/ miércoles 25 de octubre de 2017

Xi Jiping y su socialismo en la nueva era

Concluyó el congreso del Partido Comunista chino, después de varios días de sesiones de sus más de dos mil delegados. Siempre ha sido un acontecimiento su realización y por el momento mundial que vivimos toma especial relevancia.

En este magno congreso que se lleva a cabo cada cinco años se designó al Comité Permanente y se reeligió a quien dirigirá el país hasta 2022: el actual presidente. Habrá que decir que Xi Jiping no tuvo competidor y salió más reforzado en su dirigencia también como secretario general del Partido y jefe supremo de las Fuerzas Armadas e incluso, más allá que sus más cercanos antecesores.

Por algo, sus principales líneas de pensamiento serán incluidas dentro de la Constitución junto con las de los dos personajes más relevantes: Mao Tse Tung y Den Xiaoping, los grandes reformadores de China.

El principal eje de esas líneas es el del “socialismo con características chinas para una nueva era” que marcan indudablemente no solo el desarrollo interno de la República Popular China, sino el de su política exterior.

En este sentido el país asiático con más fuerza apuntala las acciones de su nacionalismo hacia dentro y su globalismo hacia fuera que tan buen resultado le ha dado desde que Xiaoping se lanzó a transformar su economía y a elevar de forma tan determinante su conquista comercial de nuevos mercados internacionales.

La figura del presidente y la crisis de falta de un liderazgo mundial ante la caída de la influencia de Estados Unidos han sido aprovechadas por este hombre tan carismático y por su gran visión política que lo ha venido ejerciendo desde que desde muy joven ingresó a las filas del Partido Comunista.

Su vida ha sido desvelada como casi una novela y tal parece que no le fue fácil alcanzar lo que siempre fue su objetivo: dirigir a su país. Hoy, incluso, comienza a ser venerado por su pueblo y a elevarlo estratégicamente como el “gran timonel” de esta nueva era. Las pinturas que fueron expuestas durante el congreso muestran incluso a un Xi Jiping menos parecido a sí mismo y más parecido a Mao como una estrategia ideológica de lo que hoy los nuevos comunistas desean proyectar al mundo, sabedores de lo que significó el líder de la Revolución china tanto para la nación misma que para los cambios que propició en el mundo.

También su nacionalismo se ha visto reforzado por una milenaria figura de la sabiduría china, Confucio, la que parece más vigente que nunca al identificar a ese nuevo nacionalismo como la meta a alcanzar de lo que debe buscar cada ser para llegar casi a la perfección humana.

Pero, en definitiva, en unos cuantos meses el Presidente de Estados Unidos y los problemas por los que atraviesa la Unión Europea, más la situación económica mundial, le han facilitado el camino a XI Jiping para seguir construyendo el expansionismo chino del cual estábamos advertidos desde fines del siglo pasado, pues como nunca, y difícilmente otro país lo planea igual, ha ido logrando sus objetivos.

Concluyó el congreso del Partido Comunista chino, después de varios días de sesiones de sus más de dos mil delegados. Siempre ha sido un acontecimiento su realización y por el momento mundial que vivimos toma especial relevancia.

En este magno congreso que se lleva a cabo cada cinco años se designó al Comité Permanente y se reeligió a quien dirigirá el país hasta 2022: el actual presidente. Habrá que decir que Xi Jiping no tuvo competidor y salió más reforzado en su dirigencia también como secretario general del Partido y jefe supremo de las Fuerzas Armadas e incluso, más allá que sus más cercanos antecesores.

Por algo, sus principales líneas de pensamiento serán incluidas dentro de la Constitución junto con las de los dos personajes más relevantes: Mao Tse Tung y Den Xiaoping, los grandes reformadores de China.

El principal eje de esas líneas es el del “socialismo con características chinas para una nueva era” que marcan indudablemente no solo el desarrollo interno de la República Popular China, sino el de su política exterior.

En este sentido el país asiático con más fuerza apuntala las acciones de su nacionalismo hacia dentro y su globalismo hacia fuera que tan buen resultado le ha dado desde que Xiaoping se lanzó a transformar su economía y a elevar de forma tan determinante su conquista comercial de nuevos mercados internacionales.

La figura del presidente y la crisis de falta de un liderazgo mundial ante la caída de la influencia de Estados Unidos han sido aprovechadas por este hombre tan carismático y por su gran visión política que lo ha venido ejerciendo desde que desde muy joven ingresó a las filas del Partido Comunista.

Su vida ha sido desvelada como casi una novela y tal parece que no le fue fácil alcanzar lo que siempre fue su objetivo: dirigir a su país. Hoy, incluso, comienza a ser venerado por su pueblo y a elevarlo estratégicamente como el “gran timonel” de esta nueva era. Las pinturas que fueron expuestas durante el congreso muestran incluso a un Xi Jiping menos parecido a sí mismo y más parecido a Mao como una estrategia ideológica de lo que hoy los nuevos comunistas desean proyectar al mundo, sabedores de lo que significó el líder de la Revolución china tanto para la nación misma que para los cambios que propició en el mundo.

También su nacionalismo se ha visto reforzado por una milenaria figura de la sabiduría china, Confucio, la que parece más vigente que nunca al identificar a ese nuevo nacionalismo como la meta a alcanzar de lo que debe buscar cada ser para llegar casi a la perfección humana.

Pero, en definitiva, en unos cuantos meses el Presidente de Estados Unidos y los problemas por los que atraviesa la Unión Europea, más la situación económica mundial, le han facilitado el camino a XI Jiping para seguir construyendo el expansionismo chino del cual estábamos advertidos desde fines del siglo pasado, pues como nunca, y difícilmente otro país lo planea igual, ha ido logrando sus objetivos.