/ domingo 15 de diciembre de 2019

Un mundo sin poesía

“La fluidez inaferrable de la vida, en la obra de arte halla un instante de eternidad. Esta antítesis …

quiere representar el relámpago de intuición que, al ánimo vibrante del poeta y músico vesclarece un punto eterno en el flujo de la existencia".

Uberto Zanolli

(En su XXV aniversario luctuoso)

Poesía, vocablo fascinante. No por su origen sino por lo que significa: “poiesis”, creación, conversión platónica del no-ser al ser y “poietés”, su creador, el poeta.

Compañera milenaria del hombre, si bien hay fragmentos en papiros egipcios que contienen proto poemas y existen estructuras análogas en la Biblia, se considera al Poema de Gilgamesh, elaborado en Sumeria hacia el III milenio a. C., el primero hasta ahora en su género. No obstante, corresponderá a los griegos hacer de la poesía una de las manifestaciones artísticas más sublimes de la antigüedad. Por algo Goethe dijo: “de todos los pueblos, fueron los griegos los que mejor soñaron el sueño de la vida”. Y lo lograron, porque la poesía griega, además de dar nombre a todo lo escrito en verso, nació vinculada a la música, ya que los poetas (aedas), más que declamar, cantaban acompañados por la lira, el instrumento del dios Apolo. Poetas así fueron Hesíodo, el legendario Homero, Arquícolo, Pisandro, Safo y Terpandro -quien la dotó de 7 cuerdas-, Calino, Anacreonte y Quilón, tal como Solón, Simónides, Teognis, Tespis, Esquilo, Eurípides y Parménides, entre otros. Por su parte, Platón y Aristóteles le dedicaron extensas reflexiones, como ocurrió en la obra del estagirita Poética, una de las primeras teorías literarias de Occidente, que alude a los principios del arte: catarsis, mímesis y verosimilitud. Al paso de los siglos, la poesía floreció en el seno del Imperio Romano gracias a la obra de Lucrecio, Catulo, Horacio, Ovidio y Virgilio, adquiriendo gran esplendor durante la Edad Media cuando trovadores y troveros, juglares, meistersänger y minnesänger, recurrieron a ella para plasmar su inspiración. Largo proceso del que Dante y Petrarca fueron la cúspide.

A partir de entonces y hasta el siglo XX, a ella habrán de volcarse los más grandes escritores, recurriendo y desarrollando toda clase de estrofas, formas, tropos y figuras retóricas, pudiendo hallarse lo mismo en un verso que en un texto en prosa. Sin embargo ¿por qué nuestro mundo, cuyos extremos están a la distancia de un click carece de poesía?

Porque la poesía es, como lo anticiparon Aristóteles, Wordsworth y Coleridge, más que la historia y más que la filosofía, al ser su objeto la verdad. Porque solo quien es un gran filósofo puede llegar ser un gran poeta y hoy nuestro mundo, al atravesar por una severa crisis moral, enfrenta por consecuencia una profunda crisis en la poesía. Porque la poesía es inspiración y sublimación que proceden de lo más hondo de la sensibilidad del género humano y si algo actualmente enfrentamos y nos define, es la crasa insensibilidad y deshumanización en las que estamos atrapados y de las que no queremos salir. Porque el poeta ve lo que otros no perciben y por eso puede crear nuevos mundos, reales e irreales. Porque la poesía sublima lo tangible y nos revela lo intangible a través de la palabra, pero no cualquier palabra. Benedetto Croce lo advierte: solo logra ser expresión cuando cada palabra del verso es expresiva en sí. No está en el verso sino en la expresión estética del poeta al crear y en la del lector al leer. Estética poética que, a decir de Jorge Luis Borges, implica belleza, sí, pero ante todo sentimiento.

Por eso cuando Heidegger, a partir de los versos de Hölderlin, buscó la esencia de la esencia de la poesía y reconoció que la poesía era “la instauración del ser con la palabra”, no solo como un tipo de “donación libre”, sino de “firme fundamentación de la existencia humana en su razón de ser”, descubrió que el poeta es un ser interdimensional al ubicarse entre los dioses y los hombres. Recibe el logos, la inspiración, que luego transmite anticipándose a lo no ocurrido y eso lo convierte en sibilo, como lo es el filósofo, haciendo de la poesía reflejo fiel de su tiempo y adelanto visionario de lo que sobrevendrá. Y por eso tampoco sirve que existan nuevas perspectivas en la poesía contemporánea -algunas vinculadas con la ecología, ser, conciencia y virtualidad-, si el estro poético no logra retornar a sus orígenes prístinos y a la búsqueda de su esencia inmanente.

Lo advirtió Antonio Machado: “Tened cuidado, que la libertad no está en poder decir lo que pensamos, sino está en poder pensar lo que decimos”. Cada vez menos piensan lo que dicen y la inmediatez del día a día sí lo confirma. Una palabra lanzada en las redes sociales es capaz de destruir en un instante la fama y el honor de una persona. Lo efímero se impone a lo trascendente.

