/ lunes 28 de septiembre de 2020

¡Viva la independencia de las OC!

Por Pilar Deziga


Las organizaciones civiles juegan un papel fundamental en el desarrollo de cualquier sistema democrático en el mundo. Éstas organizaciones pueden ser grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, grupos indígenas, organizaciones de caridad, grupos religiosos, asociaciones profesionales y fundaciones.

Todos, conjuntos de personas que se agrupan alrededor de una idea u objetivo que comparten. El también denominado tercer sector, cobró relevancia en la década de los ochenta, particularmente en América Latina y Europa oriental, donde prevalecían regímenes autoritarios que buscaron, por todos los medios violentos, callar las voces de quienes señalaban los abusos de autoridad y las violaciones a los derechos humanos. Además, las organizaciones civiles, desde su nacimiento, se han caracterizado por ser independientes y libres de los gobiernos, cualquiera que sea su sistema político.

Las organizaciones civiles, desde entonces, han evolucionado y ampliado su espectro de participación e interés. Su naturaleza es dinámica y se adapta a los desarrollos sociales, políticos y económicos. Su voz, resuena y con mucha fuerza, frente a las vejaciones que se cometen contra las sociedades de este y de todos los países.

En este país, las organizaciones constituyen un tema de interés en la actualidad política, dado que han cumplido su función como agentes de promoción de la participación comunitaria y grupal, así como intervinientes en las relaciones entre diversos sectores de la sociedad y el gobierno. Sin embargo, la promoción de esos valores democráticos ha coincidido con un ambiente político adverso, crítico e intolerante a cualquier voz que no sea la presidencial. Es lamentable que, a pesar que, durante la última década, el tercer sector en nuestro país ha incrementado su presencia en número y en impacto, el actual desencanto, desde el ejecutivo, por la lucha social ha venido frenando ese impulso. El efecto negativo de las declaraciones emitidas por el presidente, contra organizaciones civiles nacionales e internacionales que, han invertido recursos para dotar de herramientas y capacidades a otras organizaciones, grupos o agencias locales, generó dudas y temores entre donantes y donatarios. Con esto, las posibilidades de acción se limitan y la información se contrae.

Ni la lucha por los derechos humanos, por la paz, por la seguridad, por la justicia, por las mujeres, por los niños, por la salud, por la ecología o por la libertad, parecen ser trascendentes para el actual gobierno federal. No, hoy las labores humanitarias, las marchas para exigir justicia, la investigación de casos no resueltos, la búsqueda de desaparecidos y la crítica al ejercicio del gasto público son afrentas a la verdad, que se presume absoluta, la del presidente.

En este contexto, la trayectoria de las decenas de miles de organizaciones civiles que han nacido y trabajan en México ha sido minimizada y estigmatizada. Los activistas junto con quienes reflexionan sobre la importancia del tercer sector en México, como en cualquier otro país o región del mundo, están de acuerdo en que, de la descalificación y de los falsos señalamientos no emergerá la solidaridad y mucho menos la libertad. En el marco del mes patrio, en el que deberíamos celebrar la independencia, la libertad, la democracia y la solidaridad, la sociedad civil se mantiene expectante de las referencias negativas, indignada por la polarización y limitada por la coacción.

Aún en medio de las acusaciones, los ciudadanos sólo podremos movernos de forma organizada y mantenernos independientes de los intereses políticos o electorales. El empleo de esfuerzos conjuntos puede conducir acciones que devuelvan el sentido a la lucha social, a las labores humanitarias y a las organizaciones civiles.

Siempre, pero en este mes en particular, luchemos por la libertad de luchar.

Por Pilar Deziga


Las organizaciones civiles juegan un papel fundamental en el desarrollo de cualquier sistema democrático en el mundo. Éstas organizaciones pueden ser grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, grupos indígenas, organizaciones de caridad, grupos religiosos, asociaciones profesionales y fundaciones.

Todos, conjuntos de personas que se agrupan alrededor de una idea u objetivo que comparten. El también denominado tercer sector, cobró relevancia en la década de los ochenta, particularmente en América Latina y Europa oriental, donde prevalecían regímenes autoritarios que buscaron, por todos los medios violentos, callar las voces de quienes señalaban los abusos de autoridad y las violaciones a los derechos humanos. Además, las organizaciones civiles, desde su nacimiento, se han caracterizado por ser independientes y libres de los gobiernos, cualquiera que sea su sistema político.

Las organizaciones civiles, desde entonces, han evolucionado y ampliado su espectro de participación e interés. Su naturaleza es dinámica y se adapta a los desarrollos sociales, políticos y económicos. Su voz, resuena y con mucha fuerza, frente a las vejaciones que se cometen contra las sociedades de este y de todos los países.

En este país, las organizaciones constituyen un tema de interés en la actualidad política, dado que han cumplido su función como agentes de promoción de la participación comunitaria y grupal, así como intervinientes en las relaciones entre diversos sectores de la sociedad y el gobierno. Sin embargo, la promoción de esos valores democráticos ha coincidido con un ambiente político adverso, crítico e intolerante a cualquier voz que no sea la presidencial. Es lamentable que, a pesar que, durante la última década, el tercer sector en nuestro país ha incrementado su presencia en número y en impacto, el actual desencanto, desde el ejecutivo, por la lucha social ha venido frenando ese impulso. El efecto negativo de las declaraciones emitidas por el presidente, contra organizaciones civiles nacionales e internacionales que, han invertido recursos para dotar de herramientas y capacidades a otras organizaciones, grupos o agencias locales, generó dudas y temores entre donantes y donatarios. Con esto, las posibilidades de acción se limitan y la información se contrae.

Ni la lucha por los derechos humanos, por la paz, por la seguridad, por la justicia, por las mujeres, por los niños, por la salud, por la ecología o por la libertad, parecen ser trascendentes para el actual gobierno federal. No, hoy las labores humanitarias, las marchas para exigir justicia, la investigación de casos no resueltos, la búsqueda de desaparecidos y la crítica al ejercicio del gasto público son afrentas a la verdad, que se presume absoluta, la del presidente.

En este contexto, la trayectoria de las decenas de miles de organizaciones civiles que han nacido y trabajan en México ha sido minimizada y estigmatizada. Los activistas junto con quienes reflexionan sobre la importancia del tercer sector en México, como en cualquier otro país o región del mundo, están de acuerdo en que, de la descalificación y de los falsos señalamientos no emergerá la solidaridad y mucho menos la libertad. En el marco del mes patrio, en el que deberíamos celebrar la independencia, la libertad, la democracia y la solidaridad, la sociedad civil se mantiene expectante de las referencias negativas, indignada por la polarización y limitada por la coacción.

Aún en medio de las acusaciones, los ciudadanos sólo podremos movernos de forma organizada y mantenernos independientes de los intereses políticos o electorales. El empleo de esfuerzos conjuntos puede conducir acciones que devuelvan el sentido a la lucha social, a las labores humanitarias y a las organizaciones civiles.

Siempre, pero en este mes en particular, luchemos por la libertad de luchar.