/ sábado 18 de julio de 2020

Vivienda en tiempos de pandemia

“..improvisamos un techo para protegernos de los murciélagos

que andan por ahí hablando con voz de gente.”

António Lobo Antunes

Pocas cosas pueden dar tanta tranquilidad a una persona como tener un techo sobre su cabeza.

Desde el inicio de los tiempos, la supervivencia de nuestra especie ha estado vinculada a tres factores: el alimento, la familia (como la forma más primitiva de sociedad) y el refugio.

Por eso resulta difícil de comprender el por qué, considerando la crisis económica que provocó la emergencia sanitaria, el gobierno no ha generado ningún tipo de programa de rescate de vivienda para la gente que ha perdido su empleo, o cuyos ingresos han reducido considerablemente a causa de la pandemia y que ahora no puede pagar la renta de su casa o departamento.

La ausencia de acción gubernamental en este sentido, ha hecho manifiesta la solidaridad social que todavía existe en nuestro país y que ha sido una característica de los mexicanos. En muchos casos, caseros e inquilinos han llegado a acuerdos para disminuir el monto de las rentas por algunos meses o, incluso, han condonado el cobro por servicios o mantenimiento.

Sin embargo, las autoridades se han mantenido al margen en un momento donde deberían propiciar este tipo de esfuerzos y sumarse a la acción solidaria que ya se está llevando a cabo sin su intervención.

Todas las economías del mundo están enfrentando una situación difícil y muy delicada. Esto ha tenido un impacto directo en las finanzas públicas, pero eso no debería ser pretexto para dejar a los ciudadanos a su suerte.

Si no hay dinero para auxiliar directamente a la gente que se encuentra en esta problemática, el gobierno tendría que estar buscando la manera de incentivar la conciliación entre arrendatarios y arrendadores para que también estos últimos obtengan algún beneficio, como por ejemplo, descuentos en el predial y deducciones fiscales.

Por otro lado, es importante señalar que iniciativas políticas (no jurídicas) como la presentada el pasado 8 de julio en el Congreso de la Ciudad de México por la coordinadora del Grupo Parlamentario de Morena, Martha Soledad Ávila, no hacen más que enfrentar a los sectores sociales en un momento en que la cohesión es indispensable.

Los más perjudicados por este intento de propaganda serán los inquilinos. Ante un clima de incertidumbre jurídica, se encogerá el mercado inmobiliario y se incrementarán las rentas para todos aquellos que estén en búsqueda de arrendar una vivienda.

Tenemos que apartarnos de la demagogia y exigirle al gobierno que tome el liderazgo, colocándose en el centro del problema como los auténticos mediadores que esta crisis necesita.

Esta pandemia ha dejado expuesta la fragilidad de nuestro sistema de auxilio social ante una emergencia.

Corregir esta vulnerabilidad debe convertirse en una prioridad: es hora de considerar la creación de un “seguro inquilinario” para que, en caso de que una persona que tenga un contrato de arrendamiento pierda su empleo, el gobierno asuma parte del costo de dos o tres meses de renta.

Las distintas glaciaciones que han tenido lugar en la Tierra provocaron la extinción de una innumerable cantidad de especies.

Si la nuestra sobrevivió no fue gracias a que encontráramos una mejor cueva que las demás, sino porque aprendimos a vivir en sociedad.

“..improvisamos un techo para protegernos de los murciélagos

que andan por ahí hablando con voz de gente.”

António Lobo Antunes

Pocas cosas pueden dar tanta tranquilidad a una persona como tener un techo sobre su cabeza.

Desde el inicio de los tiempos, la supervivencia de nuestra especie ha estado vinculada a tres factores: el alimento, la familia (como la forma más primitiva de sociedad) y el refugio.

Por eso resulta difícil de comprender el por qué, considerando la crisis económica que provocó la emergencia sanitaria, el gobierno no ha generado ningún tipo de programa de rescate de vivienda para la gente que ha perdido su empleo, o cuyos ingresos han reducido considerablemente a causa de la pandemia y que ahora no puede pagar la renta de su casa o departamento.

La ausencia de acción gubernamental en este sentido, ha hecho manifiesta la solidaridad social que todavía existe en nuestro país y que ha sido una característica de los mexicanos. En muchos casos, caseros e inquilinos han llegado a acuerdos para disminuir el monto de las rentas por algunos meses o, incluso, han condonado el cobro por servicios o mantenimiento.

Sin embargo, las autoridades se han mantenido al margen en un momento donde deberían propiciar este tipo de esfuerzos y sumarse a la acción solidaria que ya se está llevando a cabo sin su intervención.

Todas las economías del mundo están enfrentando una situación difícil y muy delicada. Esto ha tenido un impacto directo en las finanzas públicas, pero eso no debería ser pretexto para dejar a los ciudadanos a su suerte.

Si no hay dinero para auxiliar directamente a la gente que se encuentra en esta problemática, el gobierno tendría que estar buscando la manera de incentivar la conciliación entre arrendatarios y arrendadores para que también estos últimos obtengan algún beneficio, como por ejemplo, descuentos en el predial y deducciones fiscales.

Por otro lado, es importante señalar que iniciativas políticas (no jurídicas) como la presentada el pasado 8 de julio en el Congreso de la Ciudad de México por la coordinadora del Grupo Parlamentario de Morena, Martha Soledad Ávila, no hacen más que enfrentar a los sectores sociales en un momento en que la cohesión es indispensable.

Los más perjudicados por este intento de propaganda serán los inquilinos. Ante un clima de incertidumbre jurídica, se encogerá el mercado inmobiliario y se incrementarán las rentas para todos aquellos que estén en búsqueda de arrendar una vivienda.

Tenemos que apartarnos de la demagogia y exigirle al gobierno que tome el liderazgo, colocándose en el centro del problema como los auténticos mediadores que esta crisis necesita.

Esta pandemia ha dejado expuesta la fragilidad de nuestro sistema de auxilio social ante una emergencia.

Corregir esta vulnerabilidad debe convertirse en una prioridad: es hora de considerar la creación de un “seguro inquilinario” para que, en caso de que una persona que tenga un contrato de arrendamiento pierda su empleo, el gobierno asuma parte del costo de dos o tres meses de renta.

Las distintas glaciaciones que han tenido lugar en la Tierra provocaron la extinción de una innumerable cantidad de especies.

Si la nuestra sobrevivió no fue gracias a que encontráramos una mejor cueva que las demás, sino porque aprendimos a vivir en sociedad.

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