/ viernes 26 de julio de 2024

Una mirada innovadora a la nutrición: el papel de la Spirulina

Ing. Cecilia Izchel Pérez Romero, Dra. Bertha Olivia Arredondo Vega, Dra. Regina Elizondo González.*

Palabras clave: Seguridad alimentaria, proteínas, GRAS

La idea de cultivar microalgas como complemento alimenticio humano surgió en la década de 1950 debido a la sobrepoblación en algunos países, siendo Chlorella, una microalga dulceacuícola, la principal candidata. Sin embargo, casi una década antes, el botánico Dangeard había mencionado por primera vez un "alga verde-azul" utilizada como alimento por tribus africanas. Se trataba de la Spirulina, un ingrediente culinario que fue empleado por civilizaciones aztecas durante el siglo XIV, quienes la llamaban tecuitlatl. Aunque inicialmente el reporte de Dangeard no generó interés, en la búsqueda de especies que pudieran producirse de manera fácil y rápida, con un aporte nutricional completo y seguro, la Spirulina pronto se destacó, en gran parte gracias a México. El tecuitlatl resurgió en el Sistema Caracol de la empresa mexicana Sosa Texcoco, dedicada a la producción de carbonato de sodio. Sus estanques, alimentados por el Lago de Texcoco, proporcionaban el ambiente ideal para que Spirulina creciera naturalmente. Desde entonces, Sosa Texcoco impulsó su investigación y comercialización, logrando producir grandes cantidades de biomasa que la posicionaron a la cabeza del mercado internacional.

El principal atractivo de Spirulina es su alto contenido en proteínas: 100 gramos de masa seca, contiene alrededor de 60 gramos de proteínas con todos los aminoácidos esenciales. Esta cualidad llevó a que dos poblaciones distintas, aisladas e independientes una de la otra, eventualmente basaron su dieta en Spirulina. Tanto en las tribus de África como en la población azteca, la falta de fuentes proteicas representaba una limitante crítica. En Tenochtitlán, una ciudad que sostenía una población entre 250,000 y 500,000 habitantes hubiera sido imposible depender únicamente de los cultivos de maíz, frijoles, tomate, cacao y amaranto. Las carnes de las aves, consideradas de mayor valor, eran reservadas para el emperador y su séquito. Así, el pueblo azteca tuvo que buscar otros recursos fáciles de obtener, y fue en el Lago de Texcoco que encontraron alternativas: la Spirulina además de peces y pájaros pequeños.

Ahora sabemos que, además de las proteínas, comer Spirulina también nos aporta grasas saludables como el gamma-linolénico, una grasa esencial que se ha relacionado con la prevención de enfermedades crónico-degenerativas. Además, su contenido en vitaminas, antioxidantes y micronutrientes contribuyen a mantener una dieta sana y equilibrada. Estas características, avaladas por numerosas investigaciones, le otorgaron la denominación GRAS (Generalmente Reconocido como Alimento Seguro) de la FDA en el 2002, y ha mantenido a Spirulina como uno de los microorganismos más producidos, comercializados e investigados a nivel mundial. No es difícil encontrarla en las farmacias y supermercados en forma de polvo, cápsulas y comprimidos, suplementos proteicos, adicionado en alimentos o como clorofila líquida comestible.

Pero Spirulina representa más que solo un producto comercial. Recordemos el primer propósito que tuvo: asegurar a las personas, ahora y en el futuro, un acceso a alimentos de buena calidad. Numerosas organizaciones han implementado proyectos en favor del uso de Spirulina en comunidades vulnerables, con problemas de malnutrición e incluso aquellas que se encuentran en crisis humanitarias. El enfoque de estos programas es que, con la asesoría adecuada, las localidades puedan producirla para autoconsumo, utilizando materiales sencillos, fáciles de manejar y económicamente accesibles. De esta forma, pueden obtener un ingrediente durante todo (o casi todo) el año, que no requiere suelo fértil y que consume menos agua que algunos cultivos agrícolas.

Países como Suiza, China, Francia, Estado Unidos, India, Chile, y Ecuador se han involucrado en la creación de sistemas que puedan implementarse de esta manera. Una de las asociaciones que mayores aportes ha hecho en este ámbito es la Fundación Antenna, pues se ha dedicado a difundir tecnologías y conocimientos para la producción de Spirulina a pequeña escala. Uno de sus trabajos más reconocidos es el Manual de Cultivo de Jean-Paul Jourdan, en donde comparte un medio de cultivo simplificado, económico y fácil de preparar, que ha sido ampliamente utilizado. La Institución Intergubernamental para el Uso de la Microalga Spirulina Contra la Malnutrición (IIMSAM, por sus siglas en inglés), fundada en el 2010, es otro actor importante que promueve la salud pública y erradicación de la malnutrición a través de Spirulina. A nivel Latinoamérica, aunque los esfuerzos han sido locales, también se han hecho grandes aportes; por ejemplo, la Pontificia Universidad Católica de Ecuador logró construir sistemas en una comunidad indígena, escuelas, centros de desarrollo y una casa hogar. En México, los proyectos gubernamentales e iniciativas privadas se han enfocado principalmente a comunidades rurales (Aguascalientes) y ejidos (Estado de México).

