/ lunes 14 de mayo de 2018

TLCAN: la definición

La tenaza de presión sobre México y Canadá se ha cerrado. Tanto Donal Trump como el líder de la Cámara baja de Estados Unidos, Paul Ryan, han definido el 17 de mayo como la fecha límite para que se notifique al poder Legislativo norteamericano el nuevo acuerdo comercial.

En palabras textuales de Ryan se debe “tener el documento, no sólo un acuerdo”. Para el republicano es imprescindible que la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos entregue un texto que sea definitivo, no solamente un mensaje político.

De igual forma, Trump ha retomado su argumento de que el TLCAN es el peor acuerdo comercial firmado por su país y que México y Canadá se han aprovechado de Estados Unidos.

Lejos quedó el optimismo que se manejó desde nuestro país cuando al proceso de negociación se le denominó como “la modernización del TLCAN”. Sin lugar a dudas que se intentó matizar la virulencia con la que se gestó e inició el proceso, una estrategia política que no tuvo efecto sobre los temas de fondo.

El calendario vio pasar las semanas y con ello las fechas y el paraíso prometido. En un inicio se habló de noviembre y diciembre de 2017. Después se extendió a enero. El primer trimestre de 2018 terminó con la expectativa de que en Lima (Perú) se haría el anuncio. Ha terminado la segunda semana de mayo y la prospectiva dista mucho de ser optimista.

El propio proceso pasó de la democracia y equidad a un cónclave con sede permanente en Washington. Las reuniones en México y Canadá fueron canceladas y se cedió a Estados Unidos la localía.

Hoy, los temas áridos sin resolver siguen siendo los mismos que originaron la revisión: reglas de origen, contenido regional, sector automotriz, mecanismos de disputas comerciales, sector agrícola, propiedad intelectual, la cláusula sunset y las diferencias salariales.

La moneda mexicana presenta los saldos de la falta de certidumbre sobre qué pasará en América del Norte. La semana pasada se llegó a cotizar en 20 pesos por dólar, reflejo de que los capitales especulativos han comenzado a retirarse.

Puede argumentarse que otras monedas también perdieron fuerza frente al dólar, y que las elecciones en México presionan al peso, pero lo que en el corto plazo inquieta más a los inversionistas es la ausencia de claridad sobre el marco legal que regirá el comercio exterior de América del Norte.

En este sentido los tres gobiernos deberán tomar decisiones que han meditado ampliamente, espero, desde que Donald Trump ganó la elección: ¿estarán dispuestos a terminar con el TLCAN? ¿Pospondrán su negociación para 2019?, ¿Se conformará Trump con cambios menores al acuerdo?

Para México el TLCAN es un tema de seguridad nacional, apostó su modelo económico a la dependencia monoglobalizadora de su comercio exterior, colocó el motor de las exportaciones en Estados Unidos. Hoy se paga la factura de abandonar el mercado interno y se vende la ilusión de que la diversificación comercial puede compensar lo que se pierde en América del Norte. ¿Qué decisión tomará la actual administración en su último año de gobierno?

La tenaza de presión sobre México y Canadá se ha cerrado. Tanto Donal Trump como el líder de la Cámara baja de Estados Unidos, Paul Ryan, han definido el 17 de mayo como la fecha límite para que se notifique al poder Legislativo norteamericano el nuevo acuerdo comercial.

En palabras textuales de Ryan se debe “tener el documento, no sólo un acuerdo”. Para el republicano es imprescindible que la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos entregue un texto que sea definitivo, no solamente un mensaje político.

De igual forma, Trump ha retomado su argumento de que el TLCAN es el peor acuerdo comercial firmado por su país y que México y Canadá se han aprovechado de Estados Unidos.

Lejos quedó el optimismo que se manejó desde nuestro país cuando al proceso de negociación se le denominó como “la modernización del TLCAN”. Sin lugar a dudas que se intentó matizar la virulencia con la que se gestó e inició el proceso, una estrategia política que no tuvo efecto sobre los temas de fondo.

El calendario vio pasar las semanas y con ello las fechas y el paraíso prometido. En un inicio se habló de noviembre y diciembre de 2017. Después se extendió a enero. El primer trimestre de 2018 terminó con la expectativa de que en Lima (Perú) se haría el anuncio. Ha terminado la segunda semana de mayo y la prospectiva dista mucho de ser optimista.

El propio proceso pasó de la democracia y equidad a un cónclave con sede permanente en Washington. Las reuniones en México y Canadá fueron canceladas y se cedió a Estados Unidos la localía.

Hoy, los temas áridos sin resolver siguen siendo los mismos que originaron la revisión: reglas de origen, contenido regional, sector automotriz, mecanismos de disputas comerciales, sector agrícola, propiedad intelectual, la cláusula sunset y las diferencias salariales.

La moneda mexicana presenta los saldos de la falta de certidumbre sobre qué pasará en América del Norte. La semana pasada se llegó a cotizar en 20 pesos por dólar, reflejo de que los capitales especulativos han comenzado a retirarse.

Puede argumentarse que otras monedas también perdieron fuerza frente al dólar, y que las elecciones en México presionan al peso, pero lo que en el corto plazo inquieta más a los inversionistas es la ausencia de claridad sobre el marco legal que regirá el comercio exterior de América del Norte.

En este sentido los tres gobiernos deberán tomar decisiones que han meditado ampliamente, espero, desde que Donald Trump ganó la elección: ¿estarán dispuestos a terminar con el TLCAN? ¿Pospondrán su negociación para 2019?, ¿Se conformará Trump con cambios menores al acuerdo?

Para México el TLCAN es un tema de seguridad nacional, apostó su modelo económico a la dependencia monoglobalizadora de su comercio exterior, colocó el motor de las exportaciones en Estados Unidos. Hoy se paga la factura de abandonar el mercado interno y se vende la ilusión de que la diversificación comercial puede compensar lo que se pierde en América del Norte. ¿Qué decisión tomará la actual administración en su último año de gobierno?