/ sábado 18 de noviembre de 2017

Un año para terminar

En prácticamente unos meses el actual gobierno de nuestro país terminará su encargo. A escaso un año aproximadamente que esto suceda tenemos que hacer un alto en el camino y ponernos a pensar en qué quisiéramos ver para México en el año 2018. Sin duda que tendremos elecciones y habremos de escoger al nuevo Presidente de la República, senadores y diputados y creo que serán tres las preguntas que se realizarán y que estarán en la arena pública y en la mente de los electores, como lo dijimos antes. ¿Quién va a ganar? El que responda mejor.

Viene a mi mente de forma recurrente el asunto de la inseguridad y la violencia. México vive una grave crisis de delincuencia, en donde la gente no se siente más protegida; por el contrario, los secuestros, robos y asesinatos han incrementado en intensidad y frecuencia. Ciertamente no es un problema sencillo de resolver, pero México no ha estado haciendo su tarea. Nuestros gobernantes (de todos los partidos y de todos los ámbitos y niveles de gobierno) han fallado en su labor esencial y esto ha desencadenado una situación que está a punto de llegar al límite. La elección de 2018, en primer lugar, será un “referéndum” acerca de la situación de violencia que vivimos. ¿Queremos a un candidato que ofrezca certeza y planes concretos sobre cómo resolver el asunto? ¿Preferimos que las cosas tomen su curso y se arreglen por sí solas?

La siguiente pregunta que habrá de ponerse en la escena pública es sobre la corrupción. Específicamente los casos como “Odebrecht”, “Javier Duarte” y similares salpican a los altos funcionarios de gobierno (una vez más, en todos los ámbitos y en todos los sectores). La elección del año 2018 será, en segundo lugar, un referéndum en segundo lugar sobre el tema de la corrupción. ¿Queremos seguir eligiendo gobernantes que no tienen ningún escrúpulo para robar del erario? ¿Estamos dispuestos a asumir - como sociedad - que el problema de corrupción no es solamente un asunto político, sino que nos afecta y es provocado por todos?Sumemos respuestas para saber quién va a ganar.

Por último, la falta de empleo, la desigualdad económica y la crisis que se vive en materia de ingresos será otra de las grandes interrogantes del 2018. Si bien este tema es más crudo y daña directamente a las familias, será un asunto menos concreto en materia de propuestas y promesas de campaña. ¿Quién ganará? El que diga que traerá empleo para las personas.

¿Qué trato de decir? Que la elección de Presidente de la República y los puestos al Congreso de la Unión serán ganados por personas que prometan acabar con la violencia, generar ingreso igualitario para la gente y prometa meter a la cárcel a los corruptos. El problema es que esto es algo sumamente atractivo para cualquier populista. Prometer todo lo anterior es muy fácil. Creer que metiendo a la cárcel a los corruptos generará más oportunidades para que los ciudadanos tengan mejores ingresos es falaz. La economía no funciona así. El costo de la corrupción en México - si bien puede medirse relativamente - no se traduce en ingresos directos para aumentar el Presupuesto de Egresos de la Federación. Por ende, esto tampoco acaba con la violencia de un día para otro. Tenemos que ser extremadamente cuidadosos de elegir a los mejores, cuyas respuestas tengan sentido de realidad, no a aquellos que nos entusiasmen más, porque quizá no sea un plan adecuado.

 

@fedeling

En prácticamente unos meses el actual gobierno de nuestro país terminará su encargo. A escaso un año aproximadamente que esto suceda tenemos que hacer un alto en el camino y ponernos a pensar en qué quisiéramos ver para México en el año 2018. Sin duda que tendremos elecciones y habremos de escoger al nuevo Presidente de la República, senadores y diputados y creo que serán tres las preguntas que se realizarán y que estarán en la arena pública y en la mente de los electores, como lo dijimos antes. ¿Quién va a ganar? El que responda mejor.

Viene a mi mente de forma recurrente el asunto de la inseguridad y la violencia. México vive una grave crisis de delincuencia, en donde la gente no se siente más protegida; por el contrario, los secuestros, robos y asesinatos han incrementado en intensidad y frecuencia. Ciertamente no es un problema sencillo de resolver, pero México no ha estado haciendo su tarea. Nuestros gobernantes (de todos los partidos y de todos los ámbitos y niveles de gobierno) han fallado en su labor esencial y esto ha desencadenado una situación que está a punto de llegar al límite. La elección de 2018, en primer lugar, será un “referéndum” acerca de la situación de violencia que vivimos. ¿Queremos a un candidato que ofrezca certeza y planes concretos sobre cómo resolver el asunto? ¿Preferimos que las cosas tomen su curso y se arreglen por sí solas?

La siguiente pregunta que habrá de ponerse en la escena pública es sobre la corrupción. Específicamente los casos como “Odebrecht”, “Javier Duarte” y similares salpican a los altos funcionarios de gobierno (una vez más, en todos los ámbitos y en todos los sectores). La elección del año 2018 será, en segundo lugar, un referéndum en segundo lugar sobre el tema de la corrupción. ¿Queremos seguir eligiendo gobernantes que no tienen ningún escrúpulo para robar del erario? ¿Estamos dispuestos a asumir - como sociedad - que el problema de corrupción no es solamente un asunto político, sino que nos afecta y es provocado por todos?Sumemos respuestas para saber quién va a ganar.

Por último, la falta de empleo, la desigualdad económica y la crisis que se vive en materia de ingresos será otra de las grandes interrogantes del 2018. Si bien este tema es más crudo y daña directamente a las familias, será un asunto menos concreto en materia de propuestas y promesas de campaña. ¿Quién ganará? El que diga que traerá empleo para las personas.

¿Qué trato de decir? Que la elección de Presidente de la República y los puestos al Congreso de la Unión serán ganados por personas que prometan acabar con la violencia, generar ingreso igualitario para la gente y prometa meter a la cárcel a los corruptos. El problema es que esto es algo sumamente atractivo para cualquier populista. Prometer todo lo anterior es muy fácil. Creer que metiendo a la cárcel a los corruptos generará más oportunidades para que los ciudadanos tengan mejores ingresos es falaz. La economía no funciona así. El costo de la corrupción en México - si bien puede medirse relativamente - no se traduce en ingresos directos para aumentar el Presupuesto de Egresos de la Federación. Por ende, esto tampoco acaba con la violencia de un día para otro. Tenemos que ser extremadamente cuidadosos de elegir a los mejores, cuyas respuestas tengan sentido de realidad, no a aquellos que nos entusiasmen más, porque quizá no sea un plan adecuado.

 

@fedeling