Expandir las alternativas de fuentes alimenticias continúa como una necesidad urgente. Afortunadamente, los impulsos del cultivo de Spirulina persisten, pese a los desafíos de inversión y monitoreo. En estos casos, el interés social es vital para promover su uso, educar sobre sus beneficios nutricionales y ambientales, y lograr que se adopten este tipo de soluciones innovadoras. Para nosotros los mexicanos, incorporar a Spirulina es también un reconocimiento a nuestro patrimonio. Este recurso ancestral puede mejorar la sostenibilidad alimentaria y la salud comunitaria, reafirmando así la riqueza de nuestra herencia cultural y biológica.


*Sobre las autoras:

Ing. Cecilia Izchel Pérez Romero:

Ingeniera en Biotecnología por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente es estudiante del Programa de Maestría en Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales en el CIBNOR, donde trabaja con microalgas y cianobacterias.

cipromero@pg.cibnor.mx

Dra. Bertha Olivia Arredondo Vega.

Doctora en Biotecnología, experiencia en el cultivo, escalamiento de microalgas y cianobacterias; extracción de productos de alto valor agregado y su aplicación en nutrición y salud. CIBNOR.

kitty04@cibnor.mx; kittybcs1958@gmail.com

Dra. Regina Elizondo González:

Doctora en Ciencias con especialidad en Microbiología por la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Investigadora por México comisionada al CIBNOR desde el 2016. Tiene más de 12 años de experiencia en investigación relacionada al cultivo de algas, así como en la obtención de compuestos con potencial biotecnológico.

relizondo@cibnor.mx

Referencias

Menzi, R. 1968. A blue-green alga as a human food source. Nutrition Reviews, 26(6): 182-183.

Clément, G., Giddey, C. & Menzi, R. 1967. Amino acid composition and nutritive value of the alga Spirulina maxima. Journal of the Science of Food and Agriculture, 18: 497-501.

Dangeard, P. 1940. Sur une algue bleue alimentaire pour l'homme: Arthrospira platensis (Nordst.) Gomont. Actes de la Société Linnéene de Bordeaux, 91: 39-41.

U.S. Food and Drug Administration (FDA). 2023. GRAS Notices. Recuperado 11 junio, 2024, desde https://www.cfsanappsexternal.fda.gov/scripts/fdcc/?set=GRASNotices&sort=GRN_No&order=DESC&startrow=1&type=basic&search=spirulina

Food and Agriculture Organization. 2008. A review on culture, production and use of spirulina as food for humans and feed for domestic animals and fish [PDF]. Recuperado 10 junio, 2024, desde https://www.fao.org/4/i0424e/i0424e00.pdf

Gobierno de México. 2015. Apoyo a productores acuícolas, para diversificar la producción con alga Spirulina. Recuperado 11 junio, 2024, desde https://www.gob.mx/agricultura%7Caguascalientes/articulos/apoyo-a-productores-acuicolas-para-diversificar-la-produccion-con-alga-spirulina

Lafarga, T., María Fernández-Sevilla, J., González-López, C., & Gabriel Acién-Fernández, F. 2020. Spirulina for the food and functional food industries. Food Research International, 109356. https://doi.org/10.1016/j.foodres.2020.109356

Powell, R.C., Nevels, E.M. & McDowell, M.E. 1961. Algae Feeding in Humans. Journal of Nutrition, 75: 7-12.

Pérez-Romero, C.I. & Arredondo-Vega, B.O. 2023. Del tecuitlatl azteca a la Spirulina: un recurso biotecnológico. Recursos Naturales y Sociedad, 9(2): 91-106. https://doi.org/10.18846/renaysoc.2023.09.09.02.0008

Salinas-Cesáreo, J. 2022. Familia impulsa en San Salvador Atenco el cultivo de alga espirulina, alimento ancestral. Recuperado 10 junio, 2024, desde https://www.jornada.com.mx/notas/2022/04/11/estados/familia-impulsa-en-san-salvador-atenco-el-cultivo-de-alga-espirulina-alimento-ancestral/

Union of International Associations. 2020. Intergovernmental Institution for the use of Micro-Algae Spirulina against Malnutrition (IIMSAM). Recuperado 10 junio, 2024, desde https://uia.org/s/or/en/1100031427

