/ viernes 25 de febrero de 2022

¡Ucrania! 

Hace pocas horas estallo una terrible guerra. Esta gira en torno a la pretensión rusa por “liberar” territorios de Ucrania que reclaman su separación de ese país. Intentemos un breve contexto histórico para poder entender qué es lo que ocasiona este conflicto.

El origen de los pueblos ucraniano y ruso es el mismo, ambos provienen de poblaciones eslavas que hace 1000 años fundaron Kiev (capital de Ucrania), un centro comercial que floreció gracias al comercio con los vikingos a orillas del río Dniéper. Ambas lenguas, ucraniana y rusa tienen sus mismas raíces eslavas e indoeuropeas.

La Rus de Kiev se fundó mucho antes que Moscú. En el siglo XIII, fue conquistada por guerreros mongoles del este. Los ejércitos polacos y lituano la invadieron desde el oeste en el siglo XVI. En el siglo XVII, como resultado de la guerra entre la Mancomunidad de Polonia-Lituania y el Zarato Ruso, las tierras al este del río Dniéper quedaron bajo el control ruso. La región al este del Dniéper pasó a ser conocida como la “Margen Izquierda” ucraniana, mientras que las tierras al oeste, o “Margen Derecha”, quedaron bajo poder polaco. Más de un siglo después, en 1793, la ucraniana margen derecha del rio Dniéper fue anexada por el Zarato Ruso.

A la caída del Imperio Ruso, en febrero de 1917, con la abdicación del Zar Nicolás segundo, se dieron diversos movimientos liberales, socialistas y nacionalistas, que terminaron conformando un Gobierno Provisional. Meses más tarde, cuando los comunistas encabezados por Lenin logran el control político, Ucrania es considerada una República.

Para Lenin, la clase trabajadora debía tener una posición radical en la defensa del derecho de las naciones a tener su propio Estado. Lo importante era acabar con el zarismo y la lucha por la unidad de la clase trabajadora por encima de las naciones. Lenin, también creía que la expansión del comunismo a nivel mundial, sería más sencillo si varias naciones se proclamaban socialistas, por eso facilito e incluso invento la “independencia” de muchas repúblicas que pasaron a ser parte de le URSS, dando así la impresión de un sólido bloque de países comunistas.

Polonia volvió a surgir tras la Primera Guerra Mundial y libró una guerra territorial con la Rusia soviética entre 1919 y 1922, recuperando gran parte de Ucrania. Esas tierras volvieron a manos soviéticas una generación más tarde en la Segunda Guerra Mundial.

Estos vaivenes de Ucrania con dominaciones o pertenencias alternadas a la esfera europea, con Polonia y el Imperio Austrohúngaro y Rusia, ocasionan que hoy en día dentro del mismo país existan más afinidades a Rusia en la parte este, donde el idioma predominante es el ruso de religión ortodoxa y en el oeste más simpatía por Europa con religión mayoritaria católica e idioma ucraniano.

Con la caída de la Unión Soviética en 1991, Ucrania se convirtió en una nación independiente. Pero la unificación, así como la transición hacia la democracia y el capitalismo han sido tareas dolorosas. La división entre los ucranianos preeuropeos y prorusos no solo es de idioma y religión, también lo es política y en cada elección el país se parte en dos tal como lo hace de su geografía el rio Dniéper.

Tantas diferencias, apoyadas y alentadas por Rusia, llevaron a la revuelta separatista en la región oriental ucraniana de Donbás, y a la pretensión de los separatistas de constituir las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, mismas que esta semana fueron reconocidas por Putin.

Adicionalmente a la complicada historia de Ucrania, se encuentran los complejos intereses internacionales. Por un lado, para Rusia el control del territorio ucraniano es fundamental, debido a el paso de los oleoductos y gasoductos con los que suministran estos productos a Europa, así como el dominio del Mar Negro, concretamente de la península de Crimea que es donde se localizan sus bases de submarinos nucleares. Ese mar es fundamental para poder salir al Mediterráneo y el Atlántico. Por el otro lado, se encuentran las necesidades de Europa y USA de un suministro seguro y confiable combustibles. También lo es contar con un país amigo rico en recursos naturales y miembro de la OTAN, en donde sea posible instalar bases militares para intimidar y controlar al gobierno ruso.

En la reciente sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, del que México forma parte en estos momentos, la postura de nuestro país fue la adecuada, al condenar el uso de la fuerza en las relaciones internacionales y postular el respeto a la integridad territorial e independencia política de los estados. Sin embargo, a partir de ayer de poco servirán las expresiones en favor del dialogo. Es previsible que China apoye a Rusia a cambio del mismo favor en un futuro cercano, en donde Rusia respalde a China en su pretensión de recuperar Taiwán. México tendrá que asumir una posición firme a favor o en contra de la incursión rusa, mientras el gobierno americano exigirá acciones contundentes que garanticen una frontera segura, hoy amenazada por el poderío del crimen organizado.

