón no pudieron ver el primer partido de las finales de la NBA entre Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers, déjenme dejarles esta bonita secuencia de imágenes que resume a la perfección lo ocurrido.

Empatados en el tiempo regular y con 4.7 segundos en el reloj, George Hill falla el segundo intento desde la línea de los tiros libres que hubiera puesto a Cleveland adelante en la pizarra, pero inesperadamente J.R. Smith llegó a salvar el día al quedarse con el rebote ofensivo.

A punto de enfundarse como héroe, tenía 3 opciones:

1. Pedir tiempo fuera.

2. Buscar un tiro inmediato para encestar o sacar la falta.

3. Pasarle el balón a LeBron James.

Como pueden ver, sólo había una terna de probabilidades, sin embargo J.R. Smith decidió que existía otra más:

4. Botar el balón hasta que se acabe el reloj.

¿Por qué?

Esa es la pregunta del millón.

De héroe se convirtió en villano.

Alguien que sin duda podría ser odiado en Cleveland por el resto de los tiempos.

Más allá de echar a perder el partidazo de su ahora ex mejor amigo LeBron James, quien se convirtió en el sexto jugador en la historia de la liga y primero desde Michael Jordan en sumar 50 puntos en unas finales y que gracias a Smith fue el primero en hacerlo que perdió el partido.

Esa infame jugada podría llevar un efecto dominó que cambiaría para siempre el futuro de los Cavs.



Déjenme ser más preciso

Si Cleveland no se recupera de este golpe anímico y pierde vergonzosamente las finales, LeBron James ejercerá su cláusula para convertirse en agente libre y buscará un equipo donde pueda continuar su legado ganador.

Eso inmediatamente convierte a los Cavs en un equipo mediocre inmerso en el purgatorio salarial atados a contratos que nadie quiere, como el del propio Smith.

Es por eso que en las siguientes horas alguien debe encontrar su “FUA” o “Yaytsa” (véase Stallone en comercial de cerveza ) interno y sacar de la pesadilla psicológica a LeBron James y compañía, o de lo contrario tendremos una debacle histórica con potencial de reestructurar el balance de poderes en la NBA para siempre.