Fotografías: cortesía de Giovani Naffate y Eduardo Vázquez Romero

Ing. Cecilia Izchel Pérez Romero, Dra. Bertha Olivia Arredondo Vega, Dra. Regina Elizondo González.*

Palabras clave: Seguridad alimentaria, proteínas, GRAS

La idea de cultivar microalgas como complemento alimenticio humano surgió en la década de 1950 debido a la sobrepoblación en algunos países, siendo Chlorella, una microalga dulceacuícola, la principal candidata. Sin embargo, casi una década antes, el botánico Dangeard había mencionado por primera vez un "alga verde-azul" utilizada como alimento por tribus africanas. Se trataba de la Spirulina, un ingrediente culinario que fue empleado por civilizaciones aztecas durante el siglo XIV, quienes la llamaban tecuitlatl. Aunque inicialmente el reporte de Dangeard no generó interés, en la búsqueda de especies que pudieran producirse de manera fácil y rápida, con un aporte nutricional completo y seguro, la Spirulina pronto se destacó, en gran parte gracias a México. El tecuitlatl resurgió en el Sistema Caracol de la empresa mexicana Sosa Texcoco, dedicada a la producción de carbonato de sodio. Sus estanques, alimentados por el Lago de Texcoco, proporcionaban el ambiente ideal para que Spirulina creciera naturalmente. Desde entonces, Sosa Texcoco impulsó su investigación y comercialización, logrando producir grandes cantidades de biomasa que la posicionaron a la cabeza del mercado internacional.

El principal atractivo de Spirulina es su alto contenido en proteínas: 100 gramos de masa seca, contiene alrededor de 60 gramos de proteínas con todos los aminoácidos esenciales. Esta cualidad llevó a que dos poblaciones distintas, aisladas e independientes una de la otra, eventualmente basaron su dieta en Spirulina. Tanto en las tribus de África como en la población azteca, la falta de fuentes proteicas representaba una limitante crítica. En Tenochtitlán, una ciudad que sostenía una población entre 250,000 y 500,000 habitantes hubiera sido imposible depender únicamente de los cultivos de maíz, frijoles, tomate, cacao y amaranto. Las carnes de las aves, consideradas de mayor valor, eran reservadas para el emperador y su séquito. Así, el pueblo azteca tuvo que buscar otros recursos fáciles de obtener, y fue en el Lago de Texcoco que encontraron alternativas: la Spirulina además de peces y pájaros pequeños.

Ahora sabemos que, además de las proteínas, comer Spirulina también nos aporta grasas saludables como el gamma-linolénico, una grasa esencial que se ha relacionado con la prevención de enfermedades crónico-degenerativas. Además, su contenido en vitaminas, antioxidantes y micronutrientes contribuyen a mantener una dieta sana y equilibrada. Estas características, avaladas por numerosas investigaciones, le otorgaron la denominación GRAS (Generalmente Reconocido como Alimento Seguro) de la FDA en el 2002, y ha mantenido a Spirulina como uno de los microorganismos más producidos, comercializados e investigados a nivel mundial. No es difícil encontrarla en las farmacias y supermercados en forma de polvo, cápsulas y comprimidos, suplementos proteicos, adicionado en alimentos o como clorofila líquida comestible.

Pero Spirulina representa más que solo un producto comercial. Recordemos el primer propósito que tuvo: asegurar a las personas, ahora y en el futuro, un acceso a alimentos de buena calidad. Numerosas organizaciones han implementado proyectos en favor del uso de Spirulina en comunidades vulnerables, con problemas de malnutrición e incluso aquellas que se encuentran en crisis humanitarias. El enfoque de estos programas es que, con la asesoría adecuada, las localidades puedan producirla para autoconsumo, utilizando materiales sencillos, fáciles de manejar y económicamente accesibles. De esta forma, pueden obtener un ingrediente durante todo (o casi todo) el año, que no requiere suelo fértil y que consume menos agua que algunos cultivos agrícolas.

Países como Suiza, China, Francia, Estado Unidos, India, Chile, y Ecuador se han involucrado en la creación de sistemas que puedan implementarse de esta manera. Una de las asociaciones que mayores aportes ha hecho en este ámbito es la Fundación Antenna, pues se ha dedicado a difundir tecnologías y conocimientos para la producción de Spirulina a pequeña escala. Uno de sus trabajos más reconocidos es el Manual de Cultivo de Jean-Paul Jourdan, en donde comparte un medio de cultivo simplificado, económico y fácil de preparar, que ha sido ampliamente utilizado. La Institución Intergubernamental para el Uso de la Microalga Spirulina Contra la Malnutrición (IIMSAM, por sus siglas en inglés), fundada en el 2010, es otro actor importante que promueve la salud pública y erradicación de la malnutrición a través de Spirulina. A nivel Latinoamérica, aunque los esfuerzos han sido locales, también se han hecho grandes aportes; por ejemplo, la Pontificia Universidad Católica de Ecuador logró construir sistemas en una comunidad indígena, escuelas, centros de desarrollo y una casa hogar. En México, los proyectos gubernamentales e iniciativas privadas se han enfocado principalmente a comunidades rurales (Aguascalientes) y ejidos (Estado de México).

