/ miércoles 8 de enero de 2020

Un asesinato que incendia

Hacia las últimas horas de la tarde, tiempo de México, se dio la noticia del primer ataque del ejército de Irán a bases militares norteamericanas situadas al oeste de Bagdad, en territorio de Irak. Misiles lanzados desde unidades móviles cuyo poder destructivo no ha sido precisado, cayeron sobre instalaciones de fuerzas estadounidenses de ocupación. Se informa que el presidente Donald Trump está reunido con el equipo de seguridad en Washington para analizar la posible respuesta a este primer ataque de lo que constituye la venganza de Irán por el asesinato del general Kassim Suleiman. El hecho, de gran gravedad para la paz en Medio Oriente confirma los términos de mi artículo enviado a las primeras horas de la tarde sobre las consecuencias de la decisión tomada por Trump que ya comenzaron a sentirse en la conflictiva zona. Dejo a consideración del lector el análisis de la situación que sin duda tendrá repercusiones no sólo en Oriente Medio, sino en el mundo entero.

Ante las manifestaciones de repudio a la prolongada presencia militar de Estados Unidos en Irak, el presidente Donald Trump escogió de entre las posibles opciones que le presentaron sus asesores, la que creyó más conveniente para sus intereses, aunque la más incendiaria para el complicado tablero del Medio Oriente: el asesinato del general Qassim Suleimani y cuatro dirigentes del gobierno de Irán, a quienes atribuye intenciones de atacar con armas letales bases e instalaciones norteamericanas en la región. Traidor y terrorista para el gobierno de Trump, héroe para la antigua Persia, Suleimani fue un personaje que lo mismo colaboró con Estados Unidos que representó un factor trascendental en la política internacional de su país y apoyó a las fuerzas opuestas al control estadounidense desde la muerte de Sadam Husein en 2006. El recurso adoptado por Trump no corresponde a una previa declaración de guerra ni a negociaciones que eventualmente pudieran resolver el problema; el asesinato puro y simple es propio de un gobierno canalla que no vacila ante las consecuencias mundiales de ese acto criminal.

Todo hace suponer que la decisión de Donald Trump parte del cálculo de los beneficios que la muerte del segundo del ayatola Hasán Rouhani le aportará en su campaña para la reelección porque alienta el supremacismo norteamericano y le permite esperar que en la opinión pública la inminencia del juicio político en su contra en las cámaras del Congreso pase a un segundo plano ante la efervescencia provocada por una decisión aparentemente patriótica y nacionalista.

Donald Trump no mide en su verdadera dimensión las consecuencias del asesinato del general Soleimani. Con la lucha de naturaleza religiosa entre chiítas y sunitas como telón de fondo, es previsible que no sólo en Irán o en Irak sino en otros países del Medio Oriente la venganza prometida por una multitud que comanda el ayatola Hasán Rouhani se manifieste en una serie de ataques a los intereses norteamericanos lo mismo en Arabia Saudita que en otros países del Golfo Pérsico y alcance incluso al enemigo tradicional de Irán, Israel. El incendio provocado por la decisión de Trump no llegará a ser una conflagración en Medio Oriente o una tercera guerra mundial, según las previsiones de los observadores. Será una venganza que en diferentes formas ocasionará desestabilización en la precaria paz que prevalece en Medio Oriente y tendrá graves efectos en el plano internacional, como ya se siente con fenómenos como el súbito incremento en los precios del petróleo ante la contracción de la oferta de las exportaciones de Irán y otros países. Trump ha endurecido su posición al anunciar una serie de objetivos militares con los que respondería a las acciones también anunciadas por Irán. El débil equilibrio logrado con el acuerdo entre el gobierno de Barack Obama e Irán en 2015 se derrumba cuando el gobierno del Ayatola decide abandonar todo compromiso, y los gobiernos de Europa están por decidir el mantenimiento del bloqueo al comercio con Irán. México no está a salvo de los efectos de tan descabellada decisión; es congruente con su política internacional el llamado a las partes en conflicto a una solución basada en el diálogo y la negociación, pero esa postura no pasa de ser un buen deseo. Aun antes de la escalada de violencia por la respuesta de Irán, los precios internacionales del petróleo acusan un aumento considerable. En circunstancias del pasado, ese aumento beneficiaría a la economía de México, pero en la actualidad la cotización del oro negro va acompañada de

un aumento en los precios de la gasolina que México importa en grandes cantidades, y por tanto hace nugatorio el rendimiento que se obtendría de las declinantes exportaciones del crudo mexicano.

