/ miércoles 30 de diciembre de 2020

Un año deplorable

En todos sentidos: en la salud, la economía, la inseguridad. Escucho a personas decir el ¡ya que se acabe!, como si el paso de la noche al día fuera suficiente para conjurar tantos males. Bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde, así que confiemos en que alguna especie de hadas de la buena suerte, nos alumbren el destino.

La pandemia cambió todo. La necesidad de aislarse, la pérdida del contacto social, el miedo al virus, las penurias de dinero, tiene sumido a un grueso de la población en un estado depresivo.

Para colmo de males, un gobierno de bandazos, de arbitrariedades, de desapego a la ley, de ocurrencias, de destrucción de instituciones sólidas, que nutrían la democracia.

Gobierno de un solo hombre, que decide a su antojo, que, a pesar de sus limitaciones se cree omnipotente y sabelotodo de cuanta materia hay. Que se rodea de individuos a los que elige, no por su capacidad, sino por su sumisión y “lealtad”.

Las consecuencias saltan a la vista. Más homicidios dolosos, que en los que fueron los peores años de violencia. Su compromiso de campaña, de abatir la inseguridad en 100 días, tampoco a los dos años se ha cumplido; por el contrario, la sociedad está a merced del hampa.

Se llena la boca diciendo que ya no hay impunidad, mientras el 96 por ciento de los crímenes permanecen sin castigo y, en los contados casos en los que hay investigaciones, en eso quedan.

Ignora a las víctimas de atentados tan espeluznantes, como el de la familia Le Baron y si llega a aparecer con ellos es con el afán de propaganda.

Suficiente con ver el desastroso manejo de la pandemia, que ha dejado a mucho más de cien mil familias en la desolación. Su empeño en sostener a López Gatell es demencial y su mal ejemplo –al no usar el cubrebocas- facilita el contagio de aquellos que sólo ven por sus ojos. ¿Es eso amor al pueblo, como lo alardea?

Desmanteló el Sistema de Salud, para crear el INSABI, en el que puso al frente a un ¡antropólogo! Arrancó con fallas estructurales notorias, falta de planeación, desabasto, imposibilidad de atender a la población necesitada y, con la presencia de la pandemia el fracaso se hizo presente.

Obligó a “su” Congreso a legislar reformas absurdas, arbitrarias, que sus complacientes lacayos votaron ajenos al perjuicio a la economía, a las finanzas, a los Derechos Humanos de cualquiera al que ahora, con ánimo inquisidor, se quiera acusar de delincuente.

Desde su púlpito agravia a quienes lo critican o no doblegan la testuz frente a su persona. Arremete contra las alianzas de la oposición, mientras él se hace de tres partidos satélites por los que pagaremos con nuestros impuestos.

Vive como emperador, con más lujo que el que se tenía en Los Pinos y critica a sus antecesores con maledicencias, en particular a Felipe Calderón. Aplaude el que no le hayan dado el registro a México Libre, con el cinismo del que ya se quitó un obstáculo para sus elecciones del 2021.

Y, sí, serán suyas, porque sin el mínimo recato hace campaña a favor de sus fuerzas politiqueras, mientras intenta anular a opositores. Ignora la reconvención del Instituto Nacional Electoral, que le solicita no intervenir y responde que él tiene libertad para defenderse de quienes lo atacan a él y a su gobierno (No para de ver moros con tranchete).

Pinceladas de un año doloroso y abrumador para las mayorías. Hago votos porque el 2021 nos reditúe en paz, salud, pesitos y mucho amor.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

En todos sentidos: en la salud, la economía, la inseguridad. Escucho a personas decir el ¡ya que se acabe!, como si el paso de la noche al día fuera suficiente para conjurar tantos males. Bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde, así que confiemos en que alguna especie de hadas de la buena suerte, nos alumbren el destino.

La pandemia cambió todo. La necesidad de aislarse, la pérdida del contacto social, el miedo al virus, las penurias de dinero, tiene sumido a un grueso de la población en un estado depresivo.

Para colmo de males, un gobierno de bandazos, de arbitrariedades, de desapego a la ley, de ocurrencias, de destrucción de instituciones sólidas, que nutrían la democracia.

Gobierno de un solo hombre, que decide a su antojo, que, a pesar de sus limitaciones se cree omnipotente y sabelotodo de cuanta materia hay. Que se rodea de individuos a los que elige, no por su capacidad, sino por su sumisión y “lealtad”.

Las consecuencias saltan a la vista. Más homicidios dolosos, que en los que fueron los peores años de violencia. Su compromiso de campaña, de abatir la inseguridad en 100 días, tampoco a los dos años se ha cumplido; por el contrario, la sociedad está a merced del hampa.

Se llena la boca diciendo que ya no hay impunidad, mientras el 96 por ciento de los crímenes permanecen sin castigo y, en los contados casos en los que hay investigaciones, en eso quedan.

Ignora a las víctimas de atentados tan espeluznantes, como el de la familia Le Baron y si llega a aparecer con ellos es con el afán de propaganda.

Suficiente con ver el desastroso manejo de la pandemia, que ha dejado a mucho más de cien mil familias en la desolación. Su empeño en sostener a López Gatell es demencial y su mal ejemplo –al no usar el cubrebocas- facilita el contagio de aquellos que sólo ven por sus ojos. ¿Es eso amor al pueblo, como lo alardea?

Desmanteló el Sistema de Salud, para crear el INSABI, en el que puso al frente a un ¡antropólogo! Arrancó con fallas estructurales notorias, falta de planeación, desabasto, imposibilidad de atender a la población necesitada y, con la presencia de la pandemia el fracaso se hizo presente.

Obligó a “su” Congreso a legislar reformas absurdas, arbitrarias, que sus complacientes lacayos votaron ajenos al perjuicio a la economía, a las finanzas, a los Derechos Humanos de cualquiera al que ahora, con ánimo inquisidor, se quiera acusar de delincuente.

Desde su púlpito agravia a quienes lo critican o no doblegan la testuz frente a su persona. Arremete contra las alianzas de la oposición, mientras él se hace de tres partidos satélites por los que pagaremos con nuestros impuestos.

Vive como emperador, con más lujo que el que se tenía en Los Pinos y critica a sus antecesores con maledicencias, en particular a Felipe Calderón. Aplaude el que no le hayan dado el registro a México Libre, con el cinismo del que ya se quitó un obstáculo para sus elecciones del 2021.

Y, sí, serán suyas, porque sin el mínimo recato hace campaña a favor de sus fuerzas politiqueras, mientras intenta anular a opositores. Ignora la reconvención del Instituto Nacional Electoral, que le solicita no intervenir y responde que él tiene libertad para defenderse de quienes lo atacan a él y a su gobierno (No para de ver moros con tranchete).

Pinceladas de un año doloroso y abrumador para las mayorías. Hago votos porque el 2021 nos reditúe en paz, salud, pesitos y mucho amor.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq