/ jueves 9 de julio de 2020

Urge un acuerdo nacional para enfrentar la crisis

¿Cómo puede ser posible que la mitad de los mexicanos piensen que las cosas van mal...

y la otra mitad sostenga que vamos bien?

¿Por qué se pierden los referentes verificables y se remplazan por racionalizaciones subjetivadas?

¿Por qué se niega el debate sustantivo, y lo sustituyen meros adjetivos (des)calificativos? La polarización se agudiza cada día y el diálogo social queda interrumpido.

Se construyen las cámaras de eco, ghetos ideológicos. Se seleccionan las fuentes de información y los argumentos según su afinidad y se evaden a los que nos cuestionan o contradicen.

Minimizar la crisis o tener una visión catastrófica depende de la proximidad o distanciamiento ideológico y político con el gobierno de Morena.

¿Cómo abrirnos a la crítica y ponernos en el lugar del otro para entender su perspectiva? ¿Cómo no caer en el fundamentalismo maniqueo y aceptar que el otro tiene razón?

Escasea la moderación y abundan los insultos. Se extraña el debate de ideas y argumentos; basta de frases trilladas y reduccionismos castrantes.

Cuando se pierden los referentes exógenos, los endógenos se vuelven determinantes. Una mirada hacia nuestro interior ayuda a restituir la perspectiva.

El momento que atravesamos nos exige respuestas certeras, acciones potentes que atiendan los enormes desequilibrios que estamos padeciendo con una responsabilidad intransferible. Cada uno, debemos ser parte de la solución y no del problema.

Siempre he sido optimista. Irredento. Pero los acontecimientos perturbadores en lo económico, lo político y lo social tanto a nivel nacional como mundial me obligan a reconocer que tenemos un complicado porvenir. No inexorablemente catastrófico. Mi optimismo requiere esa esperanza.

Lo que viene va a ser muy difícil, doloroso y complicado. El mayor desafío de nuestra generación: Desempleo, quiebras y pérdida de ingresos de familias, de empresas y de gobiernos; mayor desigualdad, pobreza e inseguridad nos pondrán en jaque.

No se valen las descalificaciones simplistas: se requieren las propuestas viables con fundamentos sólidos que hoy brillan por su ausencia.

El TMEC es la única noticia positiva en el panorama. Pero es a todas luces insuficiente. No funciona cuando las acciones del gobierno federal lo contradicen.

Proliferan ya los anuncios de quiebras y cancelaciones de inversión; escasean los anuncios de nuevas inversiones. La única que se ha hecho a nivel nacional es la empresa canadiense BRP en Cd Juárez, Chihuahua.

Urge un acuerdo nacional para enfrentar la crisis. Solamente podremos enfrentar este histórico desafío si nos unimos y empujamos todos en la misma dirección.

Generar confianza, respetar el estado de derecho, aceptar la legitimidad de la crítica, buscar la concordia. Generar confianza para atraer inversión, que genere empleos y salarios dignos. Ese discurso se esgrimió en la campaña y se extravió en el gobierno.

Las elecciones serán el próximo año. Es un largo y empinado camino.

La prioridad es la crisis. No las elecciones. Construyamos un Acuerdo Nacional para Enfrentar la Crisis.

¿Cómo puede ser posible que la mitad de los mexicanos piensen que las cosas van mal...

y la otra mitad sostenga que vamos bien?

¿Por qué se pierden los referentes verificables y se remplazan por racionalizaciones subjetivadas?

¿Por qué se niega el debate sustantivo, y lo sustituyen meros adjetivos (des)calificativos? La polarización se agudiza cada día y el diálogo social queda interrumpido.

Se construyen las cámaras de eco, ghetos ideológicos. Se seleccionan las fuentes de información y los argumentos según su afinidad y se evaden a los que nos cuestionan o contradicen.

Minimizar la crisis o tener una visión catastrófica depende de la proximidad o distanciamiento ideológico y político con el gobierno de Morena.

¿Cómo abrirnos a la crítica y ponernos en el lugar del otro para entender su perspectiva? ¿Cómo no caer en el fundamentalismo maniqueo y aceptar que el otro tiene razón?

Escasea la moderación y abundan los insultos. Se extraña el debate de ideas y argumentos; basta de frases trilladas y reduccionismos castrantes.

Cuando se pierden los referentes exógenos, los endógenos se vuelven determinantes. Una mirada hacia nuestro interior ayuda a restituir la perspectiva.

El momento que atravesamos nos exige respuestas certeras, acciones potentes que atiendan los enormes desequilibrios que estamos padeciendo con una responsabilidad intransferible. Cada uno, debemos ser parte de la solución y no del problema.

Siempre he sido optimista. Irredento. Pero los acontecimientos perturbadores en lo económico, lo político y lo social tanto a nivel nacional como mundial me obligan a reconocer que tenemos un complicado porvenir. No inexorablemente catastrófico. Mi optimismo requiere esa esperanza.

Lo que viene va a ser muy difícil, doloroso y complicado. El mayor desafío de nuestra generación: Desempleo, quiebras y pérdida de ingresos de familias, de empresas y de gobiernos; mayor desigualdad, pobreza e inseguridad nos pondrán en jaque.

No se valen las descalificaciones simplistas: se requieren las propuestas viables con fundamentos sólidos que hoy brillan por su ausencia.

El TMEC es la única noticia positiva en el panorama. Pero es a todas luces insuficiente. No funciona cuando las acciones del gobierno federal lo contradicen.

Proliferan ya los anuncios de quiebras y cancelaciones de inversión; escasean los anuncios de nuevas inversiones. La única que se ha hecho a nivel nacional es la empresa canadiense BRP en Cd Juárez, Chihuahua.

Urge un acuerdo nacional para enfrentar la crisis. Solamente podremos enfrentar este histórico desafío si nos unimos y empujamos todos en la misma dirección.

Generar confianza, respetar el estado de derecho, aceptar la legitimidad de la crítica, buscar la concordia. Generar confianza para atraer inversión, que genere empleos y salarios dignos. Ese discurso se esgrimió en la campaña y se extravió en el gobierno.

Las elecciones serán el próximo año. Es un largo y empinado camino.

La prioridad es la crisis. No las elecciones. Construyamos un Acuerdo Nacional para Enfrentar la Crisis.