/ jueves 1 de marzo de 2018

Total apoyo al rector

Es revelador y debe (¿tendrán conciencia de ello?), DEBE, poner en alerta al Gobierno Federal y al de la Ciudad de México la violencia en Ciudad Universitaria. Es una señal muy clara: golpear la cultura, la inteligencia, la enseñanza superior. Porque aparte del narcomenudeo en sí, esa violencia recuerda el grito aterrador de Millán-Astray, militar español fascista que en apoyo de Franco espetó: “¡Muera la inteligencia!” Para ciertas fuerzas obscuras de eso se trata, les molesta la inteligencia. La UNAM, universidad pública por excelencia, la Universidad de la Nación que representa al más alto nivel la enseñanza y la investigación, la crítica inteligente y la protesta razonada, les escuece sus turbios intereses. Es la molestia que causa el talento frente a la ignorancia. Por ello, precisamente por ello, un gobierno patriota, responsable, debe tomar medidas inmediatas para evitar que se incendie el campus universitario. Tomarlas con absoluto respeto a la autonomía. ¿Cómo?

El rector Enrique Graue Wiechers lo ha dicho de manera contundente. Al referirse a la escalada de violencia que “alcanzó límites inaceptables” (sin descartar que estos hechos sean aprovechados por algunos para obtener beneficios político electorales), expresó textualmente: “Una estrategia armada no garantizará que estos grupos delictivos salgan del campus. Al contrario, entraña un riesgo de violencia armada donde pueden salir lesionados inocentes, lo que no garantiza la ausencia de narcomenudistas”. Luego añadió que estando conscientes de “la fragilidad de la seguridad, nuestra fortaleza está en el saber, en la libertad, en la autoridad moral, en la autonomía y en el respeto a la normatividad”. En efecto, la escalada de la violencia ha alcanzado “límites inaceptables”; por lo cual los gobiernos Federal y de la Ciudad de México tienen la obligación de admitirlo y de adoptar ya, YA, las medidas conducentes para impedir una catástrofe mayor. ¿Cuáles?

Limites inaceptables y la fragilidad de la seguridad. Cierto y por eso estamos conscientes miles de universitarios de que sólo con la nobleza del saber en la libertad, la autoridad moral, la autonomía y el respeto a la normatividad no lograremos evitar la violencia y la criminalidad en nuestro campus. A todas luces no son suficientes. Es imprescindible, urgente para la Universidad y para el país, que los gobiernos Federal y de la Ciudad de México vigilen a conciencia en calidad y en número el entorno universitario, lo que no es armar a la Universidad. Y cuando en el campus se incurra en una acción presumiblemente delictuosa el Ministerio Público ha de actuar e investigar de inmediato y sin esperar a que la Universidad lo pida, porque el Código Nacional de Procedimientos Penales lo ORDENA en su artículo 212, sin excusa de ninguna clase; pues caería o cae en grave responsabilidad la autoridad que no lo haga o hace. La autonomía no es sinónimo de impunidad ni patente de corso para la comisión de delitos. Las autoridades no deben ignorar el mandato constitucional, que en su artículo 3º define la autonomía de las universidades como “la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas”. En consecuencia no se viola ni se violaría la autonomía si los gobiernos Federal y de la Ciudad de México acatan la ley y la Constitución. ¿Qué esperan? Que cumplan con su deber y obligación. Los universitarios lo pedimos, lo reclamamos, lo exigimos.

Twitter:@RaulCarranca

Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

Es revelador y debe (¿tendrán conciencia de ello?), DEBE, poner en alerta al Gobierno Federal y al de la Ciudad de México la violencia en Ciudad Universitaria. Es una señal muy clara: golpear la cultura, la inteligencia, la enseñanza superior. Porque aparte del narcomenudeo en sí, esa violencia recuerda el grito aterrador de Millán-Astray, militar español fascista que en apoyo de Franco espetó: “¡Muera la inteligencia!” Para ciertas fuerzas obscuras de eso se trata, les molesta la inteligencia. La UNAM, universidad pública por excelencia, la Universidad de la Nación que representa al más alto nivel la enseñanza y la investigación, la crítica inteligente y la protesta razonada, les escuece sus turbios intereses. Es la molestia que causa el talento frente a la ignorancia. Por ello, precisamente por ello, un gobierno patriota, responsable, debe tomar medidas inmediatas para evitar que se incendie el campus universitario. Tomarlas con absoluto respeto a la autonomía. ¿Cómo?

El rector Enrique Graue Wiechers lo ha dicho de manera contundente. Al referirse a la escalada de violencia que “alcanzó límites inaceptables” (sin descartar que estos hechos sean aprovechados por algunos para obtener beneficios político electorales), expresó textualmente: “Una estrategia armada no garantizará que estos grupos delictivos salgan del campus. Al contrario, entraña un riesgo de violencia armada donde pueden salir lesionados inocentes, lo que no garantiza la ausencia de narcomenudistas”. Luego añadió que estando conscientes de “la fragilidad de la seguridad, nuestra fortaleza está en el saber, en la libertad, en la autoridad moral, en la autonomía y en el respeto a la normatividad”. En efecto, la escalada de la violencia ha alcanzado “límites inaceptables”; por lo cual los gobiernos Federal y de la Ciudad de México tienen la obligación de admitirlo y de adoptar ya, YA, las medidas conducentes para impedir una catástrofe mayor. ¿Cuáles?

Limites inaceptables y la fragilidad de la seguridad. Cierto y por eso estamos conscientes miles de universitarios de que sólo con la nobleza del saber en la libertad, la autoridad moral, la autonomía y el respeto a la normatividad no lograremos evitar la violencia y la criminalidad en nuestro campus. A todas luces no son suficientes. Es imprescindible, urgente para la Universidad y para el país, que los gobiernos Federal y de la Ciudad de México vigilen a conciencia en calidad y en número el entorno universitario, lo que no es armar a la Universidad. Y cuando en el campus se incurra en una acción presumiblemente delictuosa el Ministerio Público ha de actuar e investigar de inmediato y sin esperar a que la Universidad lo pida, porque el Código Nacional de Procedimientos Penales lo ORDENA en su artículo 212, sin excusa de ninguna clase; pues caería o cae en grave responsabilidad la autoridad que no lo haga o hace. La autonomía no es sinónimo de impunidad ni patente de corso para la comisión de delitos. Las autoridades no deben ignorar el mandato constitucional, que en su artículo 3º define la autonomía de las universidades como “la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas”. En consecuencia no se viola ni se violaría la autonomía si los gobiernos Federal y de la Ciudad de México acatan la ley y la Constitución. ¿Qué esperan? Que cumplan con su deber y obligación. Los universitarios lo pedimos, lo reclamamos, lo exigimos.

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