/ lunes 26 de noviembre de 2018

Un Caballo de Troya en la 4a Transformación

El perdón a la corrupción. Por un momento vamos a suponer que todos los beneficiados por los actos de corrupción se transforman desde el primer segundo del 1 de diciembre. Se convierten en ciudadanos que respetan y hacen respetar el marco institucional. ¿Con ello se garantiza mayor equidad, crecimiento y desarrollo?

La respuesta más probable es NO. ¿Cuál es la razón? La corrupción fue uno de los frutos del agotamiento temprano de la Revolución, lo que hoy se ha denominado la 3a Transformación.

Desde 1947 Cosío Villegas advertía lo que después fue evidente en forma de diversas crisis sociales, políticas y económicas. Los movimientos ferrocarrileros, de electricistas y de maestros, así como el fraude político cimbraron la década de los años 50.

El movimiento estudiantil de los años 60 y la génesis de la guerrilla mostraban que el sistema político no correspondía con las necesidades de una sociedad cada vez más urbana y crítica. Sólo el crecimiento económico del Desarrollo Estabilizador y la capacidad del Estado Corporativo lograron mantener un sistema político que se había agotado décadas antes.

En los 80 la corrupción se desbordó y propició el colapsó del modelo económico, lo que dio paso a la Década Pérdida. Como en toda crisis económica, quienes detentan el control de las redes de poder logran fortalecer sus posiciones y la factura la pagó una incipiente clase media y los mexicanos que de por sí ya vivían en pobreza.

El nuevo modelo de apertura económica se gestó al mismo tiempo que se precarizaron el modelo educativo, el entorno laboral y el financiero para las empresas. Inició una etapa de restricción y austeridad que facilitó la permanencia en el poder de quienes causaron el declive.

El Estado Corporativo dio paso al Estado Capturado. Las redes de poder con el control de sindicatos y de las concesiones selectivas, el crimen organizado y la informalidad se hicieron orgánicas a un sistema político decadente. El fruto fue el aumento de la inequidad.

Quienes hoy controlan esas redes fueron los beneficiados por el agotamiento de la 3a Transformación, detentan los recursos políticos, económicos y sociales que no llegaron a la mayoría. Quienes lo alcanzaron a través de la corrupción lo hicieron pasando una factura al resto de la sociedad. Aunque su comportamiento cambie desde el 1 de diciembre parten con una enorme ventaja.

Andrés Manuel López Obrador confía en que podrá controlar esos poderes fácticos desde el rediseño de las instituciones que ya se opera en el Poder Legislativo y que en unos días hará desde el Ejecutivo.

Quienes se fortalecieron gracias a la corrupción se preparan para esta nueva etapa. El perdón les da tiempo valioso para calibrar sus opciones, preparar sus fuerzas e infiltrar al nuevo gobierno. Sin un crecimiento económico vigoroso los acontecimientos se precipitarán. La sociedad reclamará el cambio prometido.

Las decisiones del hoy preparan la realidad del futuro. La factura del agotamiento de la 3a Transformación fue pagada por la sociedad mexicana: 53 millones de pobres, 57% de la población en informalidad, inseguridad que obliga a tener a los militares en las calles y un entorno precarizado para la actividad empresarial. Todo ello debe cambiar, pero el Caballo de Troya jugará en contra.

El perdón a la corrupción. Por un momento vamos a suponer que todos los beneficiados por los actos de corrupción se transforman desde el primer segundo del 1 de diciembre. Se convierten en ciudadanos que respetan y hacen respetar el marco institucional. ¿Con ello se garantiza mayor equidad, crecimiento y desarrollo?

La respuesta más probable es NO. ¿Cuál es la razón? La corrupción fue uno de los frutos del agotamiento temprano de la Revolución, lo que hoy se ha denominado la 3a Transformación.

Desde 1947 Cosío Villegas advertía lo que después fue evidente en forma de diversas crisis sociales, políticas y económicas. Los movimientos ferrocarrileros, de electricistas y de maestros, así como el fraude político cimbraron la década de los años 50.

El movimiento estudiantil de los años 60 y la génesis de la guerrilla mostraban que el sistema político no correspondía con las necesidades de una sociedad cada vez más urbana y crítica. Sólo el crecimiento económico del Desarrollo Estabilizador y la capacidad del Estado Corporativo lograron mantener un sistema político que se había agotado décadas antes.

En los 80 la corrupción se desbordó y propició el colapsó del modelo económico, lo que dio paso a la Década Pérdida. Como en toda crisis económica, quienes detentan el control de las redes de poder logran fortalecer sus posiciones y la factura la pagó una incipiente clase media y los mexicanos que de por sí ya vivían en pobreza.

El nuevo modelo de apertura económica se gestó al mismo tiempo que se precarizaron el modelo educativo, el entorno laboral y el financiero para las empresas. Inició una etapa de restricción y austeridad que facilitó la permanencia en el poder de quienes causaron el declive.

El Estado Corporativo dio paso al Estado Capturado. Las redes de poder con el control de sindicatos y de las concesiones selectivas, el crimen organizado y la informalidad se hicieron orgánicas a un sistema político decadente. El fruto fue el aumento de la inequidad.

Quienes hoy controlan esas redes fueron los beneficiados por el agotamiento de la 3a Transformación, detentan los recursos políticos, económicos y sociales que no llegaron a la mayoría. Quienes lo alcanzaron a través de la corrupción lo hicieron pasando una factura al resto de la sociedad. Aunque su comportamiento cambie desde el 1 de diciembre parten con una enorme ventaja.

Andrés Manuel López Obrador confía en que podrá controlar esos poderes fácticos desde el rediseño de las instituciones que ya se opera en el Poder Legislativo y que en unos días hará desde el Ejecutivo.

Quienes se fortalecieron gracias a la corrupción se preparan para esta nueva etapa. El perdón les da tiempo valioso para calibrar sus opciones, preparar sus fuerzas e infiltrar al nuevo gobierno. Sin un crecimiento económico vigoroso los acontecimientos se precipitarán. La sociedad reclamará el cambio prometido.

Las decisiones del hoy preparan la realidad del futuro. La factura del agotamiento de la 3a Transformación fue pagada por la sociedad mexicana: 53 millones de pobres, 57% de la población en informalidad, inseguridad que obliga a tener a los militares en las calles y un entorno precarizado para la actividad empresarial. Todo ello debe cambiar, pero el Caballo de Troya jugará en contra.