Hagamos votos para que este conflicto no rebase las circunstancias actuales y se eviten sufrimientos y muertes de millones de personas, la humanidad de por sí está agotada por la pandemia, como para sumarle mayores desgracias.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Hace pocas horas estallo una terrible guerra. Esta gira en torno a la pretensión rusa por “liberar” territorios de Ucrania que reclaman su separación de ese país. Intentemos un breve contexto histórico para poder entender qué es lo que ocasiona este conflicto.

El origen de los pueblos ucraniano y ruso es el mismo, ambos provienen de poblaciones eslavas que hace 1000 años fundaron Kiev (capital de Ucrania), un centro comercial que floreció gracias al comercio con los vikingos a orillas del río Dniéper. Ambas lenguas, ucraniana y rusa tienen sus mismas raíces eslavas e indoeuropeas.

La Rus de Kiev se fundó mucho antes que Moscú. En el siglo XIII, fue conquistada por guerreros mongoles del este. Los ejércitos polacos y lituano la invadieron desde el oeste en el siglo XVI. En el siglo XVII, como resultado de la guerra entre la Mancomunidad de Polonia-Lituania y el Zarato Ruso, las tierras al este del río Dniéper quedaron bajo el control ruso. La región al este del Dniéper pasó a ser conocida como la “Margen Izquierda” ucraniana, mientras que las tierras al oeste, o “Margen Derecha”, quedaron bajo poder polaco. Más de un siglo después, en 1793, la ucraniana margen derecha del rio Dniéper fue anexada por el Zarato Ruso.

A la caída del Imperio Ruso, en febrero de 1917, con la abdicación del Zar Nicolás segundo, se dieron diversos movimientos liberales, socialistas y nacionalistas, que terminaron conformando un Gobierno Provisional. Meses más tarde, cuando los comunistas encabezados por Lenin logran el control político, Ucrania es considerada una República.

Para Lenin, la clase trabajadora debía tener una posición radical en la defensa del derecho de las naciones a tener su propio Estado. Lo importante era acabar con el zarismo y la lucha por la unidad de la clase trabajadora por encima de las naciones. Lenin, también creía que la expansión del comunismo a nivel mundial, sería más sencillo si varias naciones se proclamaban socialistas, por eso facilito e incluso invento la “independencia” de muchas repúblicas que pasaron a ser parte de le URSS, dando así la impresión de un sólido bloque de países comunistas.

Polonia volvió a surgir tras la Primera Guerra Mundial y libró una guerra territorial con la Rusia soviética entre 1919 y 1922, recuperando gran parte de Ucrania. Esas tierras volvieron a manos soviéticas una generación más tarde en la Segunda Guerra Mundial.

Estos vaivenes de Ucrania con dominaciones o pertenencias alternadas a la esfera europea, con Polonia y el Imperio Austrohúngaro y Rusia, ocasionan que hoy en día dentro del mismo país existan más afinidades a Rusia en la parte este, donde el idioma predominante es el ruso de religión ortodoxa y en el oeste más simpatía por Europa con religión mayoritaria católica e idioma ucraniano.

Con la caída de la Unión Soviética en 1991, Ucrania se convirtió en una nación independiente. Pero la unificación, así como la transición hacia la democracia y el capitalismo han sido tareas dolorosas. La división entre los ucranianos preeuropeos y prorusos no solo es de idioma y religión, también lo es política y en cada elección el país se parte en dos tal como lo hace de su geografía el rio Dniéper.

Tantas diferencias, apoyadas y alentadas por Rusia, llevaron a la revuelta separatista en la región oriental ucraniana de Donbás, y a la pretensión de los separatistas de constituir las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, mismas que esta semana fueron reconocidas por Putin.

Adicionalmente a la complicada historia de Ucrania, se encuentran los complejos intereses internacionales. Por un lado, para Rusia el control del territorio ucraniano es fundamental, debido a el paso de los oleoductos y gasoductos con los que suministran estos productos a Europa, así como el dominio del Mar Negro, concretamente de la península de Crimea que es donde se localizan sus bases de submarinos nucleares. Ese mar es fundamental para poder salir al Mediterráneo y el Atlántico. Por el otro lado, se encuentran las necesidades de Europa y USA de un suministro seguro y confiable combustibles. También lo es contar con un país amigo rico en recursos naturales y miembro de la OTAN, en donde sea posible instalar bases militares para intimidar y controlar al gobierno ruso.

En la reciente sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, del que México forma parte en estos momentos, la postura de nuestro país fue la adecuada, al condenar el uso de la fuerza en las relaciones internacionales y postular el respeto a la integridad territorial e independencia política de los estados. Sin embargo, a partir de ayer de poco servirán las expresiones en favor del dialogo. Es previsible que China apoye a Rusia a cambio del mismo favor en un futuro cercano, en donde Rusia respalde a China en su pretensión de recuperar Taiwán. México tendrá que asumir una posición firme a favor o en contra de la incursión rusa, mientras el gobierno americano exigirá acciones contundentes que garanticen una frontera segura, hoy amenazada por el poderío del crimen organizado.

Hagamos votos para que este conflicto no rebase las circunstancias actuales y se eviten sufrimientos y muertes de millones de personas, la humanidad de por sí está agotada por la pandemia, como para sumarle mayores desgracias.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.