/ miércoles 27 de diciembre de 2017

Una guerra que se aproxima

En el 2017 la tensión entre las dos coreas alcanzó su punto más peligroso de los últimos 50 años. Los Estados Unidos junto con Corea del Sur ensayan una guerra total contra el régimen de Pyongyang, que incluiría el envío de 16 mil tropas estadounidenses a Corea del Norte. El gobierno de China reconoce más que nunca el riesgo de un estallido armado, desde su punto de vista el presidente Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, están atrapados en un círculo vicioso de ataques personales. Paradójicamente el gigante asiático no puede hacer nada al respeto, en el mejor de los casos, intentaría evitar una confrontación total. Desde mediados de abril pasado han desplegado 100 mil militares en su frontera con los coreanos, además los chinos que viven ahí fueron adoctrinados para responder ante un eventual ataque nuclear.

Vale la pena preguntarse: ¿Cuál de las dos naciones se atrevería a iniciar una guerra donde la única seguridad es que ambos perderán? Incluso Washington podría verse obligado a repeler una agresión en contra de sus aliados en la zona. Sin duda los submarinos de Rusia y China representan el mayor riesgo para los portaviones y otros buques de guerra de la Armada de EU. Los torpedos de 533 milímetros y de 650 milímetros producidos por Rusia resultan tan potentes que son capaces de hundir las aeronaves norteamericanas.

Queda claro que el control absoluto del Pacífico por parte de los estadounidenses llegó a su fin en el momento que Corea del Norte levantó la voz en un intento de revertir el cerco comercial al que es sometido. Los expertos en el tema coinciden que Kim Jong-un demostró de manera convincente su capacidad de causar un daño terrible a los estadounidenses, alcanzando de esta manera el objetivo principal de su programa nuclear.

Es una realidad, cuánto más grande sea el club nuclear, menor será el peso político de cada uno de sus miembros. Actualmente, este selecto grupo incluye siete países: los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) —Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y China—  más la India y Pakistán. En este contexto, no resultó extraño que el secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, afirmó tener la intención de seguir negociando una salida diplomática con Corea del Norte, hasta que “caiga la primera bomba”.

Esta tensión se refleja en la embajada de Corea del Norte en México, ahí hablan del convenio militar que se estableció recientemente entre Pekín y Pyongyang para una defensa mutua en caso de un ataque de los estadounidenses. En la sede diplomática ya no existe la prudencia, prevalece una retórica violenta y a la menor provocación se expresan amenazas de muerte contra el mandatario Donald Trump. En el tablero militar los norcoreanos avanzan bajo dos premisas históricas: La primera se refiere a que las bombas atómicas que fueron arrojadas por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, eran innecesarias, en realidad llevaban el mensaje de inhibir una posible expansión político económica de la península coreana; la segunda hipótesis se relaciona a la posible unificación entre las dos coreas. Aunque esto resultaría algo realmente complejo, el sur se ha occidentalizado completamente en su forma de pensar y actuar, mientras el norte ha permanecido fiel a su legado milenario.

En estas circunstancias se puede afirmar que la paz del mundo camina por una cuerda delgada que pareciera romperse a cada instante, en caso de que estalle el conflicto todos pagaremos las consecuencias. ¡El Pacífico quedará contaminado!

tenorio_hector@hotmail.com

En el 2017 la tensión entre las dos coreas alcanzó su punto más peligroso de los últimos 50 años. Los Estados Unidos junto con Corea del Sur ensayan una guerra total contra el régimen de Pyongyang, que incluiría el envío de 16 mil tropas estadounidenses a Corea del Norte. El gobierno de China reconoce más que nunca el riesgo de un estallido armado, desde su punto de vista el presidente Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, están atrapados en un círculo vicioso de ataques personales. Paradójicamente el gigante asiático no puede hacer nada al respeto, en el mejor de los casos, intentaría evitar una confrontación total. Desde mediados de abril pasado han desplegado 100 mil militares en su frontera con los coreanos, además los chinos que viven ahí fueron adoctrinados para responder ante un eventual ataque nuclear.

Vale la pena preguntarse: ¿Cuál de las dos naciones se atrevería a iniciar una guerra donde la única seguridad es que ambos perderán? Incluso Washington podría verse obligado a repeler una agresión en contra de sus aliados en la zona. Sin duda los submarinos de Rusia y China representan el mayor riesgo para los portaviones y otros buques de guerra de la Armada de EU. Los torpedos de 533 milímetros y de 650 milímetros producidos por Rusia resultan tan potentes que son capaces de hundir las aeronaves norteamericanas.

Queda claro que el control absoluto del Pacífico por parte de los estadounidenses llegó a su fin en el momento que Corea del Norte levantó la voz en un intento de revertir el cerco comercial al que es sometido. Los expertos en el tema coinciden que Kim Jong-un demostró de manera convincente su capacidad de causar un daño terrible a los estadounidenses, alcanzando de esta manera el objetivo principal de su programa nuclear.

Es una realidad, cuánto más grande sea el club nuclear, menor será el peso político de cada uno de sus miembros. Actualmente, este selecto grupo incluye siete países: los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) —Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y China—  más la India y Pakistán. En este contexto, no resultó extraño que el secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, afirmó tener la intención de seguir negociando una salida diplomática con Corea del Norte, hasta que “caiga la primera bomba”.

Esta tensión se refleja en la embajada de Corea del Norte en México, ahí hablan del convenio militar que se estableció recientemente entre Pekín y Pyongyang para una defensa mutua en caso de un ataque de los estadounidenses. En la sede diplomática ya no existe la prudencia, prevalece una retórica violenta y a la menor provocación se expresan amenazas de muerte contra el mandatario Donald Trump. En el tablero militar los norcoreanos avanzan bajo dos premisas históricas: La primera se refiere a que las bombas atómicas que fueron arrojadas por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, eran innecesarias, en realidad llevaban el mensaje de inhibir una posible expansión político económica de la península coreana; la segunda hipótesis se relaciona a la posible unificación entre las dos coreas. Aunque esto resultaría algo realmente complejo, el sur se ha occidentalizado completamente en su forma de pensar y actuar, mientras el norte ha permanecido fiel a su legado milenario.

En estas circunstancias se puede afirmar que la paz del mundo camina por una cuerda delgada que pareciera romperse a cada instante, en caso de que estalle el conflicto todos pagaremos las consecuencias. ¡El Pacífico quedará contaminado!

tenorio_hector@hotmail.com

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