/ jueves 8 de marzo de 2018

Un viejo gruñón con misiles nucleares

Imagínense que están escuchando a un viejo hablador en una cena, que conversa de todo lo que está mal en el mundo, lo cual principalmente consiste en cómo los estadunidenses somos víctimas de los extranjeros que se aprovechan de nosotros. Lo escuchan; después de todo ha habido aproximadamente unos 17 mil análisis noticiosos que nos dicen que los viejos habladores representan al verdadero Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos para evitar ser condescendientes, no pueden evitar darse cuenta de que sus opiniones parecen un poco, digamos, carentes de veracidad. No, no estamos pasando por una ola de crímenes violentos cuyos autores son inmigrantes. No, no regalamos enormes cantidades en asistencia extranjera. Lo mismo sucede con muchas cosas más. En esencia, lo que este viejo considera hechos, son cosas que cree haber escuchado en algún lado, principalmente en Fox News, y que no se toma la molestia de verificar.

Bueno, en general, deberíamos estar preparados para ser más tolerantes con los ciudadanos comunes y corrientes en estas cuestiones. Las personas tienen hijos que cuidar, trabajos que hacer y vidas que vivir, así que no podemos esperar que sean especialistas en políticas públicas, aunque quizá deberían tener una mejor idea de lo que no saben.

Sin embargo, ¿qué pasaría si da la casualidad de que el viejo gruñón y mal informado que cree con gran convicción en cosas que no son ciertas es el presidente de Estados Unidos? La declaración de Donald Trump de que está listo para imponer aranceles al acero y el aluminio es una mala política, pero tampoco es que sea para tanto. Lo realmente perturbador es la forma en la que parece haber llegado a esa decisión, que aparentemente le cayó de sorpresa a su propio equipo económico.

Para empezar, la supuesta justificación jurídica para esta estrategia fue que se necesitaban aranceles para proteger la seguridad nacional. Después de todo, no podemos depender del aluminio de potencias extranjeras inestables y hostiles como… Canadá, nuestro principal proveedor extranjero (que también es nuestro principal proveedor extranjero de acero).

La cuestión es que la justificación para esta política fue evidentemente engañosa y eso importa: les da a otros países plena capacidad jurídica para tomar represalias, y eso harán. La Unión Europea —que, por mucho, ocupa un lugar mucho más prominente en el comercio internacional que nosotros— ha amenazado con imponer aranceles a Harley-Davidson, el bourbon y los pantalones de mezclilla.

Mientras tanto, después de su anuncio, Trump ha tuiteado una falsedad tras otra. No me refiero a que haya dicho cosas con las que no estoy de acuerdo, sino a que ha estado diciendo cosas que son simple y llanamente falsas, incluso según el propio gobierno estadounidense.

Declaró que este país tiene grandes déficits comerciales con Canadá; en realidad, según las cifras oficiales, hay un pequeño superávit. Los europeos, dice, imponen “aranceles masivos” a los productos estadounidenses; la guía del gobierno estadounidense para los exportadores nos dice que “las exportaciones de Estados Unidos a la Unión Europea gozan de un arancel promedio de 3%".

Imagínense que están escuchando a un viejo hablador en una cena, que conversa de todo lo que está mal en el mundo, lo cual principalmente consiste en cómo los estadunidenses somos víctimas de los extranjeros que se aprovechan de nosotros. Lo escuchan; después de todo ha habido aproximadamente unos 17 mil análisis noticiosos que nos dicen que los viejos habladores representan al verdadero Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos para evitar ser condescendientes, no pueden evitar darse cuenta de que sus opiniones parecen un poco, digamos, carentes de veracidad. No, no estamos pasando por una ola de crímenes violentos cuyos autores son inmigrantes. No, no regalamos enormes cantidades en asistencia extranjera. Lo mismo sucede con muchas cosas más. En esencia, lo que este viejo considera hechos, son cosas que cree haber escuchado en algún lado, principalmente en Fox News, y que no se toma la molestia de verificar.

Bueno, en general, deberíamos estar preparados para ser más tolerantes con los ciudadanos comunes y corrientes en estas cuestiones. Las personas tienen hijos que cuidar, trabajos que hacer y vidas que vivir, así que no podemos esperar que sean especialistas en políticas públicas, aunque quizá deberían tener una mejor idea de lo que no saben.

Sin embargo, ¿qué pasaría si da la casualidad de que el viejo gruñón y mal informado que cree con gran convicción en cosas que no son ciertas es el presidente de Estados Unidos? La declaración de Donald Trump de que está listo para imponer aranceles al acero y el aluminio es una mala política, pero tampoco es que sea para tanto. Lo realmente perturbador es la forma en la que parece haber llegado a esa decisión, que aparentemente le cayó de sorpresa a su propio equipo económico.

Para empezar, la supuesta justificación jurídica para esta estrategia fue que se necesitaban aranceles para proteger la seguridad nacional. Después de todo, no podemos depender del aluminio de potencias extranjeras inestables y hostiles como… Canadá, nuestro principal proveedor extranjero (que también es nuestro principal proveedor extranjero de acero).

La cuestión es que la justificación para esta política fue evidentemente engañosa y eso importa: les da a otros países plena capacidad jurídica para tomar represalias, y eso harán. La Unión Europea —que, por mucho, ocupa un lugar mucho más prominente en el comercio internacional que nosotros— ha amenazado con imponer aranceles a Harley-Davidson, el bourbon y los pantalones de mezclilla.

Mientras tanto, después de su anuncio, Trump ha tuiteado una falsedad tras otra. No me refiero a que haya dicho cosas con las que no estoy de acuerdo, sino a que ha estado diciendo cosas que son simple y llanamente falsas, incluso según el propio gobierno estadounidense.

Declaró que este país tiene grandes déficits comerciales con Canadá; en realidad, según las cifras oficiales, hay un pequeño superávit. Los europeos, dice, imponen “aranceles masivos” a los productos estadounidenses; la guía del gobierno estadounidense para los exportadores nos dice que “las exportaciones de Estados Unidos a la Unión Europea gozan de un arancel promedio de 3%".