srio28@prodigy.net.mx

Hacia las últimas horas de la tarde, tiempo de México, se dio la noticia del primer ataque del ejército de Irán a bases militares norteamericanas situadas al oeste de Bagdad, en territorio de Irak. Misiles lanzados desde unidades móviles cuyo poder destructivo no ha sido precisado, cayeron sobre instalaciones de fuerzas estadounidenses de ocupación. Se informa que el presidente Donald Trump está reunido con el equipo de seguridad en Washington para analizar la posible respuesta a este primer ataque de lo que constituye la venganza de Irán por el asesinato del general Kassim Suleiman. El hecho, de gran gravedad para la paz en Medio Oriente confirma los términos de mi artículo enviado a las primeras horas de la tarde sobre las consecuencias de la decisión tomada por Trump que ya comenzaron a sentirse en la conflictiva zona. Dejo a consideración del lector el análisis de la situación que sin duda tendrá repercusiones no sólo en Oriente Medio, sino en el mundo entero.

Ante las manifestaciones de repudio a la prolongada presencia militar de Estados Unidos en Irak, el presidente Donald Trump escogió de entre las posibles opciones que le presentaron sus asesores, la que creyó más conveniente para sus intereses, aunque la más incendiaria para el complicado tablero del Medio Oriente: el asesinato del general Qassim Suleimani y cuatro dirigentes del gobierno de Irán, a quienes atribuye intenciones de atacar con armas letales bases e instalaciones norteamericanas en la región. Traidor y terrorista para el gobierno de Trump, héroe para la antigua Persia, Suleimani fue un personaje que lo mismo colaboró con Estados Unidos que representó un factor trascendental en la política internacional de su país y apoyó a las fuerzas opuestas al control estadounidense desde la muerte de Sadam Husein en 2006. El recurso adoptado por Trump no corresponde a una previa declaración de guerra ni a negociaciones que eventualmente pudieran resolver el problema; el asesinato puro y simple es propio de un gobierno canalla que no vacila ante las consecuencias mundiales de ese acto criminal.

Todo hace suponer que la decisión de Donald Trump parte del cálculo de los beneficios que la muerte del segundo del ayatola Hasán Rouhani le aportará en su campaña para la reelección porque alienta el supremacismo norteamericano y le permite esperar que en la opinión pública la inminencia del juicio político en su contra en las cámaras del Congreso pase a un segundo plano ante la efervescencia provocada por una decisión aparentemente patriótica y nacionalista.

Donald Trump no mide en su verdadera dimensión las consecuencias del asesinato del general Soleimani. Con la lucha de naturaleza religiosa entre chiítas y sunitas como telón de fondo, es previsible que no sólo en Irán o en Irak sino en otros países del Medio Oriente la venganza prometida por una multitud que comanda el ayatola Hasán Rouhani se manifieste en una serie de ataques a los intereses norteamericanos lo mismo en Arabia Saudita que en otros países del Golfo Pérsico y alcance incluso al enemigo tradicional de Irán, Israel. El incendio provocado por la decisión de Trump no llegará a ser una conflagración en Medio Oriente o una tercera guerra mundial, según las previsiones de los observadores. Será una venganza que en diferentes formas ocasionará desestabilización en la precaria paz que prevalece en Medio Oriente y tendrá graves efectos en el plano internacional, como ya se siente con fenómenos como el súbito incremento en los precios del petróleo ante la contracción de la oferta de las exportaciones de Irán y otros países. Trump ha endurecido su posición al anunciar una serie de objetivos militares con los que respondería a las acciones también anunciadas por Irán. El débil equilibrio logrado con el acuerdo entre el gobierno de Barack Obama e Irán en 2015 se derrumba cuando el gobierno del Ayatola decide abandonar todo compromiso, y los gobiernos de Europa están por decidir el mantenimiento del bloqueo al comercio con Irán. México no está a salvo de los efectos de tan descabellada decisión; es congruente con su política internacional el llamado a las partes en conflicto a una solución basada en el diálogo y la negociación, pero esa postura no pasa de ser un buen deseo. Aun antes de la escalada de violencia por la respuesta de Irán, los precios internacionales del petróleo acusan un aumento considerable. En circunstancias del pasado, ese aumento beneficiaría a la economía de México, pero en la actualidad la cotización del oro negro va acompañada de

un aumento en los precios de la gasolina que México importa en grandes cantidades, y por tanto hace nugatorio el rendimiento que se obtendría de las declinantes exportaciones del crudo mexicano.

srio28@prodigy.net.mx