/ martes 21 de enero de 2020

Vérselas negras sin deberla, ni temerla

BERNARDO DEL CASTILLO


Sí. Eso es lo que pasa en el negocio del desarrollo y gestión de proyectos en zonas en donde hay conflicto -o el potencial de que lo haya. Y es que es complicado construir y arrancar un proyecto cuando se sabe que en la zona existe el riesgo de ataques con misiles, o de cualquier otro tipo.

En realidad, si los equipos y materiales están en el lugar, la construcción va normalmente... hasta que suena una alerta de misil, o hay un impacto cerca y hay que evacuar el proyecto por un rato… o hasta que las autoridades de la zona autoricen el regreso porque, como los proyectos de infraestructura son un asunto estratégico, normalmente el proyecto tiene contacto con policía, ejército y otros cuerpos de seguridad. Esto sucede con mayor frecuencia de la que nos gustaría reconocer.

La afectación tiene muchos apellidos: retrasos en transporte de materiales y personas, robo de materiales

-el cable de cobre, por ejemplo, tiene mucho valor en los mercados negros, igual que la fibra óptica, los componentes eléctricos, la tubería de instrumentación, etc. También implica gastos enormes en seguridad y protección (escoltas de transporte y personal, controles de acceso, equipos de vigilancia, inversiones en inteligencia/ información, etc.).

Y no son pocas las veces que un contratista principal, o el grupo que coordina el montaje de un equipo mayor, deciden retirarse “hasta que las cosas mejoren”. Si ese grupo de gente se va, no hay nadie que diga si las cosas se están haciendo bien o no y, en esos casos, seguir con el montaje de un equipo puede anular las garantías. Una turbina de gas cuesta muchísimo dinero como para dejar que se monte sin supervisión calificada.

La mayoría se quedan, porque hay compromisos contractuales y porque, como alguna vez dijo Freddy Mercury, “the show must go on”, pero hay veces en que hay que decidir si vale la pena exponer personal altamente calificado a las consecuencias de un conflicto, y cuando una empresa se ve en esa situación, la decisión natural es proteger a su personal.

Hay otros factores como la población local, que a veces busca refugio en los proyectos porque saben que hay seguridad adicional, o que si las cosas salen muy mal hay posibilidad de ser evacuados con la gente del proyecto

-ha sucedido muchas veces.

Pero la misma población local puede ser un problema si tiene contactos con alguna de las partes en conflicto, porque pueden filtrar información sobre cosas tan relevantes como las fechas para poner en marcha una estación de regulación de gas, y facilitar el sabotaje de la línea de gas que llega al proyecto. Un ejemplo muy simple, que puede retrasar un proyecto durante meses.

Igual sucede con zonas en donde gracias al conflicto hay inestabilidad. Grupos de crimen organizado (normal en muchos países en desarrollo, e incluso en algunos que no lo son) que cobran derecho de piso (o prometen “seguridad o consecuencias”) mediante sindicatos u otros órganos parecidos para conseguir contratos, ralentizar los proyectos y asegurar que hay dinero por más tiempo.

O terrorismo puro y duro, que ataca, sabotea o bloquea proyectos para generar caos y desvío de recursos militares y de seguridad que podrían ser asignados a labores de defensa en otras áreas del país en el que se localiza el proyecto.


*Especialista en Seguridad, Gestión de Crisis, Business Continuity y Resiliencia. Construcción y Commissioning de grandes proyectos de infraestructura en el sector energía y oil&gas a nivel global

BERNARDO DEL CASTILLO


Sí. Eso es lo que pasa en el negocio del desarrollo y gestión de proyectos en zonas en donde hay conflicto -o el potencial de que lo haya. Y es que es complicado construir y arrancar un proyecto cuando se sabe que en la zona existe el riesgo de ataques con misiles, o de cualquier otro tipo.

En realidad, si los equipos y materiales están en el lugar, la construcción va normalmente... hasta que suena una alerta de misil, o hay un impacto cerca y hay que evacuar el proyecto por un rato… o hasta que las autoridades de la zona autoricen el regreso porque, como los proyectos de infraestructura son un asunto estratégico, normalmente el proyecto tiene contacto con policía, ejército y otros cuerpos de seguridad. Esto sucede con mayor frecuencia de la que nos gustaría reconocer.

La afectación tiene muchos apellidos: retrasos en transporte de materiales y personas, robo de materiales

-el cable de cobre, por ejemplo, tiene mucho valor en los mercados negros, igual que la fibra óptica, los componentes eléctricos, la tubería de instrumentación, etc. También implica gastos enormes en seguridad y protección (escoltas de transporte y personal, controles de acceso, equipos de vigilancia, inversiones en inteligencia/ información, etc.).

Y no son pocas las veces que un contratista principal, o el grupo que coordina el montaje de un equipo mayor, deciden retirarse “hasta que las cosas mejoren”. Si ese grupo de gente se va, no hay nadie que diga si las cosas se están haciendo bien o no y, en esos casos, seguir con el montaje de un equipo puede anular las garantías. Una turbina de gas cuesta muchísimo dinero como para dejar que se monte sin supervisión calificada.

La mayoría se quedan, porque hay compromisos contractuales y porque, como alguna vez dijo Freddy Mercury, “the show must go on”, pero hay veces en que hay que decidir si vale la pena exponer personal altamente calificado a las consecuencias de un conflicto, y cuando una empresa se ve en esa situación, la decisión natural es proteger a su personal.

Hay otros factores como la población local, que a veces busca refugio en los proyectos porque saben que hay seguridad adicional, o que si las cosas salen muy mal hay posibilidad de ser evacuados con la gente del proyecto

-ha sucedido muchas veces.

Pero la misma población local puede ser un problema si tiene contactos con alguna de las partes en conflicto, porque pueden filtrar información sobre cosas tan relevantes como las fechas para poner en marcha una estación de regulación de gas, y facilitar el sabotaje de la línea de gas que llega al proyecto. Un ejemplo muy simple, que puede retrasar un proyecto durante meses.

Igual sucede con zonas en donde gracias al conflicto hay inestabilidad. Grupos de crimen organizado (normal en muchos países en desarrollo, e incluso en algunos que no lo son) que cobran derecho de piso (o prometen “seguridad o consecuencias”) mediante sindicatos u otros órganos parecidos para conseguir contratos, ralentizar los proyectos y asegurar que hay dinero por más tiempo.

O terrorismo puro y duro, que ataca, sabotea o bloquea proyectos para generar caos y desvío de recursos militares y de seguridad que podrían ser asignados a labores de defensa en otras áreas del país en el que se localiza el proyecto.


*Especialista en Seguridad, Gestión de Crisis, Business Continuity y Resiliencia. Construcción y Commissioning de grandes proyectos de infraestructura en el sector energía y oil&gas a nivel global