/ martes 17 de septiembre de 2019

Trump, en pánico

Donald Trump recordó el aniversario del 11 de septiembre repitiendo varias mentiras acerca de sus propias acciones ese día. Pero esa no fue su única preocupación. También pasó parte del día escribiendo una serie de tuits para insultar a los funcionarios de la Reserva Federal, llamándolos “estúpidos” y exigirles que implementen medidas de emergencia de inmediato para estimular la economía. Dichas medidas normalmente sólo se aplican ante una crisis severa.

La diatriba de Trump fue reveladora en dos sentidos. En primer lugar, ahora está claro que está en pánico total debido a que sus políticas económicas no lograron los resultados prometidos.

En segundo lugar, no tiene idea de por qué sus políticas no están funcionando ni de cualquier otra cosa relacionada con la política económica. ¿Por qué Trump es presa del pánico?

Después de todo, aunque la economía se está desacelerando, no estamos en una recesión, y no hay certeza alguna de que se avecine una.

No hay nada en los datos que justifique un estímulo monetario radical, mismo que, por cierto, los republicanos, entre ellos Trump, condenaron durante los años de Obama, cuando la economía realmente lo necesitaba.

No obstante, si bien no hay ninguna situación de emergencia económica, Trump aparentemente siente que enfrenta una emergencia política. Esperaba que una economía floreciente fuera su principal victoria el año próximo. Si, como parece probable, el rendimiento económico es mediocre en el mejor de los casos, el presidente está en serios problemas.

Recuerden, las dos principales políticas económicas de Trump fueron su recorte fiscal de 2017 y la guerra comercial con China que escaló rápidamente.

Se suponía que la primera debía dar lugar a más de una década de rápido crecimiento económico, en tanto que la segunda iba a reactivar la industria manufacturera estadounidense.

Sin embargo, lo que realmente sucedió fue que el recorte fiscal a lo sumo logró un par de trimestres de mayor crecimiento.

Siendo más específicos, las enormes exenciones fiscales para las empresas no consiguieron el aumento en los salarios ni la inversión empresarial que prometieron; en lugar de ello, las empresas han usado el dinero caído del cielo para recuperar sus acciones y pagar mayores dividendos.

Al mismo tiempo, la guerra comercial ha resultado ser un importante lastre para la economía, más grande de lo que mucha gente, incluido yo, esperaba.

Y los electores lo han notado: los índices de aprobación de Trump en lo referente a la economía, aunque todavía son más elevados que su índice de aprobación general, han comenzado a disminuir.

De ahí las exigencias nerviosas de que la Reserva Federal active todos los frenos. Pero, aunque Trump se da cuenta de que está en problemas, no hay ningún indicio de que entienda por qué. No es el tipo de persona que admita, aunque sólo sea para sí mismo, haber cometido errores; su instinto siempre hace que le eche la culpa a alguien más mientras redobla sus políticas fallidas.

Donald Trump recordó el aniversario del 11 de septiembre repitiendo varias mentiras acerca de sus propias acciones ese día. Pero esa no fue su única preocupación. También pasó parte del día escribiendo una serie de tuits para insultar a los funcionarios de la Reserva Federal, llamándolos “estúpidos” y exigirles que implementen medidas de emergencia de inmediato para estimular la economía. Dichas medidas normalmente sólo se aplican ante una crisis severa.

La diatriba de Trump fue reveladora en dos sentidos. En primer lugar, ahora está claro que está en pánico total debido a que sus políticas económicas no lograron los resultados prometidos.

En segundo lugar, no tiene idea de por qué sus políticas no están funcionando ni de cualquier otra cosa relacionada con la política económica. ¿Por qué Trump es presa del pánico?

Después de todo, aunque la economía se está desacelerando, no estamos en una recesión, y no hay certeza alguna de que se avecine una.

No hay nada en los datos que justifique un estímulo monetario radical, mismo que, por cierto, los republicanos, entre ellos Trump, condenaron durante los años de Obama, cuando la economía realmente lo necesitaba.

No obstante, si bien no hay ninguna situación de emergencia económica, Trump aparentemente siente que enfrenta una emergencia política. Esperaba que una economía floreciente fuera su principal victoria el año próximo. Si, como parece probable, el rendimiento económico es mediocre en el mejor de los casos, el presidente está en serios problemas.

Recuerden, las dos principales políticas económicas de Trump fueron su recorte fiscal de 2017 y la guerra comercial con China que escaló rápidamente.

Se suponía que la primera debía dar lugar a más de una década de rápido crecimiento económico, en tanto que la segunda iba a reactivar la industria manufacturera estadounidense.

Sin embargo, lo que realmente sucedió fue que el recorte fiscal a lo sumo logró un par de trimestres de mayor crecimiento.

Siendo más específicos, las enormes exenciones fiscales para las empresas no consiguieron el aumento en los salarios ni la inversión empresarial que prometieron; en lugar de ello, las empresas han usado el dinero caído del cielo para recuperar sus acciones y pagar mayores dividendos.

Al mismo tiempo, la guerra comercial ha resultado ser un importante lastre para la economía, más grande de lo que mucha gente, incluido yo, esperaba.

Y los electores lo han notado: los índices de aprobación de Trump en lo referente a la economía, aunque todavía son más elevados que su índice de aprobación general, han comenzado a disminuir.

De ahí las exigencias nerviosas de que la Reserva Federal active todos los frenos. Pero, aunque Trump se da cuenta de que está en problemas, no hay ningún indicio de que entienda por qué. No es el tipo de persona que admita, aunque sólo sea para sí mismo, haber cometido errores; su instinto siempre hace que le eche la culpa a alguien más mientras redobla sus políticas fallidas.