/ sábado 30 de septiembre de 2017

Vivir en vilo

En la ciudad volverán a ocurrir sismos de gran intensidad. ¿Cuándo? Los científicos no pueden responderlo. No hay manera de predecir cuándo va a temblar. En otras palabras, los chilangos tenemos dos cosas seguras en nuestro destino: los terremotos y la muerte.

La fecha 19 de septiembre ha quedado inscrita en nuestra historia contemporánea como apocalíptica. No creo que se haya una coincidencia igual de la que se tenga registro. ¡No es de Dios!

Las alertas sísmicas y los simulacros, aunque son muy útiles, no bastan para que la población esté bien preparada para enfrentar sismos. Cuando trabajé en el Instituto Nacional de Perinatología, formé parte de las brigadas de Protección Civil. En un hospital, por ejemplo, hay que saber cuándo evacuar y a quién evacuar (no se puede sacar a los pacientes de quirófanos o de las unidades de terapia intensiva). Es un asunto delicado para el cual hay que estar perfectamente preparado. Tomamos varios cursos impartidos por especialistas del Cenapred y de la Delegación Miguel Hidalgo. Nos enseñaron a ubicar las zonas seguras, a manejar extintores, a inmovilizar heridos, a transportarlos en  camillas, a organizar zonas de “triage” para la emergencia, entre otras cosas. En ese tiempo, los especialistas insistían mucho en que si se podía salir, había que colocarse en posición fetal en los llamados “triángulos de la vida”. Pues bien, ahora resulta que esta medida está contraindicada. El “triángulo de la vida” funciona en países como Estados Unidos cuyos materiales de construcción son ligeros como la madera; aquí una loza de cemento se desploma y aplasta al que esté cerca. Entonces, ¿qué debemos hacer cuando tiembla? ¿Cuándo hay que bajar las escaleras y cuándo hay que optar por quedarse. Si es así, ¿qué parte de una casa o edificio es la más segura? La desinformación al respecto es muy preocupante y cuesta vidas.

El Cenapred tiene una gran tarea por delante. Hay que preparar y difundir campañas intensivas que alerten a la gente sobre lo que sí y lo que no debe hacerse en caso de sismos. Sería muy útil que para difundirlas se utilizaran tiempos oficiales en radio y televisión asignados para las campañas políticas. Los terremotos deben ser tema prioritario, pero podrían abarcar también primeros auxilios básicos, prevención de incendios, accidentes domésticos, laborales, en vía pública explicados de manera muy gráfica y sencilla, accesible para cualquier persona. Al final, en esos mensajes podría decirse algo como: “mensaje cortesía de tal partido y el nombre de sus candidatos. Así se evitaría la tortura china que significa tener que aguantar la avalancha de propaganda que no sirve más que para desperdiciar miles de millones de pesos y evitaría muertes por desconocimiento.

En cuanto a los permisos de construcción y de uso de suelo, sería interesante crear una “Contraloría ciudadana de la construcción” que incluyera a ingenieros civiles, a especialistas en comportamiento del suelo, a arquitectos urbanistas y a innovadores en materiales de construcción y a representantes vecinales. Este organismo avalaría toda licencia de construcción otorgada para garantizar su viabilidad y vigilaría que las edificaciones autorizadas se llevaran a cabo correctamente.

¡No más edificios inseguros en las zonas de mayor impacto sísmico! Juntos, si nos lo proponemos, podemos evitar que se siga lucrando con el derecho de todos  a tener una vivienda segura.

 

andreacatano@gmail.com

En la ciudad volverán a ocurrir sismos de gran intensidad. ¿Cuándo? Los científicos no pueden responderlo. No hay manera de predecir cuándo va a temblar. En otras palabras, los chilangos tenemos dos cosas seguras en nuestro destino: los terremotos y la muerte.

La fecha 19 de septiembre ha quedado inscrita en nuestra historia contemporánea como apocalíptica. No creo que se haya una coincidencia igual de la que se tenga registro. ¡No es de Dios!

Las alertas sísmicas y los simulacros, aunque son muy útiles, no bastan para que la población esté bien preparada para enfrentar sismos. Cuando trabajé en el Instituto Nacional de Perinatología, formé parte de las brigadas de Protección Civil. En un hospital, por ejemplo, hay que saber cuándo evacuar y a quién evacuar (no se puede sacar a los pacientes de quirófanos o de las unidades de terapia intensiva). Es un asunto delicado para el cual hay que estar perfectamente preparado. Tomamos varios cursos impartidos por especialistas del Cenapred y de la Delegación Miguel Hidalgo. Nos enseñaron a ubicar las zonas seguras, a manejar extintores, a inmovilizar heridos, a transportarlos en  camillas, a organizar zonas de “triage” para la emergencia, entre otras cosas. En ese tiempo, los especialistas insistían mucho en que si se podía salir, había que colocarse en posición fetal en los llamados “triángulos de la vida”. Pues bien, ahora resulta que esta medida está contraindicada. El “triángulo de la vida” funciona en países como Estados Unidos cuyos materiales de construcción son ligeros como la madera; aquí una loza de cemento se desploma y aplasta al que esté cerca. Entonces, ¿qué debemos hacer cuando tiembla? ¿Cuándo hay que bajar las escaleras y cuándo hay que optar por quedarse. Si es así, ¿qué parte de una casa o edificio es la más segura? La desinformación al respecto es muy preocupante y cuesta vidas.

El Cenapred tiene una gran tarea por delante. Hay que preparar y difundir campañas intensivas que alerten a la gente sobre lo que sí y lo que no debe hacerse en caso de sismos. Sería muy útil que para difundirlas se utilizaran tiempos oficiales en radio y televisión asignados para las campañas políticas. Los terremotos deben ser tema prioritario, pero podrían abarcar también primeros auxilios básicos, prevención de incendios, accidentes domésticos, laborales, en vía pública explicados de manera muy gráfica y sencilla, accesible para cualquier persona. Al final, en esos mensajes podría decirse algo como: “mensaje cortesía de tal partido y el nombre de sus candidatos. Así se evitaría la tortura china que significa tener que aguantar la avalancha de propaganda que no sirve más que para desperdiciar miles de millones de pesos y evitaría muertes por desconocimiento.

En cuanto a los permisos de construcción y de uso de suelo, sería interesante crear una “Contraloría ciudadana de la construcción” que incluyera a ingenieros civiles, a especialistas en comportamiento del suelo, a arquitectos urbanistas y a innovadores en materiales de construcción y a representantes vecinales. Este organismo avalaría toda licencia de construcción otorgada para garantizar su viabilidad y vigilaría que las edificaciones autorizadas se llevaran a cabo correctamente.

¡No más edificios inseguros en las zonas de mayor impacto sísmico! Juntos, si nos lo proponemos, podemos evitar que se siga lucrando con el derecho de todos  a tener una vivienda segura.

 

andreacatano@gmail.com

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