/ sábado 31 de marzo de 2018

Un lustro de Francisco

Hace unos días, el Papa Francisco cumplió cinco años, como Pontífice de la Iglesia Católica. Le tocaron tiempos borrascosos. A pesar de su apertura, de su afán por el cambio y por tirar las viejas estructuras Vaticanas, la máquina enroñada se lo impide.

Fue esa burocracia corrupta y llena de privilegios, la que obligó a la renuncia de su antecesor, Benedicto. Un conservadurismo, contrario a que se abra la mínima rendija, a la vez corrupta y acostumbrada a una vida de lujos, pone a prueba al argentino.

Se ocupa y se preocupa por los países marginados, por quienes están en guerra, por los que sufren catástrofes naturales. Le duele la pobreza de tantos millones y el vacío espiritual, de tantos otros. Hombre que ha demostrado una enorme sensibilidad, frente a la conflictiva mundial, capaz incluso de criticar –así sea con un gesto-, a personajes tan en duda, como el señor Trump.

El problema latinoamericano es que los templos se vacían. Miles de fieles se alejan, un alto porcentaje para incorporarse a las fila de los Evangélicos, otro, para declararse ateo o agnóstico.

En Centroamérica, un grueso de la población se movió a favor de los pastores provenientes de Estados Unidos. Su capacidad de convencimiento, para atraer a quienes serán conversos, es fuerte. Con poderío económico se publicitan casa por casa y legiones de adoctrinadores recorren territorios.

Por el contrario, la escasez de vocaciones, los seminarios vacíos, reduce el número de monjas y sacerdotes, que tienen que dividirse en mil pedazos, para atender a quienes aún profesan la fe católica.

Los datos del Latinobarómetro son contundentes. La popularidad de Francisco bajó de un 7.2 a un 6.8 de simpatía, mientras el índice de confianza en la institución se fue al suelo.

Un factor que propició esta pérdida de feligreses, ha sido la pederastia clerical. En el caso de Chile es patente. El escándalo de un párroco –Fernando Karadima-, quien tras 50 años de haber estado en la Iglesia de El Bosque y al que se consideraba guía insustituible para seminaristas –además de “santo”-, cimbró los cimientos del catolicismo chileno.

El Vaticano lo condenó en el 2011, por abusos sexuales (Las denuncias empezaron en el 2004) y las autoridades lo llevaron a juicio. No hubo castigo, ya que, de acuerdo al renovado código penal, sus delitos habían prescrito.

Consciente de la debacle, Francisco estuvo de visita en Chile, este año. Las recriminaciones fueron duras y poco pudo hacer, salvo enviar a un Obispo a abrir de nuevo las investigaciones sobre este dramático episodio.

En Estados Unidos, un amplio sector le demanda que reconozca las uniones homosexuales, mientras el otro, conservadores a ultranza, lo rechazan por lo que ven como un tomar la bandera de estos grupos.

En México, la pederastia –sobre todo encarnada por Marcial Maciel-, laceró a una grey confesa por herencia, pero ignorante de su religión. En las grandes urbes, como la CDMX, la secularización se impone.

Se destacan ejemplos de malos sacerdotes, mientras se ignora la labor silenciosa de la mayoría. Una juez recién condenó a 63 años de prisión, a un cura que abusó de varios niños, durante años. Increíble el que la arquidiócesis no lo supiera, o fuera incapaz de ejercer una supervisión estricta, sobre el pervertido denunciado.

Francisco lucha a brazo partido, para recomponer el tiradero que viene de largo. Le tocaron tiempos muy difíciles, al enorme Jesuita.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq



Hace unos días, el Papa Francisco cumplió cinco años, como Pontífice de la Iglesia Católica. Le tocaron tiempos borrascosos. A pesar de su apertura, de su afán por el cambio y por tirar las viejas estructuras Vaticanas, la máquina enroñada se lo impide.

Fue esa burocracia corrupta y llena de privilegios, la que obligó a la renuncia de su antecesor, Benedicto. Un conservadurismo, contrario a que se abra la mínima rendija, a la vez corrupta y acostumbrada a una vida de lujos, pone a prueba al argentino.

Se ocupa y se preocupa por los países marginados, por quienes están en guerra, por los que sufren catástrofes naturales. Le duele la pobreza de tantos millones y el vacío espiritual, de tantos otros. Hombre que ha demostrado una enorme sensibilidad, frente a la conflictiva mundial, capaz incluso de criticar –así sea con un gesto-, a personajes tan en duda, como el señor Trump.

El problema latinoamericano es que los templos se vacían. Miles de fieles se alejan, un alto porcentaje para incorporarse a las fila de los Evangélicos, otro, para declararse ateo o agnóstico.

En Centroamérica, un grueso de la población se movió a favor de los pastores provenientes de Estados Unidos. Su capacidad de convencimiento, para atraer a quienes serán conversos, es fuerte. Con poderío económico se publicitan casa por casa y legiones de adoctrinadores recorren territorios.

Por el contrario, la escasez de vocaciones, los seminarios vacíos, reduce el número de monjas y sacerdotes, que tienen que dividirse en mil pedazos, para atender a quienes aún profesan la fe católica.

Los datos del Latinobarómetro son contundentes. La popularidad de Francisco bajó de un 7.2 a un 6.8 de simpatía, mientras el índice de confianza en la institución se fue al suelo.

Un factor que propició esta pérdida de feligreses, ha sido la pederastia clerical. En el caso de Chile es patente. El escándalo de un párroco –Fernando Karadima-, quien tras 50 años de haber estado en la Iglesia de El Bosque y al que se consideraba guía insustituible para seminaristas –además de “santo”-, cimbró los cimientos del catolicismo chileno.

El Vaticano lo condenó en el 2011, por abusos sexuales (Las denuncias empezaron en el 2004) y las autoridades lo llevaron a juicio. No hubo castigo, ya que, de acuerdo al renovado código penal, sus delitos habían prescrito.

Consciente de la debacle, Francisco estuvo de visita en Chile, este año. Las recriminaciones fueron duras y poco pudo hacer, salvo enviar a un Obispo a abrir de nuevo las investigaciones sobre este dramático episodio.

En Estados Unidos, un amplio sector le demanda que reconozca las uniones homosexuales, mientras el otro, conservadores a ultranza, lo rechazan por lo que ven como un tomar la bandera de estos grupos.

En México, la pederastia –sobre todo encarnada por Marcial Maciel-, laceró a una grey confesa por herencia, pero ignorante de su religión. En las grandes urbes, como la CDMX, la secularización se impone.

Se destacan ejemplos de malos sacerdotes, mientras se ignora la labor silenciosa de la mayoría. Una juez recién condenó a 63 años de prisión, a un cura que abusó de varios niños, durante años. Increíble el que la arquidiócesis no lo supiera, o fuera incapaz de ejercer una supervisión estricta, sobre el pervertido denunciado.

Francisco lucha a brazo partido, para recomponer el tiradero que viene de largo. Le tocaron tiempos muy difíciles, al enorme Jesuita.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq