/ viernes 27 de mayo de 2022

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Llegan mensajes instantáneos o directos al teléfono celular que anuncian la feliz selección para un trabajo desde casa con ingresos atractivos o completa los que ya se tienen. En una época donde el tiempo es el insumo más valioso, obtener una oportunidad así parece demasiada suerte. Y, tristemente, lo es.

En algunos viene adjunto un vínculo que presionar para, seguramente, activar un virus; en otros, la invitación a regresar el mensaje a un número celular que luego derivará en un intento de extorsión. El denominador común es enmascarar el ofrecimiento como si fuera de una empresa, de la cual nunca se da el nombre.

Diariamente, muchas personas caen en la trampa de bandas de delincuentes que, a distancia, engañan y tratan de hacer daño con un modo de operación en el que usan de manera indebida bases de datos que debieran ser confidenciales, pero que circulan sin control con datos personales de miles de usuarios. Es un delito barato, que puede generar muchas ganancias en horas y emplear efectivamente a personas que estén desde un solo sitio enviando mensajes en horario completo o parcial.

Una de nuestras debilidades frente al crimen es no verlo como el negocio que es; si es necesario crear virus para apropiarse de nuestro teléfono o computadora, el delincuente contratará a quien pueda desarrollar la herramienta que necesita para obtener desde el directorio de contactos y hasta las contraseñas del servicio de banca en línea. La sofisticación de sus métodos es un rasgo secundario, porque lo que calcula el criminal es si es posible y cuánto se requiere invertir; en cuanto tienen los dos elementos analizados puede iniciar con la modalidad que mejor le convenga, eso sí, sustentada en jugar con la necesidad de empleo, sorprender a la víctima, engañarla y luego iniciar la extorsión a través del terror.

Los grupos dedicados a esto que no desean incorporar tanta tecnología, solo esperarán la respuesta del mensaje o del correo electrónico para verbalmente enganchar a quien cae en su trampa y obligarlo a depositar, darles datos o buscar que ceda algún vehículo. La rapidez con que se logre la extorsión es clave, porque no es un delito que pueda extenderse demasiado, menos en lo virtual.

Mientras no tengamos buenos controles sobre los datos personales que proporcionamos a instituciones bancarias, tiendas departamentales, servicios de televisión por cable, entre muchos otros, y las empresas no exijan prácticas correctas a los “call centers” que contratan para llevar a cabo operaciones de cobro, venta de productos, promociones y ofertas, nos queda a las y los ciudadanos protegernos.

Insisto mucho en ello, pero la prevención es la mejor seguridad que podemos darnos como sociedad. Una vez que un delito ocurre, ya hemos fallado y lo que estamos haciendo es reaccionar ante un golpe que nos ha propinado la delincuencia. Si el crimen no tiene oportunidad de suceder, entonces hablamos de una auténtica seguridad.

La regla de oro es estos casos es no responder ningún mensaje, de ningún número, que oferte un empleo de medio tiempo o de tiempo completo que plantee ingresos diarios que no corresponden con la realidad de un mercado laboral que casi todos conocemos bien. De entrar en contacto, a través de una llamada, con la supuesta empresa que tiene la vacante es un paso que ni siquiera debemos de considerar, porque nosotros mismos damos pie a que el delito comience. Es entrar en la boca del lobo, virtual, pero en su boca al fin. NO responder cancela el intento de afectarnos.

Si por alguna razón hicimos contacto, entonces no debemos permitirnos engancharnos; quienes están detrás de estos engaños son delincuentes entrenados para sugestionar y tratar de tomar control de nosotros, y lo logran por práctica y adaptación. Tratar de vencerlos en su propio juego es inútil y riesgoso.

En cuanto cortamos el contacto, hay que denunciar de inmediato al 088 o al 911. Compartir lo sucedido en nuestro entorno y alertar a todos los contactos que tenemos. Una sociedad informada sobre estos modos de operación es una sociedad protegida, porque el elemento de la sorpresa ya no está del lado de aquellos que buscan atacarnos. No responder, no engancharnos y denunciar, es la manera de evitar caer en un engaño así y también es un ejercicio de constancia que fácilmente podemos llevar a cabo.

Ninguna empresa o institución ofrece empleo por estar sentado o ingresos en tiempos libres que no necesariamente tenemos. Estar conscientes de que la búsqueda de una oportunidad de trabajo funciona de otras formas, previene una mala experiencia. El criminal puede pensar que nos está seleccionando, aún al azar, lo que nos corresponde es evitar ponernos en la posición en la que seamos candidatos a creer una mentira que luego se convierte en un delito que altera nuestra tranquilidad. Construyamos una cultura de la prevención.

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Llegan mensajes instantáneos o directos al teléfono celular que anuncian la feliz selección para un trabajo desde casa con ingresos atractivos o completa los que ya se tienen. En una época donde el tiempo es el insumo más valioso, obtener una oportunidad así parece demasiada suerte. Y, tristemente, lo es.

En algunos viene adjunto un vínculo que presionar para, seguramente, activar un virus; en otros, la invitación a regresar el mensaje a un número celular que luego derivará en un intento de extorsión. El denominador común es enmascarar el ofrecimiento como si fuera de una empresa, de la cual nunca se da el nombre.

Diariamente, muchas personas caen en la trampa de bandas de delincuentes que, a distancia, engañan y tratan de hacer daño con un modo de operación en el que usan de manera indebida bases de datos que debieran ser confidenciales, pero que circulan sin control con datos personales de miles de usuarios. Es un delito barato, que puede generar muchas ganancias en horas y emplear efectivamente a personas que estén desde un solo sitio enviando mensajes en horario completo o parcial.

Una de nuestras debilidades frente al crimen es no verlo como el negocio que es; si es necesario crear virus para apropiarse de nuestro teléfono o computadora, el delincuente contratará a quien pueda desarrollar la herramienta que necesita para obtener desde el directorio de contactos y hasta las contraseñas del servicio de banca en línea. La sofisticación de sus métodos es un rasgo secundario, porque lo que calcula el criminal es si es posible y cuánto se requiere invertir; en cuanto tienen los dos elementos analizados puede iniciar con la modalidad que mejor le convenga, eso sí, sustentada en jugar con la necesidad de empleo, sorprender a la víctima, engañarla y luego iniciar la extorsión a través del terror.

Los grupos dedicados a esto que no desean incorporar tanta tecnología, solo esperarán la respuesta del mensaje o del correo electrónico para verbalmente enganchar a quien cae en su trampa y obligarlo a depositar, darles datos o buscar que ceda algún vehículo. La rapidez con que se logre la extorsión es clave, porque no es un delito que pueda extenderse demasiado, menos en lo virtual.

Mientras no tengamos buenos controles sobre los datos personales que proporcionamos a instituciones bancarias, tiendas departamentales, servicios de televisión por cable, entre muchos otros, y las empresas no exijan prácticas correctas a los “call centers” que contratan para llevar a cabo operaciones de cobro, venta de productos, promociones y ofertas, nos queda a las y los ciudadanos protegernos.

Insisto mucho en ello, pero la prevención es la mejor seguridad que podemos darnos como sociedad. Una vez que un delito ocurre, ya hemos fallado y lo que estamos haciendo es reaccionar ante un golpe que nos ha propinado la delincuencia. Si el crimen no tiene oportunidad de suceder, entonces hablamos de una auténtica seguridad.

La regla de oro es estos casos es no responder ningún mensaje, de ningún número, que oferte un empleo de medio tiempo o de tiempo completo que plantee ingresos diarios que no corresponden con la realidad de un mercado laboral que casi todos conocemos bien. De entrar en contacto, a través de una llamada, con la supuesta empresa que tiene la vacante es un paso que ni siquiera debemos de considerar, porque nosotros mismos damos pie a que el delito comience. Es entrar en la boca del lobo, virtual, pero en su boca al fin. NO responder cancela el intento de afectarnos.

Si por alguna razón hicimos contacto, entonces no debemos permitirnos engancharnos; quienes están detrás de estos engaños son delincuentes entrenados para sugestionar y tratar de tomar control de nosotros, y lo logran por práctica y adaptación. Tratar de vencerlos en su propio juego es inútil y riesgoso.

En cuanto cortamos el contacto, hay que denunciar de inmediato al 088 o al 911. Compartir lo sucedido en nuestro entorno y alertar a todos los contactos que tenemos. Una sociedad informada sobre estos modos de operación es una sociedad protegida, porque el elemento de la sorpresa ya no está del lado de aquellos que buscan atacarnos. No responder, no engancharnos y denunciar, es la manera de evitar caer en un engaño así y también es un ejercicio de constancia que fácilmente podemos llevar a cabo.

Ninguna empresa o institución ofrece empleo por estar sentado o ingresos en tiempos libres que no necesariamente tenemos. Estar conscientes de que la búsqueda de una oportunidad de trabajo funciona de otras formas, previene una mala experiencia. El criminal puede pensar que nos está seleccionando, aún al azar, lo que nos corresponde es evitar ponernos en la posición en la que seamos candidatos a creer una mentira que luego se convierte en un delito que altera nuestra tranquilidad. Construyamos una cultura de la prevención.

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