Sí, la poesía huye de nuestras vidas y no nos importa. Hemos olvidado el secreto que compartió el zorro con el Principito: “solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”.

bettyzanolli@gmail.com\u0009\u0009\u0009@BettyZanolli


“La fluidez inaferrable de la vida, en la obra de arte halla un instante de eternidad. Esta antítesis …

quiere representar el relámpago de intuición que, al ánimo vibrante del poeta y músico vesclarece un punto eterno en el flujo de la existencia".

Uberto Zanolli

(En su XXV aniversario luctuoso)

Poesía, vocablo fascinante. No por su origen sino por lo que significa: “poiesis”, creación, conversión platónica del no-ser al ser y “poietés”, su creador, el poeta.

Compañera milenaria del hombre, si bien hay fragmentos en papiros egipcios que contienen proto poemas y existen estructuras análogas en la Biblia, se considera al Poema de Gilgamesh, elaborado en Sumeria hacia el III milenio a. C., el primero hasta ahora en su género. No obstante, corresponderá a los griegos hacer de la poesía una de las manifestaciones artísticas más sublimes de la antigüedad. Por algo Goethe dijo: “de todos los pueblos, fueron los griegos los que mejor soñaron el sueño de la vida”. Y lo lograron, porque la poesía griega, además de dar nombre a todo lo escrito en verso, nació vinculada a la música, ya que los poetas (aedas), más que declamar, cantaban acompañados por la lira, el instrumento del dios Apolo. Poetas así fueron Hesíodo, el legendario Homero, Arquícolo, Pisandro, Safo y Terpandro -quien la dotó de 7 cuerdas-, Calino, Anacreonte y Quilón, tal como Solón, Simónides, Teognis, Tespis, Esquilo, Eurípides y Parménides, entre otros. Por su parte, Platón y Aristóteles le dedicaron extensas reflexiones, como ocurrió en la obra del estagirita Poética, una de las primeras teorías literarias de Occidente, que alude a los principios del arte: catarsis, mímesis y verosimilitud. Al paso de los siglos, la poesía floreció en el seno del Imperio Romano gracias a la obra de Lucrecio, Catulo, Horacio, Ovidio y Virgilio, adquiriendo gran esplendor durante la Edad Media cuando trovadores y troveros, juglares, meistersänger y minnesänger, recurrieron a ella para plasmar su inspiración. Largo proceso del que Dante y Petrarca fueron la cúspide.

A partir de entonces y hasta el siglo XX, a ella habrán de volcarse los más grandes escritores, recurriendo y desarrollando toda clase de estrofas, formas, tropos y figuras retóricas, pudiendo hallarse lo mismo en un verso que en un texto en prosa. Sin embargo ¿por qué nuestro mundo, cuyos extremos están a la distancia de un click carece de poesía?

Porque la poesía es, como lo anticiparon Aristóteles, Wordsworth y Coleridge, más que la historia y más que la filosofía, al ser su objeto la verdad. Porque solo quien es un gran filósofo puede llegar ser un gran poeta y hoy nuestro mundo, al atravesar por una severa crisis moral, enfrenta por consecuencia una profunda crisis en la poesía. Porque la poesía es inspiración y sublimación que proceden de lo más hondo de la sensibilidad del género humano y si algo actualmente enfrentamos y nos define, es la crasa insensibilidad y deshumanización en las que estamos atrapados y de las que no queremos salir. Porque el poeta ve lo que otros no perciben y por eso puede crear nuevos mundos, reales e irreales. Porque la poesía sublima lo tangible y nos revela lo intangible a través de la palabra, pero no cualquier palabra. Benedetto Croce lo advierte: solo logra ser expresión cuando cada palabra del verso es expresiva en sí. No está en el verso sino en la expresión estética del poeta al crear y en la del lector al leer. Estética poética que, a decir de Jorge Luis Borges, implica belleza, sí, pero ante todo sentimiento.

Por eso cuando Heidegger, a partir de los versos de Hölderlin, buscó la esencia de la esencia de la poesía y reconoció que la poesía era “la instauración del ser con la palabra”, no solo como un tipo de “donación libre”, sino de “firme fundamentación de la existencia humana en su razón de ser”, descubrió que el poeta es un ser interdimensional al ubicarse entre los dioses y los hombres. Recibe el logos, la inspiración, que luego transmite anticipándose a lo no ocurrido y eso lo convierte en sibilo, como lo es el filósofo, haciendo de la poesía reflejo fiel de su tiempo y adelanto visionario de lo que sobrevendrá. Y por eso tampoco sirve que existan nuevas perspectivas en la poesía contemporánea -algunas vinculadas con la ecología, ser, conciencia y virtualidad-, si el estro poético no logra retornar a sus orígenes prístinos y a la búsqueda de su esencia inmanente.

Lo advirtió Antonio Machado: “Tened cuidado, que la libertad no está en poder decir lo que pensamos, sino está en poder pensar lo que decimos”. Cada vez menos piensan lo que dicen y la inmediatez del día a día sí lo confirma. Una palabra lanzada en las redes sociales es capaz de destruir en un instante la fama y el honor de una persona. Lo efímero se impone a lo trascendente.

Sí, la poesía huye de nuestras vidas y no nos importa. Hemos olvidado el secreto que compartió el zorro con el Principito: “solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”.

bettyzanolli@gmail.com\u0009\u0009\u0009@BettyZanolli