/ jueves 26 de mayo de 2022

Viajeros sin rumbo

La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos.

Eduardo Galeano


Un fenómeno que es consecuencia de las disputas entre los grupos de la delincuencia organizada, con sus respectivos ingredientes y circunstancias específicas, es el de los desplazados internos por la violencia. Nos referimos a personas que tuvieron que abandonar su lugar de origen, familia, su identidad comunitaria, su sentido de pertenencia, y por supuesto, en algunos casos, sus propiedades.

Estas expulsiones representan la derrota del Estado, que es incapaz de garantizar la estabilidad y permanencia de sus adherentes en espacios con las mínimas garantías de seguridad. Por supuesto, esta movilidad no es nueva, de acuerdo al Reporte Global sobre Desplazados Internos, fue la administración de Felipe Calderón, específicamente en 2010, con el mayor número de desplazados, llegando a 115 mil. En 2020 hubo 9 mil 700 en todo el país, cifra que se elevó a 28 mil 900 para 2021. De esa manera, México acumuló 379 mil 200 arrancados de sus poblaciones y comunidades por la violencia desde 2016, señala el informe (Reforma, 20/5/22, p. 5).

Un elemento importante para el análisis geográfico y espacial, es señalar a los estados que sufren la mayor pérdida poblacional. El informe menciona a Michoacán, Zacatecas, Guerrero y Chiapas. El primero destaca porque presentó una cifra de 13 mil desplazados, lo cuál representa un incremento de 10 veces comparado con 2020. En el caso de Zacatecas, fueron 3 mil 600 desplazamientos. Otro rasgo importante, es que la violencia involucró a poblaciones indígenas, que también se vieron afectadas por conflictos intercomunitarios, en particular en Chiapas y en Oaxaca.

Frente a este drama humano de terribles consecuencias, el gobierno obradorista ha repetido la rutina que ya habían practicado Calderón y Peña: más fuerzas reactivas para “inhibir”. Sin embargo, del 21 de abril al 20 de mayo de 2022 se elevaron a 123 mil 808 los elementos del ejército en operaciones contra los grupos criminales, principalmente en Guanajuato, Michoacán, Baja California, Zacatecas, Colima, Tamaulipas, Chihuahua y Sinaloa. (El Universal, 24/Mayo/22, p. 6).

Como se sabe, no obstante esta rutinaria estrategia, la violencia sigue poblando al país. Entre 81-87 homicidios por día, entre febrero y abril. La persistencia a lo espectacular, pero intrascendente, únicamente reitera la ineptitud-complicidad de gobernantes que gritan que son distintos. El cinismo tiene rostro matinal y visible. Aquí están los prisioneros de la incertidumbre, a quienes no les basta llorar, que no tienen futuro, que nadie ve, que no tienen rostro ni nombre para el gobierno, a quienes les desvanecieron sus sueños. Y que acaso, pueden ser un número. No más.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos.

Eduardo Galeano


Un fenómeno que es consecuencia de las disputas entre los grupos de la delincuencia organizada, con sus respectivos ingredientes y circunstancias específicas, es el de los desplazados internos por la violencia. Nos referimos a personas que tuvieron que abandonar su lugar de origen, familia, su identidad comunitaria, su sentido de pertenencia, y por supuesto, en algunos casos, sus propiedades.

Estas expulsiones representan la derrota del Estado, que es incapaz de garantizar la estabilidad y permanencia de sus adherentes en espacios con las mínimas garantías de seguridad. Por supuesto, esta movilidad no es nueva, de acuerdo al Reporte Global sobre Desplazados Internos, fue la administración de Felipe Calderón, específicamente en 2010, con el mayor número de desplazados, llegando a 115 mil. En 2020 hubo 9 mil 700 en todo el país, cifra que se elevó a 28 mil 900 para 2021. De esa manera, México acumuló 379 mil 200 arrancados de sus poblaciones y comunidades por la violencia desde 2016, señala el informe (Reforma, 20/5/22, p. 5).

Un elemento importante para el análisis geográfico y espacial, es señalar a los estados que sufren la mayor pérdida poblacional. El informe menciona a Michoacán, Zacatecas, Guerrero y Chiapas. El primero destaca porque presentó una cifra de 13 mil desplazados, lo cuál representa un incremento de 10 veces comparado con 2020. En el caso de Zacatecas, fueron 3 mil 600 desplazamientos. Otro rasgo importante, es que la violencia involucró a poblaciones indígenas, que también se vieron afectadas por conflictos intercomunitarios, en particular en Chiapas y en Oaxaca.

Frente a este drama humano de terribles consecuencias, el gobierno obradorista ha repetido la rutina que ya habían practicado Calderón y Peña: más fuerzas reactivas para “inhibir”. Sin embargo, del 21 de abril al 20 de mayo de 2022 se elevaron a 123 mil 808 los elementos del ejército en operaciones contra los grupos criminales, principalmente en Guanajuato, Michoacán, Baja California, Zacatecas, Colima, Tamaulipas, Chihuahua y Sinaloa. (El Universal, 24/Mayo/22, p. 6).

Como se sabe, no obstante esta rutinaria estrategia, la violencia sigue poblando al país. Entre 81-87 homicidios por día, entre febrero y abril. La persistencia a lo espectacular, pero intrascendente, únicamente reitera la ineptitud-complicidad de gobernantes que gritan que son distintos. El cinismo tiene rostro matinal y visible. Aquí están los prisioneros de la incertidumbre, a quienes no les basta llorar, que no tienen futuro, que nadie ve, que no tienen rostro ni nombre para el gobierno, a quienes les desvanecieron sus sueños. Y que acaso, pueden ser un número. No más.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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