/ martes 28 de enero de 2020

Trump, abuso de aranceles

Donald Trump ha abusado del poder que le otorga su cargo para amenazar a un aliado de Estados Unidos. Existe el caso de sus amenazas constantes de imponer aranceles prohibitivos a las importaciones de automóviles procedentes de Europa.

El caso de los aranceles, sin duda, es abuso del poder presidencial, menosprecio al Estado de derecho y falta de honestidad acerca de sus motivaciones.

Veamos algunos antecedentes: en Estados Unidos, los aranceles —impuestos sobre las importaciones— por lo general se establecen de la misma forma en la que fijamos otros impuestos, mediante una legislación que debe aprobar el Congreso y luego debe firmar el presidente. No obstante, la ley le otorga al presidente la discrecionalidad para imponer aranceles provisionales bajo ciertas circunstancias, por ejemplo, brindarle a las industrias estadounidenses un respiro frente a oleadas repentinas de importaciones, combatir los subsidios a las mercancías de exportación extranjeras o proteger la seguridad nacional (Sección 232).

Y así fue como en 2018 el gobierno de Trump anunció que iba a comenzar una investigación de la Sección 232 para las importaciones de los automóviles que procedían especialmente de Europa y Japón. Todos los expertos en comercio que conozco consideraron que era absurda la idea de que los autos alemanes o japoneses constituyeran una amenaza para la seguridad nacional. No obstante, en 2019 un informe del Departamento de Comercio concluyó que las importaciones de los automóviles sí ponían en riesgo la seguridad nacional.

¿Por qué Trump quiere imponer aranceles a los automóviles europeos? Es evidente que esto no tiene nada que ver con la seguridad nacional, pero ¿a qué se debe en realidad? Una parte de la respuesta puede ser que el autodenominado Hombre de los Aranceles todavía cree que el proteccionismo reactivará al sector manufacturero estadounidense, pese a que las pruebas afirman que su guerra comercial tuvo el efecto contrario.

Aparte de eso, parece que Trump intentó usar la amenaza de los aranceles sobre los automóviles con el fin de coaccionar a los países europeos para que lo respalden en su enfrentamiento con Irán. Por cierto, esta es una violación inequívoca tanto de la ley estadounidense, que no le otorga discrecionalidad al presidente para imponer aranceles por razones no relacionadas con la economía, como de nuestros acuerdos internacionales que prohíben este tipo de acoso.

Así que, ¿cómo debemos tomar el caso de los aranceles sobre los automóviles? Por un lado, es parte del asunto general de la guerra comercial de Trump, la cual ha hecho que suban los precios para los consumidores estadounidenses, ha dañado a las empresas y a los agricultores del país y, al generar incertidumbre, ha desalentado las inversiones privadas.

No obstante, yo diría que estas consideraciones económicas son mucho menos importantes que los aspectos políticos. El comportamiento infractor de Trump con respecto a los aranceles sobre los automóviles es parte de un patrón más general de abuso de poder y menosprecio al Estado de derecho.

Donald Trump ha abusado del poder que le otorga su cargo para amenazar a un aliado de Estados Unidos. Existe el caso de sus amenazas constantes de imponer aranceles prohibitivos a las importaciones de automóviles procedentes de Europa.

El caso de los aranceles, sin duda, es abuso del poder presidencial, menosprecio al Estado de derecho y falta de honestidad acerca de sus motivaciones.

Veamos algunos antecedentes: en Estados Unidos, los aranceles —impuestos sobre las importaciones— por lo general se establecen de la misma forma en la que fijamos otros impuestos, mediante una legislación que debe aprobar el Congreso y luego debe firmar el presidente. No obstante, la ley le otorga al presidente la discrecionalidad para imponer aranceles provisionales bajo ciertas circunstancias, por ejemplo, brindarle a las industrias estadounidenses un respiro frente a oleadas repentinas de importaciones, combatir los subsidios a las mercancías de exportación extranjeras o proteger la seguridad nacional (Sección 232).

Y así fue como en 2018 el gobierno de Trump anunció que iba a comenzar una investigación de la Sección 232 para las importaciones de los automóviles que procedían especialmente de Europa y Japón. Todos los expertos en comercio que conozco consideraron que era absurda la idea de que los autos alemanes o japoneses constituyeran una amenaza para la seguridad nacional. No obstante, en 2019 un informe del Departamento de Comercio concluyó que las importaciones de los automóviles sí ponían en riesgo la seguridad nacional.

¿Por qué Trump quiere imponer aranceles a los automóviles europeos? Es evidente que esto no tiene nada que ver con la seguridad nacional, pero ¿a qué se debe en realidad? Una parte de la respuesta puede ser que el autodenominado Hombre de los Aranceles todavía cree que el proteccionismo reactivará al sector manufacturero estadounidense, pese a que las pruebas afirman que su guerra comercial tuvo el efecto contrario.

Aparte de eso, parece que Trump intentó usar la amenaza de los aranceles sobre los automóviles con el fin de coaccionar a los países europeos para que lo respalden en su enfrentamiento con Irán. Por cierto, esta es una violación inequívoca tanto de la ley estadounidense, que no le otorga discrecionalidad al presidente para imponer aranceles por razones no relacionadas con la economía, como de nuestros acuerdos internacionales que prohíben este tipo de acoso.

Así que, ¿cómo debemos tomar el caso de los aranceles sobre los automóviles? Por un lado, es parte del asunto general de la guerra comercial de Trump, la cual ha hecho que suban los precios para los consumidores estadounidenses, ha dañado a las empresas y a los agricultores del país y, al generar incertidumbre, ha desalentado las inversiones privadas.

No obstante, yo diría que estas consideraciones económicas son mucho menos importantes que los aspectos políticos. El comportamiento infractor de Trump con respecto a los aranceles sobre los automóviles es parte de un patrón más general de abuso de poder y menosprecio al Estado de derecho.