/ miércoles 29 de julio de 2020

Títeres presidenciales

Los cambia cuando quiere. Le importa un comino si tienen o no experiencia en la materia, los humilla y los obliga a actuar como títeres. Le tocó el turno de salida a Javier Jiménez Espriú -Secretario de Comunicaciones- para dar paso a otro servil incondicional, Jorge Arganis Díaz Leal.

Jiménez Espriú cargaba con el lastre de haber favorecido la desaparición del Aeropuerto de Texcoco, gracejada presidencial que nos costó millones de pesos y el repudio generalizado, para invertir en este país.

Tampoco esclareció, como debía, el “accidente” del helicóptero en el que perdieron la vida la gobernadora poblana, Ericka Alonso y su cónyuge, Rafael Moreno Valle. Si hubiera sucedido en otros tiempos, y el Partido Acción Nacional no estuviera en el hoyo, sus secuelas seguirían vigentes.

Jiménez Espriú “renunció” por diferencias con el tabasqueño, en cuanto a militarizar los puertos. Para él la tarea es sólo del ámbito civil y exclusiva de la SCT.

El cambio había aparecido, por una iniciativa de legisladores de Morena, desde el año pasado y fue entonces, cuando advirtió que militarizar no era la solución. La ocurrencia de quien preside las mañaneras se concretó y vino la salida.

Nombró a otro de sus incondicionales, el que ya había colaborado con él, a su paso por el entonces DF. La nueva cabeza de la SCT llega en tela de juicio. Deja la monstruosa refinería de Dos Bocas, en Veracruz, donde otorgó un grueso contrato a una compañía holandesa, que se asoció a una mexicana que se creó unos días antes de la firma.

Las malas lenguas dicen que hay un cercano nexo, de la recién constituida empresa, con la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, que sigue echándole piedritas a su ya abultada bolsa. La rumorología sobre los enjuagues de Nahle crece, sin que, desde palacio nacional se mueva una hoja para investigarlos.

El tal Arganis llega con la pata izquierda: desde la máxima tribuna le “avisaron” que se nombraba a Rosa Icela Rodríguez, como Coordinadora General de Puertos de la Marina Mercante, de la institución a la que apenas preside. Ni se le consultó la nominación.

La ahora ex Secretaria General de Gobierno de la CDMX, tampoco tiene idea de la materia. Ha sido distinguida funcionaria de la Capital y su labor en programas sociales se considera invaluable. Es una mujer honesta, trabajadora e inteligente, que, sin duda, aprenderá los intríngulis de su nueva tarea, aunque no le será nada fácil.

AMLO dice que, a como dé lugar, hay que limpiar las aduanas. La corrupción viene de siempre y empeoró con la prevalencia de los cárteles. Puertos como el de Manzanillo, reciben toneladas de precursores químicos, para la fabricación de drogas sintéticas (Fentanilo).

Ya está militarizado algún puerto y se señala que sin problemas, aunque sea una actividad por completo civil. Hay autoridad marítima nacional (Secretaría de Marina, SEMAR) y autoridad marítima mercantil (SCT). Para el usuario supone un problema, al no estar claramente delimitadas las funciones de cada una, lo que entorpece y alarga los trámites.

Se dice que marinos y ejército tienen la preparación para manejar el asunto que sea. Nadie niega sus niveles académicos, pero, su objetivo no es el de convertirse en administradores de tantas y tan diversas empresas, como les ha adjudicado el actual gobierno.

Veremos si la militarización aniquila la corrupción de las aduanas, o si los puros, acaban convertidos en cómplices.


catalinanq@hotmail.com

@catalinanq



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Los cambia cuando quiere. Le importa un comino si tienen o no experiencia en la materia, los humilla y los obliga a actuar como títeres. Le tocó el turno de salida a Javier Jiménez Espriú -Secretario de Comunicaciones- para dar paso a otro servil incondicional, Jorge Arganis Díaz Leal.

Jiménez Espriú cargaba con el lastre de haber favorecido la desaparición del Aeropuerto de Texcoco, gracejada presidencial que nos costó millones de pesos y el repudio generalizado, para invertir en este país.

Tampoco esclareció, como debía, el “accidente” del helicóptero en el que perdieron la vida la gobernadora poblana, Ericka Alonso y su cónyuge, Rafael Moreno Valle. Si hubiera sucedido en otros tiempos, y el Partido Acción Nacional no estuviera en el hoyo, sus secuelas seguirían vigentes.

Jiménez Espriú “renunció” por diferencias con el tabasqueño, en cuanto a militarizar los puertos. Para él la tarea es sólo del ámbito civil y exclusiva de la SCT.

El cambio había aparecido, por una iniciativa de legisladores de Morena, desde el año pasado y fue entonces, cuando advirtió que militarizar no era la solución. La ocurrencia de quien preside las mañaneras se concretó y vino la salida.

Nombró a otro de sus incondicionales, el que ya había colaborado con él, a su paso por el entonces DF. La nueva cabeza de la SCT llega en tela de juicio. Deja la monstruosa refinería de Dos Bocas, en Veracruz, donde otorgó un grueso contrato a una compañía holandesa, que se asoció a una mexicana que se creó unos días antes de la firma.

Las malas lenguas dicen que hay un cercano nexo, de la recién constituida empresa, con la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, que sigue echándole piedritas a su ya abultada bolsa. La rumorología sobre los enjuagues de Nahle crece, sin que, desde palacio nacional se mueva una hoja para investigarlos.

El tal Arganis llega con la pata izquierda: desde la máxima tribuna le “avisaron” que se nombraba a Rosa Icela Rodríguez, como Coordinadora General de Puertos de la Marina Mercante, de la institución a la que apenas preside. Ni se le consultó la nominación.

La ahora ex Secretaria General de Gobierno de la CDMX, tampoco tiene idea de la materia. Ha sido distinguida funcionaria de la Capital y su labor en programas sociales se considera invaluable. Es una mujer honesta, trabajadora e inteligente, que, sin duda, aprenderá los intríngulis de su nueva tarea, aunque no le será nada fácil.

AMLO dice que, a como dé lugar, hay que limpiar las aduanas. La corrupción viene de siempre y empeoró con la prevalencia de los cárteles. Puertos como el de Manzanillo, reciben toneladas de precursores químicos, para la fabricación de drogas sintéticas (Fentanilo).

Ya está militarizado algún puerto y se señala que sin problemas, aunque sea una actividad por completo civil. Hay autoridad marítima nacional (Secretaría de Marina, SEMAR) y autoridad marítima mercantil (SCT). Para el usuario supone un problema, al no estar claramente delimitadas las funciones de cada una, lo que entorpece y alarga los trámites.

Se dice que marinos y ejército tienen la preparación para manejar el asunto que sea. Nadie niega sus niveles académicos, pero, su objetivo no es el de convertirse en administradores de tantas y tan diversas empresas, como les ha adjudicado el actual gobierno.

Veremos si la militarización aniquila la corrupción de las aduanas, o si los puros, acaban convertidos en cómplices.


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