/ miércoles 29 de enero de 2020

Tiempo extra

En lo personal, representó uno de los días más negros que me han tocado vivir desde que tengo el privilegio de trabajar en esta gran carrera de comentarista deportivo.

No tuve el honor de conocer a la leyenda de los Lakers y tampoco quiero glorificarlo porque entiendo que nadie es perfecto pero les aseguro que más allá de sus números, estadísticas, records y hazañas en la duela lo que hizo cómo ser humano es digno de recordar.

No solamente lo digo yo, también las incontables personas en todo el mundo que fueron tocados de una u otra manera por Kobe Bryant.

Si todavía no me creen les comparto lo siguiente:

Un empleado del hospital pediátrico de Phoenix le hizo una petición a uno de sus amigos que trabajaba con los Suns de la NBA en la ciudad.

La solicitud no era fácil de llevar a cabo, pero la situación lo ameritaba.

Hacer contacto con alguna persona de los Lakers para que le ayudara a conseguir un artículo autografiado de Kobe Bryant.

El objeto en cuestión era para un pequeño niño de 5 años que estaba atendiendo.

Su nombre era también Kobe, cómo el de su ídolo, y aunque deseaba ir a la arena a conocer a su basquetbolista favorito, su estado de salud no lo permitía.

Los Lakers y Suns se enfrentarían en Phoenix unos días después y para sorpresa de todos recibieron una llamada en la cuál les dijeron que Bryant accedió a su petición.

Soprendidos y sumamente agradecidos por el gesto, pidieron datos para ir a recoger el artículo.

Pero el empleado de los Suns les dijo que no les estaba llamando para darles una dirección, sino para informarles que Kobe quería conocer a su pequeño fan y que estaría visitándolo en el hospital.

Solo existía una condición, que no hubiera medios de comunicación presentes, algo que por supuesto nunca estuvo contemplado.

Así llegó el estrella de los Lakers al nosocomio y lo llevaron en secreto al cuarto de terapia intensiva que ya por varios meses se había convertido en el nuevo hogar del pequeño de 5 años.

La mamá de Kobe se acercó a su hijo para decirle que alguien muy especial lo había venido a visitar porque lo quería conocer.

Lo siguiente fue inexplicable.

Bryant cruzó la puerta y la reacción del niño fue sumamente conmovedora.

El pequeño no lo podía creer, su ídolo estaba con él.

Por espacio de una hora jugaron básquetbol ininterrumpidamente; pasando, tirando y sobre todo disfrutando de su compañía.

Un momento excepcional en el que las risas de ambos contagiaron a todos los presentes.

Decenas de fotos y artículos autografiados quedaron en manos del pequeño Kobe quien con lágrimas de alegría se despidió de su ídolo.

Al salir del hospital, Bryant antes de subirse a la limusina que lo transportaría a la arena dónde tenía que jugar en unos minutos más, le preguntó al médico encargado si había algo que pudiera hacer.

"¿Es una problema económico? Yo me puedo hacer cargo de ello", les dijo el basquetbolista.

Pero no era por eso sino que el pequeño tenía un mal congénito y estaba tan enfermo que no podía recibir un transplante.

Aún así, Bryant ofreció su ayuda y pidió que le avisaran cualquier cambio que presentará su querido fan.

La siguiente semana, el pequeño Kobe desgraciadamente falleció.

Su mamá, días después, le envió una carta a todos los que hicieron posible la inolvidable visita, en la cual les expresó que fueron los mejores momentos de la vida de su hijo.

Las fotos que sacaron de ese día eran las únicas que tenía de su pequeño Kobe, sonriendo.

No hay más que agregar.

Descanse en paz, Kobe Bryant.

En lo personal, representó uno de los días más negros que me han tocado vivir desde que tengo el privilegio de trabajar en esta gran carrera de comentarista deportivo.

No tuve el honor de conocer a la leyenda de los Lakers y tampoco quiero glorificarlo porque entiendo que nadie es perfecto pero les aseguro que más allá de sus números, estadísticas, records y hazañas en la duela lo que hizo cómo ser humano es digno de recordar.

No solamente lo digo yo, también las incontables personas en todo el mundo que fueron tocados de una u otra manera por Kobe Bryant.

Si todavía no me creen les comparto lo siguiente:

Un empleado del hospital pediátrico de Phoenix le hizo una petición a uno de sus amigos que trabajaba con los Suns de la NBA en la ciudad.

La solicitud no era fácil de llevar a cabo, pero la situación lo ameritaba.

Hacer contacto con alguna persona de los Lakers para que le ayudara a conseguir un artículo autografiado de Kobe Bryant.

El objeto en cuestión era para un pequeño niño de 5 años que estaba atendiendo.

Su nombre era también Kobe, cómo el de su ídolo, y aunque deseaba ir a la arena a conocer a su basquetbolista favorito, su estado de salud no lo permitía.

Los Lakers y Suns se enfrentarían en Phoenix unos días después y para sorpresa de todos recibieron una llamada en la cuál les dijeron que Bryant accedió a su petición.

Soprendidos y sumamente agradecidos por el gesto, pidieron datos para ir a recoger el artículo.

Pero el empleado de los Suns les dijo que no les estaba llamando para darles una dirección, sino para informarles que Kobe quería conocer a su pequeño fan y que estaría visitándolo en el hospital.

Solo existía una condición, que no hubiera medios de comunicación presentes, algo que por supuesto nunca estuvo contemplado.

Así llegó el estrella de los Lakers al nosocomio y lo llevaron en secreto al cuarto de terapia intensiva que ya por varios meses se había convertido en el nuevo hogar del pequeño de 5 años.

La mamá de Kobe se acercó a su hijo para decirle que alguien muy especial lo había venido a visitar porque lo quería conocer.

Lo siguiente fue inexplicable.

Bryant cruzó la puerta y la reacción del niño fue sumamente conmovedora.

El pequeño no lo podía creer, su ídolo estaba con él.

Por espacio de una hora jugaron básquetbol ininterrumpidamente; pasando, tirando y sobre todo disfrutando de su compañía.

Un momento excepcional en el que las risas de ambos contagiaron a todos los presentes.

Decenas de fotos y artículos autografiados quedaron en manos del pequeño Kobe quien con lágrimas de alegría se despidió de su ídolo.

Al salir del hospital, Bryant antes de subirse a la limusina que lo transportaría a la arena dónde tenía que jugar en unos minutos más, le preguntó al médico encargado si había algo que pudiera hacer.

"¿Es una problema económico? Yo me puedo hacer cargo de ello", les dijo el basquetbolista.

Pero no era por eso sino que el pequeño tenía un mal congénito y estaba tan enfermo que no podía recibir un transplante.

Aún así, Bryant ofreció su ayuda y pidió que le avisaran cualquier cambio que presentará su querido fan.

La siguiente semana, el pequeño Kobe desgraciadamente falleció.

Su mamá, días después, le envió una carta a todos los que hicieron posible la inolvidable visita, en la cual les expresó que fueron los mejores momentos de la vida de su hijo.

Las fotos que sacaron de ese día eran las únicas que tenía de su pequeño Kobe, sonriendo.

No hay más que agregar.

Descanse en paz, Kobe Bryant.