/ miércoles 4 de marzo de 2020

Un día sin vosotras

La finalidad primordial del paro de millones de mujeres el próximo nueve de marzo es la creación de una nueva conciencia, una cultura que valore y haga justicia al sexo femenino que representa más de la mitad de la población. No será la preparación del desayuno o la paralización del gobierno del hogar lo que marque ese lunes; serán las ausencias de la habilidad natural de la obrera en la fábrica, la delicadeza en la convivencia en la oficina lo que debe convencernos de la trascendencia de la mujer en la comunidad.

Será un día sin vosotras. Islandia fue un ejemplo de ese despertar y ese sacudimiento social; a partir de ello ese pequeño país fue el primero en tener como presidente a una mujer. El feminicidio como fenómeno más grave de la discriminación a la mujer es finalmente en México una parte del incremento de la delincuencia que afecta lo mismo a hombres que a niños, adolescentes y ancianos. Pero la injusticia social y la marginación de la mujer se expresan en la vida diaria, en las diferencias en los ingresos a trabajo igual y a la falta de reconocimiento y el desprecio a su contribución al desarrollo en lo político, en lo social y en lo económico.

La importancia del paro nacional de las mujeres debe medirse también en la respuesta de toda la sociedad, el hombre en primer lugar, a esa protesta que no está organizada por partido alguno, no corresponde a una ideología en particular ni está dirigido a un gobierno o a un funcionario por aludido que éste se sienta frente a la espontaneidad de esa manifestación. De los millones de brazos caídos del nueve de marzo debe surgir una cauda de razones para un cambio en la sociedad en el que la tan pregonada paridad de género vaya más allá de un decreto que iguale el número de curules, escaños o cargos gubernamentales y se extienda hasta lo más profundo de la convivencia en nuestra comunidad.


El objetivo mayor no es fácil de alcanzar. Más allá de declaraciones, retórica y tibias medidas políticas, la misoginia está presente en México como en otros países donde la igualdad de género está aún por alcanzarse. El presidente Andrés Manuel Obrador pierde la oportunidad de aprovechar el movimiento que se anuncia masivo de las mujeres el próximo lunes. En la tozudez rayada en paranoia previene a las mujeres, a todas, del riesgo que imagina de ser objeto de manipulación de los conservadores, los neoliberales, cual si se tratara de la maquinación de un grupo específico organizado que asecha a su gobierno, empeñado en derribar todas y cada una de sus políticas y determinaciones. Yerra el presidente al atribuir a los que llama sus adversarios los propósitos de un movimiento cuyas intenciones y causas son claras, similar a los registrados en otros países donde el avance en la condición de la mujer es evidente.

El descenso por mínimo que sea en la popularidad del presidente reflejado en las principales encuestas de los últimos días se produce en entrevistas efectuadas antes de conocerse el paro femenino del lunes próximo. En esa huelga singular participarán no sólo las integrantes de las organizaciones feministas sino también la mujer que a diario afronta el peligro de ataques en la vía pública, en el transporte, en su hogar, en su trabajo por humilde que sea. Hasta donde se sabe el movimiento es apoyado por la sociedad, incluidos los hombres de diversa condición social y económica. La mayoría de las dependencias oficiales, organismos gubernamentales y empresas han hecho pública su determinación de respetar la decisión y los propósitos de esa movilización. Tal vez en esos estratos el gobierno de López Obrador encuentre una merma en la popularidad que se agregue al desgaste por otras decisiones y medidas de política pública no compartidas por la mayoría. Próximas encuestas lo dirán.

srio28@prodigy.net.mx

La finalidad primordial del paro de millones de mujeres el próximo nueve de marzo es la creación de una nueva conciencia, una cultura que valore y haga justicia al sexo femenino que representa más de la mitad de la población. No será la preparación del desayuno o la paralización del gobierno del hogar lo que marque ese lunes; serán las ausencias de la habilidad natural de la obrera en la fábrica, la delicadeza en la convivencia en la oficina lo que debe convencernos de la trascendencia de la mujer en la comunidad.

Será un día sin vosotras. Islandia fue un ejemplo de ese despertar y ese sacudimiento social; a partir de ello ese pequeño país fue el primero en tener como presidente a una mujer. El feminicidio como fenómeno más grave de la discriminación a la mujer es finalmente en México una parte del incremento de la delincuencia que afecta lo mismo a hombres que a niños, adolescentes y ancianos. Pero la injusticia social y la marginación de la mujer se expresan en la vida diaria, en las diferencias en los ingresos a trabajo igual y a la falta de reconocimiento y el desprecio a su contribución al desarrollo en lo político, en lo social y en lo económico.

La importancia del paro nacional de las mujeres debe medirse también en la respuesta de toda la sociedad, el hombre en primer lugar, a esa protesta que no está organizada por partido alguno, no corresponde a una ideología en particular ni está dirigido a un gobierno o a un funcionario por aludido que éste se sienta frente a la espontaneidad de esa manifestación. De los millones de brazos caídos del nueve de marzo debe surgir una cauda de razones para un cambio en la sociedad en el que la tan pregonada paridad de género vaya más allá de un decreto que iguale el número de curules, escaños o cargos gubernamentales y se extienda hasta lo más profundo de la convivencia en nuestra comunidad.


El objetivo mayor no es fácil de alcanzar. Más allá de declaraciones, retórica y tibias medidas políticas, la misoginia está presente en México como en otros países donde la igualdad de género está aún por alcanzarse. El presidente Andrés Manuel Obrador pierde la oportunidad de aprovechar el movimiento que se anuncia masivo de las mujeres el próximo lunes. En la tozudez rayada en paranoia previene a las mujeres, a todas, del riesgo que imagina de ser objeto de manipulación de los conservadores, los neoliberales, cual si se tratara de la maquinación de un grupo específico organizado que asecha a su gobierno, empeñado en derribar todas y cada una de sus políticas y determinaciones. Yerra el presidente al atribuir a los que llama sus adversarios los propósitos de un movimiento cuyas intenciones y causas son claras, similar a los registrados en otros países donde el avance en la condición de la mujer es evidente.

El descenso por mínimo que sea en la popularidad del presidente reflejado en las principales encuestas de los últimos días se produce en entrevistas efectuadas antes de conocerse el paro femenino del lunes próximo. En esa huelga singular participarán no sólo las integrantes de las organizaciones feministas sino también la mujer que a diario afronta el peligro de ataques en la vía pública, en el transporte, en su hogar, en su trabajo por humilde que sea. Hasta donde se sabe el movimiento es apoyado por la sociedad, incluidos los hombres de diversa condición social y económica. La mayoría de las dependencias oficiales, organismos gubernamentales y empresas han hecho pública su determinación de respetar la decisión y los propósitos de esa movilización. Tal vez en esos estratos el gobierno de López Obrador encuentre una merma en la popularidad que se agregue al desgaste por otras decisiones y medidas de política pública no compartidas por la mayoría. Próximas encuestas lo dirán.

srio28@prodigy.net.mx