Expandir las alternativas de fuentes alimenticias continúa como una necesidad urgente. Afortunadamente, los impulsos del cultivo de Spirulina persisten, pese a los desafíos de inversión y monitoreo. En estos casos, el interés social es vital para promover su uso, educar sobre sus beneficios nutricionales y ambientales, y lograr que se adopten este tipo de soluciones innovadoras. Para nosotros los mexicanos, incorporar a Spirulina es también un reconocimiento a nuestro patrimonio. Este recurso ancestral puede mejorar la sostenibilidad alimentaria y la salud comunitaria, reafirmando así la riqueza de nuestra herencia cultural y biológica.


*Sobre las autoras:

Ing. Cecilia Izchel Pérez Romero:

Ingeniera en Biotecnología por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente es estudiante del Programa de Maestría en Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales en el CIBNOR, donde trabaja con microalgas y cianobacterias.

cipromero@pg.cibnor.mx

Dra. Bertha Olivia Arredondo Vega.

Doctora en Biotecnología, experiencia en el cultivo, escalamiento de microalgas y cianobacterias; extracción de productos de alto valor agregado y su aplicación en nutrición y salud. CIBNOR.

kitty04@cibnor.mx; kittybcs1958@gmail.com

Dra. Regina Elizondo González:

Doctora en Ciencias con especialidad en Microbiología por la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Investigadora por México comisionada al CIBNOR desde el 2016. Tiene más de 12 años de experiencia en investigación relacionada al cultivo de algas, así como en la obtención de compuestos con potencial biotecnológico.

relizondo@cibnor.mx

Referencias

Menzi, R. 1968. A blue-green alga as a human food source. Nutrition Reviews, 26(6): 182-183.

Clément, G., Giddey, C. & Menzi, R. 1967. Amino acid composition and nutritive value of the alga Spirulina maxima. Journal of the Science of Food and Agriculture, 18: 497-501.

Dangeard, P. 1940. Sur une algue bleue alimentaire pour l'homme: Arthrospira platensis (Nordst.) Gomont. Actes de la Société Linnéene de Bordeaux, 91: 39-41.

U.S. Food and Drug Administration (FDA). 2023. GRAS Notices. Recuperado 11 junio, 2024, desde https://www.cfsanappsexternal.fda.gov/scripts/fdcc/?set=GRASNotices&sort=GRN_No&order=DESC&startrow=1&type=basic&search=spirulina

Food and Agriculture Organization. 2008. A review on culture, production and use of spirulina as food for humans and feed for domestic animals and fish [PDF]. Recuperado 10 junio, 2024, desde https://www.fao.org/4/i0424e/i0424e00.pdf

Gobierno de México. 2015. Apoyo a productores acuícolas, para diversificar la producción con alga Spirulina. Recuperado 11 junio, 2024, desde https://www.gob.mx/agricultura%7Caguascalientes/articulos/apoyo-a-productores-acuicolas-para-diversificar-la-produccion-con-alga-spirulina

Lafarga, T., María Fernández-Sevilla, J., González-López, C., & Gabriel Acién-Fernández, F. 2020. Spirulina for the food and functional food industries. Food Research International, 109356. https://doi.org/10.1016/j.foodres.2020.109356

Powell, R.C., Nevels, E.M. & McDowell, M.E. 1961. Algae Feeding in Humans. Journal of Nutrition, 75: 7-12.

Pérez-Romero, C.I. & Arredondo-Vega, B.O. 2023. Del tecuitlatl azteca a la Spirulina: un recurso biotecnológico. Recursos Naturales y Sociedad, 9(2): 91-106. https://doi.org/10.18846/renaysoc.2023.09.09.02.0008

Salinas-Cesáreo, J. 2022. Familia impulsa en San Salvador Atenco el cultivo de alga espirulina, alimento ancestral. Recuperado 10 junio, 2024, desde https://www.jornada.com.mx/notas/2022/04/11/estados/familia-impulsa-en-san-salvador-atenco-el-cultivo-de-alga-espirulina-alimento-ancestral/

Union of International Associations. 2020. Intergovernmental Institution for the use of Micro-Algae Spirulina against Malnutrition (IIMSAM). Recuperado 10 junio, 2024, desde https://uia.org/s/or/en/1100031427

Fotografías: cortesía de Giovani Naffate y Eduardo Vázquez Romero