/ viernes 5 de julio de 2019

Una mirada al 2030: ¿Estamos preparados?

Unas líneas desde Lima, Perú, a donde llegué para asistir al foro empresarial ligado a la XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico. En concreto, para participar en un panel –“El mundo al 2030: retos para el desarrollo”– para abordar temas que solemos soslayar, en el vértigo de la coyuntura nacional, pero que implican procesos que van a alterar nuestras vidas en formas que apenas podemos imaginar, una perspectiva coincidente entre empresarios y funcionarios públicos de los cuatro países que conforman este bloque. La gran pregunta es si estamos preparándonos para ello.

La coincidencia en la visión de que la próxima década, más aún que como lo está nuestro presente, el día a día, estará marcado por la disrupción; en que no es la única época de grandes cambios, capaces de modificar todas las áreas de la interacción social, pero nunca se había dado esa dinámica con tanta velocidad.

Se trata de cambios impulsados en gran medida por el desarrollo tecnológico, en particular de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la digitalización, que se da en paralelo al mundo que ha generado la globalización. Es cierto que en los últimos años hemos visto un resurgimiento de movimientos proteccionistas, populistas o nacionalistas. Sin embargo, hay que tener bien presente que, en gran medida, son una reacción al proceso globalizador, que difícilmente podrá revertirse.

Es más, algunos de los desafíos actuales más trascendentes son de tal forma globales, que como humanidad no podremos superarlos con políticas nacionalistas, sino con esfuerzos multilaterales. Causas, consecuencias y soluciones de problemáticas como el cambio climático, la migración forzada, el crimen organizado, las desigualdades regionales, el mismo sargazo que invade las playas del Caribe, rebasan por mucho las capacidades y las responsabilidades de un país por sí solo.

Los rasgos generales de un mundo diferente son cada vez más claros. El desarrollo tecnológico, que abre innumerables áreas de oportunidad, pero también desafíos y riesgos mayúsculos. Un mundo muy diferente al que conocimos quienes pertenecemos a las generaciones que se conocen como baby boomers y la denominada X.

En el aspecto geopolítico, en la década del 2020 seguramente veremos un incremento constante del peso de dos grandes países de Asia: China e India, ambos con poblaciones que rebasan por mucho los mil millones de personas, y que determinarán los pesos y contrapesos internacionales en materia económica y política.

El espacio económico de la Cuenca del Pacífico será cada vez más relevante, ganando terreno al del Atlántico. Algo fundamental para países con ventajas logísticas, como una fácil comunicación entre ambas cuencas, el caso de México. Y más aún para aquellos que hayan desarrollado accesos de mercado diversificados, igualmente nuestra circunstancia.

Sin embargo, los accesos y las ventajas logísticas son apenas un elemento facultativo, pero insuficiente si no se toma en cuenta el rasgo distintivo de la economía del futuro, y no la de un porvenir lejano, sino al corto plazo: la economía del conocimiento.

Creo que lo que hemos visto hasta ahora es apenas un avance de lo que viene, con áreas como Internet de las cosas, Inteligencia Artificial, big data, blockchain, todo el concepto de Cuarta Revolución Industrial (4RI) y la robótica. Y en seguida, biotecnología, nanotecnología, impresión 3D, nuevos materiales.

Hoy, en México se habla de una Cuarta Transformación de la Vida Pública (4T), desde una perspectiva histórica. Considero que, a la larga, para la vida de las personas, para las relaciones económicas, sociales, incluso políticas, la 4RI dejará un sello mucho más profundo que la 4T, porque tiene que ver con cuestiones tan elementales como la forma de comunicarnos, de producir y consumir, de relacionarnos.

Esas son líneas de evolución, para mirar más hacia delante; para no perder el tren de la historia que está en construcción. Esto implica visión de altura y proactividad, en México y en América Latina. Estrategia e inversión en el futuro: en tecnología, en educación y en un fortalecimiento de nuestras arquitecturas institucionales, de nuestros sistemas de gobernabilidad democrática, para que podamos transitar por estos retos y oportunidades con éxito, en paz social.

Por lo pronto, en muy corto plazo, las redes 5G revolucionarán la productividad de las economías, porque es son puerta a la 4RI en la práctica, para cuestiones como los vehículos autónomos y todo el concepto de Internet de las cosas. La tecnología basada en la Inteligencia Artificial y manejo inteligente de grandes cantidades de datos transformarán los procesos organizacionales, la mercadotecnia, la gestión empresarial.

¿Estaremos a la altura? ¡Estamos haciendo lo necesario?

