/ viernes 5 de octubre de 2018

USMCA

Esta semana se anunció uno de los hechos más importantes para la economía mexicana: la suma de Canadá a la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con ello termina un larga y tensa negociación, después de nueve reuniones de trabajo, tuits ofensivos, impericias y aciertos. De todos los lados se llega a un acuerdo del cual todavía no tenemos claridad sobre su contenido e impacto.

Esto significará una nueva era para la economía de nuestro país y para toda la región, sin embargo, genera dudas, incertidumbres y oscuridades. El Tratado del Libre Comercio significó readecuar toda la economía nacional a un modelo exportador de bajo costo, pero también fue una gran pauta para todo el mundo: marcó una dirección hacia el libre comercio y la globalización.

¿A dónde llevará este acuerdo a la economía global? Todavía estamos lejos de saber si ayudará a reconfigurar el mapa económico mundial y si será suficiente para frenar la ofensiva china. En el frente político tendremos que hacer una reflexión profunda y responsable, su aprobación será el primer reto importante para el Senado de la República, donde Morena tiene mayoría.

Este acuerdo es una señal importante sobre la relación entre ambos países. Hasta ahora el trato de Trump hacia el presidente López Obrador ha sido respetuoso e institucional. Este tratado previsiblemente podría tener un impacto inesperado que es acotar las consecuencias negativas del neoliberalismo, tanto en México como en los Estados Unidos.

En esta dualidad hay preocupaciones y esperanzas, en lo personal, me da confianza que el equipo de López Obrador haya acompañado el proceso de negociación, pero preocupa que la prisa por firmar el acuerdo durante este gobierno que agoniza haya representado algún tipo de ventaja para los negociadores norteamericanos. No sabemos en qué cedimos.

El punto que será el eje del cálculo es ¿cómo minimizar los impactos negativos que tendrá este tratado y cómo potenciar sus bondades? Sin duda. los cambios nunca son aislados, no sólo tendremos un nuevo gobierno, también un nuevo marco comercial y una nueva relación con los Estados Unidos. Será determinante para las elecciones de medio término en ese país y por lo tanto en la correlación de fuerzas políticas.

El gobierno de López Obrador ha dado una gran lección en este proceso. Mostró que se puede ser fiel a los principios y a las palabras dadas, pero con gran pragmatismo. Se puede pensar en la economía global y ser un actor político en el mundo, y al mismo tiempo impulsar el mercado interno y crear empleos para los mexicanos.

Esta semana se anunció uno de los hechos más importantes para la economía mexicana: la suma de Canadá a la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con ello termina un larga y tensa negociación, después de nueve reuniones de trabajo, tuits ofensivos, impericias y aciertos. De todos los lados se llega a un acuerdo del cual todavía no tenemos claridad sobre su contenido e impacto.

Esto significará una nueva era para la economía de nuestro país y para toda la región, sin embargo, genera dudas, incertidumbres y oscuridades. El Tratado del Libre Comercio significó readecuar toda la economía nacional a un modelo exportador de bajo costo, pero también fue una gran pauta para todo el mundo: marcó una dirección hacia el libre comercio y la globalización.

¿A dónde llevará este acuerdo a la economía global? Todavía estamos lejos de saber si ayudará a reconfigurar el mapa económico mundial y si será suficiente para frenar la ofensiva china. En el frente político tendremos que hacer una reflexión profunda y responsable, su aprobación será el primer reto importante para el Senado de la República, donde Morena tiene mayoría.

Este acuerdo es una señal importante sobre la relación entre ambos países. Hasta ahora el trato de Trump hacia el presidente López Obrador ha sido respetuoso e institucional. Este tratado previsiblemente podría tener un impacto inesperado que es acotar las consecuencias negativas del neoliberalismo, tanto en México como en los Estados Unidos.

En esta dualidad hay preocupaciones y esperanzas, en lo personal, me da confianza que el equipo de López Obrador haya acompañado el proceso de negociación, pero preocupa que la prisa por firmar el acuerdo durante este gobierno que agoniza haya representado algún tipo de ventaja para los negociadores norteamericanos. No sabemos en qué cedimos.

El punto que será el eje del cálculo es ¿cómo minimizar los impactos negativos que tendrá este tratado y cómo potenciar sus bondades? Sin duda. los cambios nunca son aislados, no sólo tendremos un nuevo gobierno, también un nuevo marco comercial y una nueva relación con los Estados Unidos. Será determinante para las elecciones de medio término en ese país y por lo tanto en la correlación de fuerzas políticas.

El gobierno de López Obrador ha dado una gran lección en este proceso. Mostró que se puede ser fiel a los principios y a las palabras dadas, pero con gran pragmatismo. Se puede pensar en la economía global y ser un actor político en el mundo, y al mismo tiempo impulsar el mercado interno y crear empleos para los mexicanos.