/ martes 6 de julio de 2021

Un clima anormal

Por Pablo Bejarano Torrecillas

Durante las últimas semanas del mes de junio, todos (sobre todo en el norte del país) experimentamos temperaturas que van más allá de lo que normalmente consideramos como algo “normal”. Estados como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, siempre han sido catalogados como entidades con clima extremo, en los que en tiempo de verano el calor roza con lo insoportable y el invierno con lo crudo. Sin embargo, este año fue una exageración ya que las temperaturas sobrepasaron el límite de lo “normal”, registrando en algunos municipios temperaturas de hasta 53°C.

Lamentablemente la historia no termina en México, y así como las pandemias no conocen de fronteras, los efectos negativos directamente relacionados con el cambio climático auspiciados por las negligencias de nuestra especie humana, tampoco.

En tan solo la semana pasada nos saltaron dos alarmas climáticas preocupantes. Por un lado, el caso una fuga de gas en el golfo de México, que nos dejó con imágenes casi surrealistas en las que se puede observar una bola de fuego en el océano. Después de más de cinco horas de trabajo, se logró contener el daño pero no sus consecuencias en la vida marina.

Por otro lado, y la ola de calor que está azotando el suroeste de Canadá y el noreste de Estados Unidos (EE.UU.), una afectación, catalogada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) como una ola de calor “excepcional y peligrosa”. En el caso de Canadá las temperaturas han superado los 49°C en provincias y latitudes que no están acostumbradas temperaturas elevadas. Consecuencia de lo anterior las autoridades de la Columbia Británica con cerca de 5 millones de habitantes y de Oregón en EE.UU. con 4.2 millones de habitantes, han estado investigando cientos de muertes directamente relacionadas con la intolerancia climática.

Si bien para muchos países o estados dentro de los mismos, el calor es el día a día, para otros es algo tan anormal como ver fuego en el agua. Para Canadá y EE.UU. esto se debe a lo que se ha denominado como “cúpula de calor”; es decir, alta presión estática que hace las veces de una tapa en una olla que impide la llegada de aire frío y prolonga las temperaturas altas.

Si bien no se puede decir con certeza que la ola de calor sea consecuencia directa de las emisiones de la sociedad industrial, al menos todavía mientras dure el episodio. Lo que sí se puede afirmar, es que de acuerdo con los parámetros previamente establecidos en episodios anteriores, la comunidad científica puede afirmar que, cada ola de calor que ocurre hoy, es más probable y más intensa debido al cambio climático inducido por el hombre.

Así mismo, el IPCC, panel de expertos internacionales creado hace tres décadas advertía en su último informe de 2018 qué, a medida que el planeta supera ese grado de temperatura respecto de la era preindustrial, aumentan así mismo los riesgos e impactos a la salud humana y el medio ambiente en “fenómenos extremos como las olas de calor” mismas que “comienzan antes y terminan más tarde, cobrando un precio cada vez mayor a la salud humana”.

No hay día que no seamos testigos de los efectos climáticos. Así como los efectos negativos climáticos son nuestra responsabilidad, debemos como sociedad no solo asumir las consecuencias, sino sobre todo la responsabilidad y necesidad de cambiar para generar un impacto positivo generacional.

Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Por Pablo Bejarano Torrecillas

Durante las últimas semanas del mes de junio, todos (sobre todo en el norte del país) experimentamos temperaturas que van más allá de lo que normalmente consideramos como algo “normal”. Estados como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, siempre han sido catalogados como entidades con clima extremo, en los que en tiempo de verano el calor roza con lo insoportable y el invierno con lo crudo. Sin embargo, este año fue una exageración ya que las temperaturas sobrepasaron el límite de lo “normal”, registrando en algunos municipios temperaturas de hasta 53°C.

Lamentablemente la historia no termina en México, y así como las pandemias no conocen de fronteras, los efectos negativos directamente relacionados con el cambio climático auspiciados por las negligencias de nuestra especie humana, tampoco.

En tan solo la semana pasada nos saltaron dos alarmas climáticas preocupantes. Por un lado, el caso una fuga de gas en el golfo de México, que nos dejó con imágenes casi surrealistas en las que se puede observar una bola de fuego en el océano. Después de más de cinco horas de trabajo, se logró contener el daño pero no sus consecuencias en la vida marina.

Por otro lado, y la ola de calor que está azotando el suroeste de Canadá y el noreste de Estados Unidos (EE.UU.), una afectación, catalogada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) como una ola de calor “excepcional y peligrosa”. En el caso de Canadá las temperaturas han superado los 49°C en provincias y latitudes que no están acostumbradas temperaturas elevadas. Consecuencia de lo anterior las autoridades de la Columbia Británica con cerca de 5 millones de habitantes y de Oregón en EE.UU. con 4.2 millones de habitantes, han estado investigando cientos de muertes directamente relacionadas con la intolerancia climática.

Si bien para muchos países o estados dentro de los mismos, el calor es el día a día, para otros es algo tan anormal como ver fuego en el agua. Para Canadá y EE.UU. esto se debe a lo que se ha denominado como “cúpula de calor”; es decir, alta presión estática que hace las veces de una tapa en una olla que impide la llegada de aire frío y prolonga las temperaturas altas.

Si bien no se puede decir con certeza que la ola de calor sea consecuencia directa de las emisiones de la sociedad industrial, al menos todavía mientras dure el episodio. Lo que sí se puede afirmar, es que de acuerdo con los parámetros previamente establecidos en episodios anteriores, la comunidad científica puede afirmar que, cada ola de calor que ocurre hoy, es más probable y más intensa debido al cambio climático inducido por el hombre.

Así mismo, el IPCC, panel de expertos internacionales creado hace tres décadas advertía en su último informe de 2018 qué, a medida que el planeta supera ese grado de temperatura respecto de la era preindustrial, aumentan así mismo los riesgos e impactos a la salud humana y el medio ambiente en “fenómenos extremos como las olas de calor” mismas que “comienzan antes y terminan más tarde, cobrando un precio cada vez mayor a la salud humana”.

No hay día que no seamos testigos de los efectos climáticos. Así como los efectos negativos climáticos son nuestra responsabilidad, debemos como sociedad no solo asumir las consecuencias, sino sobre todo la responsabilidad y necesidad de cambiar para generar un impacto positivo generacional.

Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.