/ viernes 20 de octubre de 2017

Trudeau, liderazgo e intereses de Canadá

Mientras hay países en los que las elecciones resultan todo un suceso ante la expectativa constante de cambio que tienen, existen otros en los que la democracia resulta uno más de los factores que tienen bien, siendo una herramienta de consolidación, más que un motor de búsqueda. Es tal el caso de Canadá.

Se empieza a antojar un poco lejano aquel abril de 2013, cuando tras elecciones generales, Justin Trudeau quedó al frente del gobierno de Canadá, una nación a la que bien se le puede considerar Estado de Bienestar, ya que los servicios médicos no tienen costo para ciudadanos y residentes legales, se trata de una nación básicamente liberal y respetuosa de los derechos humanos, en la que existen alternativas de movilidad y desarrollo para personas con discapacidad.

En Canadá hay una apertura de fronteras que ha permitido el ingreso de refugiados sirios y de otras múltiples naciones en las que se viven conflictos armados o situaciones de alto riesgo para la población. Todo lo descrito y una larga serie de ventajas adicionales, son condiciones que se viven en Canadá desde hace largas décadas y que lejos de cambiar, van mejorando con el paso de los años, independientemente de quien gobierne, tanto por la solidez de sus políticas públicas, como por la fortaleza de sus instituciones, es decir, no se trata de algo que haya gestado Justin Trudeau.

Cabe recordar que el actual primer ministro de Canadá es hijo de uno de los más recordados gobernantes de aquel país, Pierre Elliott Trudeau, quien ejerció el cargo entre 1968 y 1979, siendo reelegido en 1980 y renunciando al cargo en 1984. El padre del actual premier canadiense, es recordado entre otras cosas por no haberse alineado a Estados Unidos en tiempos de la Guerra Fría, llevando una relación cordial con Cuba a nivel de naciones e incluso una estrecha amistad con Fidel Castro.

Pierre Elliott Trudeau, quien falleció en el año 2000, mantuvo activa la tradición canadiense de recibir a refugiados, por lo que durante su gobierno Canadá abrió sus puertas a los refugiados chilenos que huían del régimen golpista de Augusto Pinochet. En cuanto a México, llegó a tener una relación especialmente cercana con el presidente José López Portillo (1976-1982).

Actualmente, Justin Trudeau ejerce de una forma particularmente carismática el poder, no sólo al interior de Canadá, sino en el marco de las relaciones exteriores de ese país, siendo considerado uno de los líderes que más impacto causan a nivel global en los tiempos actuales.

Cabe recordar que el hoy premier canadiense es uno de los escasos líderes mundiales que han tenido el tino de lograr algún control sobre el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump, a quien supo tenerlo de su lado, tanto con la atinada forma de saludarlo, como obsequiándole una fotografía enmarcada de su padre escuchando un discurso de Trump, pronunciado en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York en los años 70.

En cuanto a nuestro país, acabamos de vivir una breve visita suya misma que transcurrió prácticamente como gira de “rockstar”, en la que su brillo personal, quizá hizo que buena parte de los mexicanos no hayan volteado a ver lo suficiente temas de fondo de la relación entre México y Canadá, en la que por una parte se vive una gran intensidad por el bloque bilateral de ambas naciones en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y las exigencias que plantea Estados Unidos por iniciativa del presidente Donald Trump. Por otra parte, cobran gran importancia las relaciones económicas por las inversiones canadienses en minería. Es vital que veamos más allá, pues si bien Justin Trudeau es toda una lección del nuevo modo de ejercer un liderazgo global, también puede representar todo un aprendizaje en términos de comunicación política.

Senadora por el PRI

yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre

Mientras hay países en los que las elecciones resultan todo un suceso ante la expectativa constante de cambio que tienen, existen otros en los que la democracia resulta uno más de los factores que tienen bien, siendo una herramienta de consolidación, más que un motor de búsqueda. Es tal el caso de Canadá.

Se empieza a antojar un poco lejano aquel abril de 2013, cuando tras elecciones generales, Justin Trudeau quedó al frente del gobierno de Canadá, una nación a la que bien se le puede considerar Estado de Bienestar, ya que los servicios médicos no tienen costo para ciudadanos y residentes legales, se trata de una nación básicamente liberal y respetuosa de los derechos humanos, en la que existen alternativas de movilidad y desarrollo para personas con discapacidad.

En Canadá hay una apertura de fronteras que ha permitido el ingreso de refugiados sirios y de otras múltiples naciones en las que se viven conflictos armados o situaciones de alto riesgo para la población. Todo lo descrito y una larga serie de ventajas adicionales, son condiciones que se viven en Canadá desde hace largas décadas y que lejos de cambiar, van mejorando con el paso de los años, independientemente de quien gobierne, tanto por la solidez de sus políticas públicas, como por la fortaleza de sus instituciones, es decir, no se trata de algo que haya gestado Justin Trudeau.

Cabe recordar que el actual primer ministro de Canadá es hijo de uno de los más recordados gobernantes de aquel país, Pierre Elliott Trudeau, quien ejerció el cargo entre 1968 y 1979, siendo reelegido en 1980 y renunciando al cargo en 1984. El padre del actual premier canadiense, es recordado entre otras cosas por no haberse alineado a Estados Unidos en tiempos de la Guerra Fría, llevando una relación cordial con Cuba a nivel de naciones e incluso una estrecha amistad con Fidel Castro.

Pierre Elliott Trudeau, quien falleció en el año 2000, mantuvo activa la tradición canadiense de recibir a refugiados, por lo que durante su gobierno Canadá abrió sus puertas a los refugiados chilenos que huían del régimen golpista de Augusto Pinochet. En cuanto a México, llegó a tener una relación especialmente cercana con el presidente José López Portillo (1976-1982).

Actualmente, Justin Trudeau ejerce de una forma particularmente carismática el poder, no sólo al interior de Canadá, sino en el marco de las relaciones exteriores de ese país, siendo considerado uno de los líderes que más impacto causan a nivel global en los tiempos actuales.

Cabe recordar que el hoy premier canadiense es uno de los escasos líderes mundiales que han tenido el tino de lograr algún control sobre el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump, a quien supo tenerlo de su lado, tanto con la atinada forma de saludarlo, como obsequiándole una fotografía enmarcada de su padre escuchando un discurso de Trump, pronunciado en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York en los años 70.

En cuanto a nuestro país, acabamos de vivir una breve visita suya misma que transcurrió prácticamente como gira de “rockstar”, en la que su brillo personal, quizá hizo que buena parte de los mexicanos no hayan volteado a ver lo suficiente temas de fondo de la relación entre México y Canadá, en la que por una parte se vive una gran intensidad por el bloque bilateral de ambas naciones en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y las exigencias que plantea Estados Unidos por iniciativa del presidente Donald Trump. Por otra parte, cobran gran importancia las relaciones económicas por las inversiones canadienses en minería. Es vital que veamos más allá, pues si bien Justin Trudeau es toda una lección del nuevo modo de ejercer un liderazgo global, también puede representar todo un aprendizaje en términos de comunicación política.

Senadora por el PRI

yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre