/ martes 23 de enero de 2018

Un juez y la silla de ruedas

El jueves 18 de enero, varias personas observamos algunas audiencias –como público- del Juez federal Manuel M. Moreo. Hubo una audiencia que nos llamó la atención: debido a la dureza del caso y la resolución que se dictó.

Un joven de 28 años se presentó rendido en una silla de ruedas, con su esposa y sus hijos. El joven “no” estaba acusado de homicidio, violación, secuestro, delincuencia organizada o de haber cometido un delito con medios violentos. El chico está en prisión porque el ministerio público alegó un supuesto riesgo de fuga. Cuando la persona fue acusada y se argumentó el peligro de fuga el muchacho estaba bien de salud. En algún momento, entre la primera audiencia y el 18 de enero, hubo un descontrol dentro del penal, un oficial de policía disparó y la bala llegó a la espalda del chico.

El joven no podrá volver a caminar, no tiene plena movilidad de brazos, tiene infecciones por todo el organismo y la bala sigue dentro de su cuerpo.  En mi óptica, la poca movilidad de la persona y la necesidad de operaciones, revisiones y análisis médicos anulan cualquier hipótesis de fuga. Cualquier intento de sustracción de la acción de la justicia, sería equivalente a quedarse sin atención médica y, por ende, morir. De alguna u otra manera, el abogado defensor le hizo ver estas cuestiones al Juez, sin embargo éste optó por abundar más en el derecho a la salud y a una vida digna, así manifestó que: en el reclusorio nadie le cambia los pañales, no tiene las tres comidas y tampoco recibe sus medicinas a tiempo.

El Juez escuchó con paciencia estas alegaciones y le pidió su opinión al ministerio público, éste manifestó que no existía un dictamen médico que ordenará que el muchacho estuviera en su casa y se negó. El Juez pidió pruebas y se decretó un receso para que el abogado defensor y el ministerio público observaran los últimos informes del hospital y del penal.

El abogado y el ministerio público volvieron a argumentar, ahora con los documentos médicos a la vista. Ambas partes reiteraron sus posiciones. El Juez decidió negar la petición, éste consideró que la ausencia de autonomía en la movilidad no era un impedimento para sustraerse de la acción de la justicia, es decir, la situación de tener plena movilidad y la extinción de la misma no son una variable para huir ¿raro no? Nunca he tenido conocimiento de un reo fugado con una bala en la espalda, con necesidad de medicamentos y en silla de ruedas.  En cuanto a lo otro, el Juez señaló que estaba mejor en el penal dado que la familia del muchacho era de bajos recursos ¿De verdad eso es un argumento? Todos sabemos que la familia tiene mejores condiciones para su cuidado diario. Múltiples estudios indican el estado que guardan los reclusorios, el propio caso lo demostraba, en el penal tuvo que intervenir la policía con armas de fuego por la falta de control en éste. En el reclusorio nadie atenderá al muchacho, no nos engañemos.

En mi criterio, la decisión judicial está alejada de las más mínimas nociones de justicia y de humanidad. El Juez salió caminando y el muchacho salió con el auxilio de varias personas. Hay momentos y personas que en un instante acaban a una persona, que triste casualidad entre la bala y las autoridades. En mi opinión, un alumno de 3° semestre de la carrera de derecho hubiera resuelto mejor el caso con el simple uso del sentido común.

Dr. en Derecho

El jueves 18 de enero, varias personas observamos algunas audiencias –como público- del Juez federal Manuel M. Moreo. Hubo una audiencia que nos llamó la atención: debido a la dureza del caso y la resolución que se dictó.

Un joven de 28 años se presentó rendido en una silla de ruedas, con su esposa y sus hijos. El joven “no” estaba acusado de homicidio, violación, secuestro, delincuencia organizada o de haber cometido un delito con medios violentos. El chico está en prisión porque el ministerio público alegó un supuesto riesgo de fuga. Cuando la persona fue acusada y se argumentó el peligro de fuga el muchacho estaba bien de salud. En algún momento, entre la primera audiencia y el 18 de enero, hubo un descontrol dentro del penal, un oficial de policía disparó y la bala llegó a la espalda del chico.

El joven no podrá volver a caminar, no tiene plena movilidad de brazos, tiene infecciones por todo el organismo y la bala sigue dentro de su cuerpo.  En mi óptica, la poca movilidad de la persona y la necesidad de operaciones, revisiones y análisis médicos anulan cualquier hipótesis de fuga. Cualquier intento de sustracción de la acción de la justicia, sería equivalente a quedarse sin atención médica y, por ende, morir. De alguna u otra manera, el abogado defensor le hizo ver estas cuestiones al Juez, sin embargo éste optó por abundar más en el derecho a la salud y a una vida digna, así manifestó que: en el reclusorio nadie le cambia los pañales, no tiene las tres comidas y tampoco recibe sus medicinas a tiempo.

El Juez escuchó con paciencia estas alegaciones y le pidió su opinión al ministerio público, éste manifestó que no existía un dictamen médico que ordenará que el muchacho estuviera en su casa y se negó. El Juez pidió pruebas y se decretó un receso para que el abogado defensor y el ministerio público observaran los últimos informes del hospital y del penal.

El abogado y el ministerio público volvieron a argumentar, ahora con los documentos médicos a la vista. Ambas partes reiteraron sus posiciones. El Juez decidió negar la petición, éste consideró que la ausencia de autonomía en la movilidad no era un impedimento para sustraerse de la acción de la justicia, es decir, la situación de tener plena movilidad y la extinción de la misma no son una variable para huir ¿raro no? Nunca he tenido conocimiento de un reo fugado con una bala en la espalda, con necesidad de medicamentos y en silla de ruedas.  En cuanto a lo otro, el Juez señaló que estaba mejor en el penal dado que la familia del muchacho era de bajos recursos ¿De verdad eso es un argumento? Todos sabemos que la familia tiene mejores condiciones para su cuidado diario. Múltiples estudios indican el estado que guardan los reclusorios, el propio caso lo demostraba, en el penal tuvo que intervenir la policía con armas de fuego por la falta de control en éste. En el reclusorio nadie atenderá al muchacho, no nos engañemos.

En mi criterio, la decisión judicial está alejada de las más mínimas nociones de justicia y de humanidad. El Juez salió caminando y el muchacho salió con el auxilio de varias personas. Hay momentos y personas que en un instante acaban a una persona, que triste casualidad entre la bala y las autoridades. En mi opinión, un alumno de 3° semestre de la carrera de derecho hubiera resuelto mejor el caso con el simple uso del sentido común.

Dr. en Derecho

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