/ sábado 18 de enero de 2020

Violencia inesperada

“De pronto, nuestros niños se habían convertido en pequeños monstruos.” Michael Moore

Como si se tratara de una reseña de Terry Eagleton en su libro “Sobre el Mal”, el pasado viernes 10 de enero la tragedia invadió de pronto las noticias y comunicaciones privadas de aquella mañana.

En Torreón, Coahuila, dentro de un colegio privado, un niño de apenas 11 años disparó nueve tiros utilizando dos armas, una de ellas de uso exclusivo del ejército. El resultado: una maestra muerta, las balas alcanzan y hieren a seis personas más e inmediatamente después, el pequeño agresor se suicida.

De inicio, se dijo que el niño intentaba traer a la realidad las escenas de un videojuego, por la vestimenta que decidió utilizar -que también resultó ser igual a la de uno de los autores del tiroteo escolar de 1999 en Columbine, Colorado-. ¿Casualidad o causalidad?

Tras el paso de las investigaciones, sabemos que el niño vivía en un entorno familiar complejo, estaba bajo la tutela de sus abuelos, había perdido a su madre recientemente y tenía poco contacto con el padre. Las armas las tomó de su propia casa y, a su corta edad, sabía cómo utilizarlas.

¿Qué lleva a un niño a hacer algo así? ¿Qué y quiénes influyen en su desarrollo? ¿Qué estamos haciendo para evitarlo? Tenemos ya un antecedente escolar en Nuevo León en 2017, pero lo más grave se encuentra en las calles.

Para la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, la disponibilidad de armas es un factor de riesgo que permite fácilmente conectar impulsos violentos con acciones que resultan en muerte. En este caso fueron armas de fuego ilegales, sin embargo, el porte legal no las hace menos peligrosas si se encuentran al alcance de los niños.

“Mochila Segura” o alguna revisión similar parece ser la opción para las autoridades, sin embargo, la ONU lo rechaza al considerarlo violatorio de la intimidad de niños y jóvenes pues los criminaliza.

Lo cierto es que hoy estamos conmovidos frente a las consecuencias del entorno violento en el que vivimos y que está alcanzando dimensiones inesperadas. No podemos cruzar los brazos.

Este es el momento para rediseñar un Programa de Prevención al Delito y la Violencia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil. Es hora de construir y dialogar con apertura, todos, para evitar que hechos como éstos se repitan.

¿Quién se suma?

Nota: Permisos para portación de armas en Coahuila incrementaron 900% en el primer semestre de 2019 en comparación con 2018 del mismo período.


“De pronto, nuestros niños se habían convertido en pequeños monstruos.” Michael Moore

Como si se tratara de una reseña de Terry Eagleton en su libro “Sobre el Mal”, el pasado viernes 10 de enero la tragedia invadió de pronto las noticias y comunicaciones privadas de aquella mañana.

En Torreón, Coahuila, dentro de un colegio privado, un niño de apenas 11 años disparó nueve tiros utilizando dos armas, una de ellas de uso exclusivo del ejército. El resultado: una maestra muerta, las balas alcanzan y hieren a seis personas más e inmediatamente después, el pequeño agresor se suicida.

De inicio, se dijo que el niño intentaba traer a la realidad las escenas de un videojuego, por la vestimenta que decidió utilizar -que también resultó ser igual a la de uno de los autores del tiroteo escolar de 1999 en Columbine, Colorado-. ¿Casualidad o causalidad?

Tras el paso de las investigaciones, sabemos que el niño vivía en un entorno familiar complejo, estaba bajo la tutela de sus abuelos, había perdido a su madre recientemente y tenía poco contacto con el padre. Las armas las tomó de su propia casa y, a su corta edad, sabía cómo utilizarlas.

¿Qué lleva a un niño a hacer algo así? ¿Qué y quiénes influyen en su desarrollo? ¿Qué estamos haciendo para evitarlo? Tenemos ya un antecedente escolar en Nuevo León en 2017, pero lo más grave se encuentra en las calles.

Para la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, la disponibilidad de armas es un factor de riesgo que permite fácilmente conectar impulsos violentos con acciones que resultan en muerte. En este caso fueron armas de fuego ilegales, sin embargo, el porte legal no las hace menos peligrosas si se encuentran al alcance de los niños.

“Mochila Segura” o alguna revisión similar parece ser la opción para las autoridades, sin embargo, la ONU lo rechaza al considerarlo violatorio de la intimidad de niños y jóvenes pues los criminaliza.

Lo cierto es que hoy estamos conmovidos frente a las consecuencias del entorno violento en el que vivimos y que está alcanzando dimensiones inesperadas. No podemos cruzar los brazos.

Este es el momento para rediseñar un Programa de Prevención al Delito y la Violencia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil. Es hora de construir y dialogar con apertura, todos, para evitar que hechos como éstos se repitan.

¿Quién se suma?

Nota: Permisos para portación de armas en Coahuila incrementaron 900% en el primer semestre de 2019 en comparación con 2018 del mismo período.


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