Empresario

Unas líneas desde Lima, Perú, a donde llegué para asistir al foro empresarial ligado a la XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico. En concreto, para participar en un panel –“El mundo al 2030: retos para el desarrollo”– para abordar temas que solemos soslayar, en el vértigo de la coyuntura nacional, pero que implican procesos que van a alterar nuestras vidas en formas que apenas podemos imaginar, una perspectiva coincidente entre empresarios y funcionarios públicos de los cuatro países que conforman este bloque. La gran pregunta es si estamos preparándonos para ello.

La coincidencia en la visión de que la próxima década, más aún que como lo está nuestro presente, el día a día, estará marcado por la disrupción; en que no es la única época de grandes cambios, capaces de modificar todas las áreas de la interacción social, pero nunca se había dado esa dinámica con tanta velocidad.

Se trata de cambios impulsados en gran medida por el desarrollo tecnológico, en particular de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la digitalización, que se da en paralelo al mundo que ha generado la globalización. Es cierto que en los últimos años hemos visto un resurgimiento de movimientos proteccionistas, populistas o nacionalistas. Sin embargo, hay que tener bien presente que, en gran medida, son una reacción al proceso globalizador, que difícilmente podrá revertirse.

Es más, algunos de los desafíos actuales más trascendentes son de tal forma globales, que como humanidad no podremos superarlos con políticas nacionalistas, sino con esfuerzos multilaterales. Causas, consecuencias y soluciones de problemáticas como el cambio climático, la migración forzada, el crimen organizado, las desigualdades regionales, el mismo sargazo que invade las playas del Caribe, rebasan por mucho las capacidades y las responsabilidades de un país por sí solo.

Los rasgos generales de un mundo diferente son cada vez más claros. El desarrollo tecnológico, que abre innumerables áreas de oportunidad, pero también desafíos y riesgos mayúsculos. Un mundo muy diferente al que conocimos quienes pertenecemos a las generaciones que se conocen como baby boomers y la denominada X.

En el aspecto geopolítico, en la década del 2020 seguramente veremos un incremento constante del peso de dos grandes países de Asia: China e India, ambos con poblaciones que rebasan por mucho los mil millones de personas, y que determinarán los pesos y contrapesos internacionales en materia económica y política.

El espacio económico de la Cuenca del Pacífico será cada vez más relevante, ganando terreno al del Atlántico. Algo fundamental para países con ventajas logísticas, como una fácil comunicación entre ambas cuencas, el caso de México. Y más aún para aquellos que hayan desarrollado accesos de mercado diversificados, igualmente nuestra circunstancia.

Sin embargo, los accesos y las ventajas logísticas son apenas un elemento facultativo, pero insuficiente si no se toma en cuenta el rasgo distintivo de la economía del futuro, y no la de un porvenir lejano, sino al corto plazo: la economía del conocimiento.

Creo que lo que hemos visto hasta ahora es apenas un avance de lo que viene, con áreas como Internet de las cosas, Inteligencia Artificial, big data, blockchain, todo el concepto de Cuarta Revolución Industrial (4RI) y la robótica. Y en seguida, biotecnología, nanotecnología, impresión 3D, nuevos materiales.

Hoy, en México se habla de una Cuarta Transformación de la Vida Pública (4T), desde una perspectiva histórica. Considero que, a la larga, para la vida de las personas, para las relaciones económicas, sociales, incluso políticas, la 4RI dejará un sello mucho más profundo que la 4T, porque tiene que ver con cuestiones tan elementales como la forma de comunicarnos, de producir y consumir, de relacionarnos.

Esas son líneas de evolución, para mirar más hacia delante; para no perder el tren de la historia que está en construcción. Esto implica visión de altura y proactividad, en México y en América Latina. Estrategia e inversión en el futuro: en tecnología, en educación y en un fortalecimiento de nuestras arquitecturas institucionales, de nuestros sistemas de gobernabilidad democrática, para que podamos transitar por estos retos y oportunidades con éxito, en paz social.

Por lo pronto, en muy corto plazo, las redes 5G revolucionarán la productividad de las economías, porque es son puerta a la 4RI en la práctica, para cuestiones como los vehículos autónomos y todo el concepto de Internet de las cosas. La tecnología basada en la Inteligencia Artificial y manejo inteligente de grandes cantidades de datos transformarán los procesos organizacionales, la mercadotecnia, la gestión empresarial.

¿Estaremos a la altura? ¡Estamos haciendo lo necesario?

Empresario