/ miércoles 16 de agosto de 2023

Xóchitl: nueva variable en el escenario electoral

La irrupción de Xóchitl Gálvez en la contienda interna del Frente Amplio por México y sus cada vez más serias posibilidades de obtener la candidatura de ese bloque ha modificado los escenarios que el presidente López Obrador se planteó cuando de forma muy adelantada abrió el juego sucesorio dentro de Morena.

La idea inicial del líder morenista contemplaba a un aspirante opositor medianamente competitivo frente a quien resultara mejor ubicado en la encuesta que su partido organizará a partir del próximo 28 de agosto y cuya metodología aún no ha sido revelada.

Contar con un adversario con menores posibilidades de crecimiento en el terreno electoral formaba parte de sus planes para tener mayor margen de maniobra en la decisión que él habrá de tomar sobre la figura que represente a Morena en las elecciones de junio de 2024.

Sin embargo, y muestra de que en política lo único seguro es lo que ya sucedió, nadie preveía la construcción de una candidatura opositora que pudiera disputarle de manera seria el poder a Morena. Incuso, durante varios meses las críticas hacia el campo aliancista giraban en torno a la ausencia de una figura fuerte que emocionara a los electores y una masa suficientemente sólida que fuera capaz de competirle al proyecto presidencial.

La súbita aparición de Gálvez en la arena electoral y la falla de cálculo de Andrés Manuel López Obrador al haber provocado el crecimiento de la hidalguense, modificaron el tablero político nacional. Hoy la gran interrogante que surge es quién de los dos aspirantes punteros de Morena, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, cuentan con los atributos suficientes para mantener a su partido al frente de las encuestas y evitar que la oposición les dispute los votos de las clases medias de origen urbano, un sector que podría ser definitorio en las elecciones del próximo año.

Morena dispone de un voto duro de alrededor de 15 millones de simpatizantes, cifra que solamente varió en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador logró duplicar esa base, pero que, poco a poco, se ha ido reduciendo para llegar a su cifra inicial. Ello quiere decir que la decisión del finalista dependerá de su capacidad de seducir a ese estrato de la sociedad que aún no define el sentido de su sufragio.

Existe la certeza de que la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, goza de un apoyo mayoritario dentro de su partido, pero prevalece la duda sobre su capacidad de ir a buscar los votos fuera de Morena.

Por el contrario, Marcelo Ebrard es percibido como un aspirante con mayores alcances fuera de Morena, con una visión más abierta del quehacer político y con propuestas mucho más concretas que generan mayores simpatías justo en el sector de las clases medias. Incluso, una de los planteamientos que mayor sorpresa han provocado es el incremento de la clase media, para superar el 50 por ciento de la población, con la meta de acabar con la pobreza extrema.

Andrés Manuel López Obrador no se sustraerá de su facultad metaconstitucional de designar a quien podría ser su sucesor o sucesora. La nueva variable política llamada Xóchitl Gálvez ha venido a modificar los escenarios que inicialmente se había planteado y esto podría dar un giro sorpresivo a las percepciones que se habían consolidado en las últimas semanas.

sdelrio1934@gmail.com


La irrupción de Xóchitl Gálvez en la contienda interna del Frente Amplio por México y sus cada vez más serias posibilidades de obtener la candidatura de ese bloque ha modificado los escenarios que el presidente López Obrador se planteó cuando de forma muy adelantada abrió el juego sucesorio dentro de Morena.

La idea inicial del líder morenista contemplaba a un aspirante opositor medianamente competitivo frente a quien resultara mejor ubicado en la encuesta que su partido organizará a partir del próximo 28 de agosto y cuya metodología aún no ha sido revelada.

Contar con un adversario con menores posibilidades de crecimiento en el terreno electoral formaba parte de sus planes para tener mayor margen de maniobra en la decisión que él habrá de tomar sobre la figura que represente a Morena en las elecciones de junio de 2024.

Sin embargo, y muestra de que en política lo único seguro es lo que ya sucedió, nadie preveía la construcción de una candidatura opositora que pudiera disputarle de manera seria el poder a Morena. Incuso, durante varios meses las críticas hacia el campo aliancista giraban en torno a la ausencia de una figura fuerte que emocionara a los electores y una masa suficientemente sólida que fuera capaz de competirle al proyecto presidencial.

La súbita aparición de Gálvez en la arena electoral y la falla de cálculo de Andrés Manuel López Obrador al haber provocado el crecimiento de la hidalguense, modificaron el tablero político nacional. Hoy la gran interrogante que surge es quién de los dos aspirantes punteros de Morena, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, cuentan con los atributos suficientes para mantener a su partido al frente de las encuestas y evitar que la oposición les dispute los votos de las clases medias de origen urbano, un sector que podría ser definitorio en las elecciones del próximo año.

Morena dispone de un voto duro de alrededor de 15 millones de simpatizantes, cifra que solamente varió en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador logró duplicar esa base, pero que, poco a poco, se ha ido reduciendo para llegar a su cifra inicial. Ello quiere decir que la decisión del finalista dependerá de su capacidad de seducir a ese estrato de la sociedad que aún no define el sentido de su sufragio.

Existe la certeza de que la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, goza de un apoyo mayoritario dentro de su partido, pero prevalece la duda sobre su capacidad de ir a buscar los votos fuera de Morena.

Por el contrario, Marcelo Ebrard es percibido como un aspirante con mayores alcances fuera de Morena, con una visión más abierta del quehacer político y con propuestas mucho más concretas que generan mayores simpatías justo en el sector de las clases medias. Incluso, una de los planteamientos que mayor sorpresa han provocado es el incremento de la clase media, para superar el 50 por ciento de la población, con la meta de acabar con la pobreza extrema.

Andrés Manuel López Obrador no se sustraerá de su facultad metaconstitucional de designar a quien podría ser su sucesor o sucesora. La nueva variable política llamada Xóchitl Gálvez ha venido a modificar los escenarios que inicialmente se había planteado y esto podría dar un giro sorpresivo a las percepciones que se habían consolidado en las últimas semanas.

sdelrio1934@gmail.com