/ martes 25 de febrero de 2020

Vulnerables en un país vulnerable

Los asesinatos de las menores Fátima, Karol y Verónica, las ejecuciones de la joven Ingrid y la locutora Verónica, además, la violación de Brenda, interna del penal de Zacatecas, son escenarios condenables, relatos de la grave situación que viven las mujeres en nuestro país.

¿Falló el sistema? ¿Qué debe ocurrir para garantizar un entorno seguro a las mujeres? ¿Cómo poner alto a esta la violencia feminicida? ¿Cuál es nuestra responsabilidad?

Hobbes explica que cuando se fracturan las fuerzas que controlan los distintos poderes, es inminente el declive y la anarquía ciudadana. En otros términos, cuando palpamos la erosión de la moral, la educación y la paz social, los efectos negativos se traspasan a la ciudadanía, las instituciones y la familia.

Evidente que esta erosión se gestó desde hace años por la obscena indiferencia de los gobiernos anteriores y lo más aberrante es, que estas circunstancias afectan a los sectores más vulnerables. Indignante que cada día, tres menores son asesinados y que semanalmente, se cometen dos feminicidios en contra de una menor de edad. Absurdo saber que vives en un país donde diariamente 9 mujeres son ultimadas. Lamentable tanta omisión, impunidad y desamparo hacia las mexicanas.

Uno de los indicadores del fracaso de las instituciones lo podemos observar en la implementación de los protocolos de seguridad. Por ejemplo, 19 entidades han declarado Alerta de Violencia de Género Contra Mujeres, incluyendo la Ciudad de México, sin embargo, seguimos en una verdadera emergencia. Los feminicidios van al alza.

En 2019, hubo cerca de mil feminicidios y en lo que va del año van más de 200. En homicidios dolosos, la cifra es superior a los 3 mil 200. Habrá que sumar que 110 mil mujeres fueron víctimas de algún delito como trata de personas, atentado contra la vida e integridad física, tráfico y corrupción de menores, entre otros. De 2018 a 2019 se incrementaron en un 24% los secuestros de mujeres.

Desde hace meses, las mexicanas transitan por un largo camino en la defensa, protección y justicia de este sector. Se organizan, salen a las calles, se manifiestan en redes sociales, están presentes en la sociedad organizada. Sus voces no callan a pesar de saberse las más vulnerables de esta violenta sociedad.

Ellas, constituyen el movimiento social de nuestros tiempos. Seguramente, esta expresión ciudadana, transformada en reclamo por la paz, continuará creciendo, generando conciencia y abarcando otros espacios públicos.

Ellas, están regresando la dignidad y la moral a este país.

Los asesinatos de las menores Fátima, Karol y Verónica, las ejecuciones de la joven Ingrid y la locutora Verónica, además, la violación de Brenda, interna del penal de Zacatecas, son escenarios condenables, relatos de la grave situación que viven las mujeres en nuestro país.

¿Falló el sistema? ¿Qué debe ocurrir para garantizar un entorno seguro a las mujeres? ¿Cómo poner alto a esta la violencia feminicida? ¿Cuál es nuestra responsabilidad?

Hobbes explica que cuando se fracturan las fuerzas que controlan los distintos poderes, es inminente el declive y la anarquía ciudadana. En otros términos, cuando palpamos la erosión de la moral, la educación y la paz social, los efectos negativos se traspasan a la ciudadanía, las instituciones y la familia.

Evidente que esta erosión se gestó desde hace años por la obscena indiferencia de los gobiernos anteriores y lo más aberrante es, que estas circunstancias afectan a los sectores más vulnerables. Indignante que cada día, tres menores son asesinados y que semanalmente, se cometen dos feminicidios en contra de una menor de edad. Absurdo saber que vives en un país donde diariamente 9 mujeres son ultimadas. Lamentable tanta omisión, impunidad y desamparo hacia las mexicanas.

Uno de los indicadores del fracaso de las instituciones lo podemos observar en la implementación de los protocolos de seguridad. Por ejemplo, 19 entidades han declarado Alerta de Violencia de Género Contra Mujeres, incluyendo la Ciudad de México, sin embargo, seguimos en una verdadera emergencia. Los feminicidios van al alza.

En 2019, hubo cerca de mil feminicidios y en lo que va del año van más de 200. En homicidios dolosos, la cifra es superior a los 3 mil 200. Habrá que sumar que 110 mil mujeres fueron víctimas de algún delito como trata de personas, atentado contra la vida e integridad física, tráfico y corrupción de menores, entre otros. De 2018 a 2019 se incrementaron en un 24% los secuestros de mujeres.

Desde hace meses, las mexicanas transitan por un largo camino en la defensa, protección y justicia de este sector. Se organizan, salen a las calles, se manifiestan en redes sociales, están presentes en la sociedad organizada. Sus voces no callan a pesar de saberse las más vulnerables de esta violenta sociedad.

Ellas, constituyen el movimiento social de nuestros tiempos. Seguramente, esta expresión ciudadana, transformada en reclamo por la paz, continuará creciendo, generando conciencia y abarcando otros espacios públicos.

Ellas, están regresando la dignidad y la moral a este país.