/ domingo 10 de julio de 2022

Todos contra la violencia

MIRAR

Todos nos quejamos de los demás, los culpamos de los males que pasan y no revisamos nuestra propia actitud. Como un sobrinito de seis años, quien, cuando yo estaba celebrando la bendición de la casa familiar, me dijo: “Tío, échale agua bendita a mi abuelo, porque es muy enojón”. Lo hice, pero pregunté al abuelo y me respondió: “Lo regaño porque es muy irresponsable y peleonero, pues juega y rompe vidrios; les pega a sus compañeritos y los hace llorar”. Cuando hay papás o abuelos que educan a los hijos y a los nietos para que no hagan daño a los demás, esos niños irán aprendiendo a vivir en sociedad y a no perjudicar a los otros. Esa es la educación que muchos no han tenido en sus familias, y por ello crecen violentos, agresivos, destructores de vidas y de bienes ajenos. Y si no hay padres que enderecen lo que se va inclinando mal, y si no hay gobierno que ponga en su lugar a los violentos, la sociedad es un caos. En mi familia, nuestros padres nos educaron para convivir en paz entre hermanos y preocuparnos por el bien de la comunidad.

Nos asombra la violencia en las escuelas, en las calles y en tantas partes de Estados Unidos, pero nosotros no estamos exentos no sólo del bullyng que nos acompaña en todas partes, sino de actos verdaderamente criminales. Como una niña de Kinder que a una compañerita a quien siempre molestaba, un día le llevó un dulce, pero el dulce llevaba un veneno que en su casa usan como pesticida para combatir las plagas. Maestras y maestros tienen una gran tarea, la de educar en valores que nos lleven a saber vivir en paz y armonía con la comunidad, respetando nuestras diferencias y aprendiendo a convivir con quienes son diferentes.

En los medios informativos, sobresalen las notas rojas, porque son las que más se consumen y se venden. En las cámaras legislativas, resaltan ofensas y descalificaciones entre partidos políticos, como si ganara quien más insulta. Algunas autoridades civiles, como tienen periódicos, radio y televisión a su disposición, ofenden a todo aquel que piensa en forma diferente. Si tratamos de hacerles ver que es necesario revisar sus estrategias contra el crimen organizado, en vez de asumir con humildad que algo puede estar no dando los resultados que se esperarían, insultan a medio mundo, se defienden culpando a otros, e incluso a los religiosos nos achacan no habernos pronunciado antes sobre estos fenómenos. Es ignorancia histórica y soberbia prepotente. Y si además dicen que hay mano negra atrás de nuestros pronunciamientos, como si nos manipularan, ya no saben cómo defenderse, ofendiéndonos y declarándose fieles seguidores de Jesucristo. Porque nosotros no apoyamos la violencia, estamos pidiendo que se detenga la que sufre el pueblo por culpa de grupos criminales que actúan con casi total libertad e impunidad.

DISCERNIR

El episcopado mexicano está promoviendo una jornada de oración y otras acciones por la paz en el país. En su Proyecto Global Pastoral 2031+2033, expresa:

“Muchos pueblos experimentan constantemente la inseguridad, el miedo, el abandono de sus hogares y una completa orfandad por parte de quienes tienen la obligación de proteger sus vidas y cuidar sus bienes. Tal parece que esta situación de violencia ha rebasado a las autoridades en muchas partes del país; los grupos delincuenciales se han establecido como verdaderos dueños y señores y han puesto a prueba la fuerza de la ley y del orden”.

ACTUAR

¿Qué podemos hacer por la paz en el país? Hagamos mucha oración y eduquémonos para ser constructores de paz.

MIRAR

Todos nos quejamos de los demás, los culpamos de los males que pasan y no revisamos nuestra propia actitud. Como un sobrinito de seis años, quien, cuando yo estaba celebrando la bendición de la casa familiar, me dijo: “Tío, échale agua bendita a mi abuelo, porque es muy enojón”. Lo hice, pero pregunté al abuelo y me respondió: “Lo regaño porque es muy irresponsable y peleonero, pues juega y rompe vidrios; les pega a sus compañeritos y los hace llorar”. Cuando hay papás o abuelos que educan a los hijos y a los nietos para que no hagan daño a los demás, esos niños irán aprendiendo a vivir en sociedad y a no perjudicar a los otros. Esa es la educación que muchos no han tenido en sus familias, y por ello crecen violentos, agresivos, destructores de vidas y de bienes ajenos. Y si no hay padres que enderecen lo que se va inclinando mal, y si no hay gobierno que ponga en su lugar a los violentos, la sociedad es un caos. En mi familia, nuestros padres nos educaron para convivir en paz entre hermanos y preocuparnos por el bien de la comunidad.

Nos asombra la violencia en las escuelas, en las calles y en tantas partes de Estados Unidos, pero nosotros no estamos exentos no sólo del bullyng que nos acompaña en todas partes, sino de actos verdaderamente criminales. Como una niña de Kinder que a una compañerita a quien siempre molestaba, un día le llevó un dulce, pero el dulce llevaba un veneno que en su casa usan como pesticida para combatir las plagas. Maestras y maestros tienen una gran tarea, la de educar en valores que nos lleven a saber vivir en paz y armonía con la comunidad, respetando nuestras diferencias y aprendiendo a convivir con quienes son diferentes.

En los medios informativos, sobresalen las notas rojas, porque son las que más se consumen y se venden. En las cámaras legislativas, resaltan ofensas y descalificaciones entre partidos políticos, como si ganara quien más insulta. Algunas autoridades civiles, como tienen periódicos, radio y televisión a su disposición, ofenden a todo aquel que piensa en forma diferente. Si tratamos de hacerles ver que es necesario revisar sus estrategias contra el crimen organizado, en vez de asumir con humildad que algo puede estar no dando los resultados que se esperarían, insultan a medio mundo, se defienden culpando a otros, e incluso a los religiosos nos achacan no habernos pronunciado antes sobre estos fenómenos. Es ignorancia histórica y soberbia prepotente. Y si además dicen que hay mano negra atrás de nuestros pronunciamientos, como si nos manipularan, ya no saben cómo defenderse, ofendiéndonos y declarándose fieles seguidores de Jesucristo. Porque nosotros no apoyamos la violencia, estamos pidiendo que se detenga la que sufre el pueblo por culpa de grupos criminales que actúan con casi total libertad e impunidad.

DISCERNIR

El episcopado mexicano está promoviendo una jornada de oración y otras acciones por la paz en el país. En su Proyecto Global Pastoral 2031+2033, expresa:

“Muchos pueblos experimentan constantemente la inseguridad, el miedo, el abandono de sus hogares y una completa orfandad por parte de quienes tienen la obligación de proteger sus vidas y cuidar sus bienes. Tal parece que esta situación de violencia ha rebasado a las autoridades en muchas partes del país; los grupos delincuenciales se han establecido como verdaderos dueños y señores y han puesto a prueba la fuerza de la ley y del orden”.

ACTUAR

¿Qué podemos hacer por la paz en el país? Hagamos mucha oración y eduquémonos para ser constructores de paz.

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