/ lunes 21 de mayo de 2018

Un voto útil, un voto por la paz

No es que México fuese un país donde se viviera en absoluta tranquilidad, no, había zonas y territorios realmente peligrosos que se procuraba evitar, pero hoy el temor y un estado de alerta, es lo cotidiano. Lo común en las pláticas familiares es la preocupación de salir de casa y no saber si se regresará; en tanto, se agradece que los teléfonos celulares nos permitan estar en constante contacto con nuestros seres queridos. La inseguridad y la violencia son los aspectos que más deterioran nuestra estabilidad emocional.

Por eso las reacciones a todo lo público son comprensibles, es al gobierno al que se responsabiliza del deterioro social y que no se pueda transitar con tranquilidad por las calles; que no se pueda confiar en quien debería ser garante de nuestra seguridad; que hasta un simple robo se realiza violencia; que cada día implique el riego de perder la vida.

La pregunta que me viene a la cabeza es ¿cómo se puede reconstruir el tejido social de manera que nuestra vida sea en paz y tranquilidad, como dice la Constitución? Es necesario repensar y concretar otro país, en el que las estadísticas no establezcan récords por el número de homicidios dolosos cada año.

El enojo de la gente le impide valorar otros momentos históricos que bien vendría recordarlos para no repetirlos, como las guerras que tuvieron que enfrentarse para consolidarnos como Nación en siglo XIX o la revolución contra la dictadura de principios del siglo XX.

Hannah Arendt reflexionó sobre las causas del totalitarismo nazi y una de ellas tuvo que ver con el deterioro del Estado entendido como el Estado jurídico sustentado y sostenido por el ejercicio de los derechos, que sólo se puede lograr cuando hay un comportamiento moral generado por la misma política. Cuando existe una ruptura de toda comprensión o categorización de esta moral, deviene el desquebrajamiento de la política, y por supuesto del Estado democrático.

En México el principal riesgo hacia el deterioro de la vida democrática es que las instituciones que están diseñadas para concretar el precepto constitucional -y la legislación secundaria que derivan del mismo- hoy ciertamente están siendo insultadas por la corrupción y la impunidad, por la falta de controles eficaces, confiables e imparciales, que evalúen y vigilen el cumplimiento de la norma. Y en todo este malestar, hay un elemento pernicioso que, como dice Arendt, solo sabe aclamar o apedrear, y simpatiza con la nefasta idea de que no son necesarias las instituciones y vitorea al populista. El pueblo racional y responsable es muy diferente; el pueblo contribuye, aporta, construye y reconstruye.

¡Alertémonos! Urge la restitución del Estado de derechos, la vindicación de la política y la legitimación de las instituciones desde un enfoque que evite caer en un régimen autoritario que destruya al Estado constitucional.

Urge la reconstrucción de la paz, y para lograrlo debemos darle un nuevo sentido a la política, como Arendt lo pensó, desde la perspectiva de los derechos universales y la libre igualdad de la y el ciudadano respecto a esos derechos. El México en paz sólo lo puede concretar Ricardo Anaya con la segunda vuelta de facto a través del voto útil.

Senadora por el PRD

@angelicadelap

No es que México fuese un país donde se viviera en absoluta tranquilidad, no, había zonas y territorios realmente peligrosos que se procuraba evitar, pero hoy el temor y un estado de alerta, es lo cotidiano. Lo común en las pláticas familiares es la preocupación de salir de casa y no saber si se regresará; en tanto, se agradece que los teléfonos celulares nos permitan estar en constante contacto con nuestros seres queridos. La inseguridad y la violencia son los aspectos que más deterioran nuestra estabilidad emocional.

Por eso las reacciones a todo lo público son comprensibles, es al gobierno al que se responsabiliza del deterioro social y que no se pueda transitar con tranquilidad por las calles; que no se pueda confiar en quien debería ser garante de nuestra seguridad; que hasta un simple robo se realiza violencia; que cada día implique el riego de perder la vida.

La pregunta que me viene a la cabeza es ¿cómo se puede reconstruir el tejido social de manera que nuestra vida sea en paz y tranquilidad, como dice la Constitución? Es necesario repensar y concretar otro país, en el que las estadísticas no establezcan récords por el número de homicidios dolosos cada año.

El enojo de la gente le impide valorar otros momentos históricos que bien vendría recordarlos para no repetirlos, como las guerras que tuvieron que enfrentarse para consolidarnos como Nación en siglo XIX o la revolución contra la dictadura de principios del siglo XX.

Hannah Arendt reflexionó sobre las causas del totalitarismo nazi y una de ellas tuvo que ver con el deterioro del Estado entendido como el Estado jurídico sustentado y sostenido por el ejercicio de los derechos, que sólo se puede lograr cuando hay un comportamiento moral generado por la misma política. Cuando existe una ruptura de toda comprensión o categorización de esta moral, deviene el desquebrajamiento de la política, y por supuesto del Estado democrático.

En México el principal riesgo hacia el deterioro de la vida democrática es que las instituciones que están diseñadas para concretar el precepto constitucional -y la legislación secundaria que derivan del mismo- hoy ciertamente están siendo insultadas por la corrupción y la impunidad, por la falta de controles eficaces, confiables e imparciales, que evalúen y vigilen el cumplimiento de la norma. Y en todo este malestar, hay un elemento pernicioso que, como dice Arendt, solo sabe aclamar o apedrear, y simpatiza con la nefasta idea de que no son necesarias las instituciones y vitorea al populista. El pueblo racional y responsable es muy diferente; el pueblo contribuye, aporta, construye y reconstruye.

¡Alertémonos! Urge la restitución del Estado de derechos, la vindicación de la política y la legitimación de las instituciones desde un enfoque que evite caer en un régimen autoritario que destruya al Estado constitucional.

Urge la reconstrucción de la paz, y para lograrlo debemos darle un nuevo sentido a la política, como Arendt lo pensó, desde la perspectiva de los derechos universales y la libre igualdad de la y el ciudadano respecto a esos derechos. El México en paz sólo lo puede concretar Ricardo Anaya con la segunda vuelta de facto a través del voto útil.

Senadora por el PRD

@angelicadelap