/ miércoles 28 de febrero de 2018

UNAM: El debate necesario

“La paciencia tiene más poder que fuerza”

Plutarco

1. La antigüedad del presente. Desde hace años se venden drogas en la UNAM y especialmente en el campus de Ciudad Universitaria. En un principio los principales proveedores y distribuidores eran los líderes de los porros (grupos de choque utilizados por algunas autoridades para amedrentar a la izquierda universitaria), los cuales cooptaban a muchachos primerizos en el arte del consumo de marihuana, droga que tenía a los segmentos pauperizados como sus principales destinatarios. La cocaína y otras drogas pertenecían al consumo de las élites. Las llamadas islas, un espacio boscoso a unos cuantos metros de la Rectoría era el espacio privilegiado para la compra y venta del cannabis. Ninguna autoridad universitaria puso en práctica acciones para inhibir dicho intercambio comercial, ahora por denuncias periodísticas y hechos violentos se han prendido los focos de alarma. El reciente asesinato de dos jóvenes, por un conflicto que ignoramos sus causas, provocó la reaparición de las viejas posiciones derechistas que claman por introducir la presencia policiaca en los planteles universitarios. Su lógica es primaria y ajena a la realidad.

Parece que no se ha entendido que la fenomenología de las drogas ilegales y su violencia inherente no pueden ser atacadas, con posibilidades de triunfo, únicamente con políticas represivas como ya se ha demostrado a lo largo y ancho del país. Qué bien que el rector Enrique Graue se oponga a la presencia policiaca en las instalaciones de la UNAM, sin embargo esta postura es insuficiente, ya que, además, se deberían emprender acciones, estudios, foros y propuestas serias para despenalizar el consumo y venta de la marihuana, como bien lo ha señalado el ex rector Juan Ramón de la Fuente: “nosotros seguimos empeñados en mantener nuestra propia guerra, criminalizando a todos y a cada uno de los eslabones de la cadena, incluidos los consumidores de drogas mucho menos dañinas, como la marihuana. Su potencial adictivo es de los más bajos, menor incluso que el del alcohol o el tabaco. Por supuesto, no es inocua. Yo, como médico, no recomiendo su uso con fines recreativos, pero me parece que quien lo hace no debe ser tratado como criminal. La posesión de más de 5 miligramos de marihuana, en México, es un delito. Hay varias decenas de miles de presos en nuestras cárceles por esta razón” (El Universal, 29/05/27). Habría que agregar que la mayoría son pobres.

Epilogo. El abordaje de la discusión acerca de la distribución y consumo de la marihuana no debe hacerse desde visiones prohibicionistas, ya la historia demostró el fracaso de semejantes paradigmas.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

“La paciencia tiene más poder que fuerza”

Plutarco

1. La antigüedad del presente. Desde hace años se venden drogas en la UNAM y especialmente en el campus de Ciudad Universitaria. En un principio los principales proveedores y distribuidores eran los líderes de los porros (grupos de choque utilizados por algunas autoridades para amedrentar a la izquierda universitaria), los cuales cooptaban a muchachos primerizos en el arte del consumo de marihuana, droga que tenía a los segmentos pauperizados como sus principales destinatarios. La cocaína y otras drogas pertenecían al consumo de las élites. Las llamadas islas, un espacio boscoso a unos cuantos metros de la Rectoría era el espacio privilegiado para la compra y venta del cannabis. Ninguna autoridad universitaria puso en práctica acciones para inhibir dicho intercambio comercial, ahora por denuncias periodísticas y hechos violentos se han prendido los focos de alarma. El reciente asesinato de dos jóvenes, por un conflicto que ignoramos sus causas, provocó la reaparición de las viejas posiciones derechistas que claman por introducir la presencia policiaca en los planteles universitarios. Su lógica es primaria y ajena a la realidad.

Parece que no se ha entendido que la fenomenología de las drogas ilegales y su violencia inherente no pueden ser atacadas, con posibilidades de triunfo, únicamente con políticas represivas como ya se ha demostrado a lo largo y ancho del país. Qué bien que el rector Enrique Graue se oponga a la presencia policiaca en las instalaciones de la UNAM, sin embargo esta postura es insuficiente, ya que, además, se deberían emprender acciones, estudios, foros y propuestas serias para despenalizar el consumo y venta de la marihuana, como bien lo ha señalado el ex rector Juan Ramón de la Fuente: “nosotros seguimos empeñados en mantener nuestra propia guerra, criminalizando a todos y a cada uno de los eslabones de la cadena, incluidos los consumidores de drogas mucho menos dañinas, como la marihuana. Su potencial adictivo es de los más bajos, menor incluso que el del alcohol o el tabaco. Por supuesto, no es inocua. Yo, como médico, no recomiendo su uso con fines recreativos, pero me parece que quien lo hace no debe ser tratado como criminal. La posesión de más de 5 miligramos de marihuana, en México, es un delito. Hay varias decenas de miles de presos en nuestras cárceles por esta razón” (El Universal, 29/05/27). Habría que agregar que la mayoría son pobres.

Epilogo. El abordaje de la discusión acerca de la distribución y consumo de la marihuana no debe hacerse desde visiones prohibicionistas, ya la historia demostró el fracaso de semejantes paradigmas.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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