/ jueves 10 de diciembre de 2020

¿Y después de la vacuna?

Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse.

Ernesto Sabato


No quiero ser aguafiestas ante el entusiasmo que ha desatado el arribo de las vacunas, pero en este momento es una carrera de los gobiernos por lograr inocular a su población en el menor tiempo posible con el objetivo de aumentar la popularidad y ganar adeptos sin importar el gasto, dificultando, así, la lucha para encarar el virus SARS-CoV-2, principalmente para los países periféricos. Por ello, es necesario precisar los caminos que habremos de transitar y los que puede presentarse en el horizonte.


Recordemos, el Capitalismo ha desarrollado ocho pandemias en los últimos 100 años y, junto con ellas, varias epidemias que son cada vez más grandes y peligrosas, sumado al incremento de movilidad que potencializa el contagio. Los saldos en pérdidas humanas han sido constantes: la primera pandemia conocida en el siglo XX fue la gripe de la influenza en 1918, que causó la muerte de entre 20 y 50 millones de personas durante la Primera Guerra Mundial y la afectación alrededor de 500 millones de personas, como lo describe Daniel Campos en “Un análisis marxista del Coronavirus”.


Ahora, el SARS-CoV-2 se desarrolla en un contexto de alta concentración de la riqueza, obscenos índices de pobreza y destrucción del medio ambiente. No obstante esto, los “razonamientos” que hoy circulan por parte de los grupos dominantes, y que buscan confundir a las audiencias sociales, pretenden resaltar que la causa de la crisis actual proviene de factores “exógenos”, ajenos al modelo depredador y de acumulación sin límites que caracteriza al capitalismo financiero. Estamos en presencia de la imbricación de un sistema que empobreció a los trabajadores. Por eso, no es extraño que los asalariados precarizados que no cuentan con protección social, son los que más han sufrido los embates del Covid-19. Evidenciando, de igual manera, a aquellos ultra ricos que continúan haciendo dinero con el sufrimiento y la devastación, en contraste con la fragilidad de los micro, pequeños y medianos empresarios que han tenido que cerrar, incrementando el desempleo, y que el gobierno mexicano ha dejado a su suerte.


El futuro no se ve nada alentador, los datos que muestran los organismos internacionales, así, como, el INEGI y CONEVAL, dibujan un panorama grave para el país. Claro, el modelo capitalista financiero tendrá algunas adecuaciones en su proceso de acumulación y explotación, pero mantendrá intacta su infernal lógica de destrucción del medio ambiente, la fauna, la flora, los ríos y la alimentación. Preparémonos para las próximas pandemias, porque vendrán más, y sus respectivas “vacunas”.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse.

Ernesto Sabato


No quiero ser aguafiestas ante el entusiasmo que ha desatado el arribo de las vacunas, pero en este momento es una carrera de los gobiernos por lograr inocular a su población en el menor tiempo posible con el objetivo de aumentar la popularidad y ganar adeptos sin importar el gasto, dificultando, así, la lucha para encarar el virus SARS-CoV-2, principalmente para los países periféricos. Por ello, es necesario precisar los caminos que habremos de transitar y los que puede presentarse en el horizonte.


Recordemos, el Capitalismo ha desarrollado ocho pandemias en los últimos 100 años y, junto con ellas, varias epidemias que son cada vez más grandes y peligrosas, sumado al incremento de movilidad que potencializa el contagio. Los saldos en pérdidas humanas han sido constantes: la primera pandemia conocida en el siglo XX fue la gripe de la influenza en 1918, que causó la muerte de entre 20 y 50 millones de personas durante la Primera Guerra Mundial y la afectación alrededor de 500 millones de personas, como lo describe Daniel Campos en “Un análisis marxista del Coronavirus”.


Ahora, el SARS-CoV-2 se desarrolla en un contexto de alta concentración de la riqueza, obscenos índices de pobreza y destrucción del medio ambiente. No obstante esto, los “razonamientos” que hoy circulan por parte de los grupos dominantes, y que buscan confundir a las audiencias sociales, pretenden resaltar que la causa de la crisis actual proviene de factores “exógenos”, ajenos al modelo depredador y de acumulación sin límites que caracteriza al capitalismo financiero. Estamos en presencia de la imbricación de un sistema que empobreció a los trabajadores. Por eso, no es extraño que los asalariados precarizados que no cuentan con protección social, son los que más han sufrido los embates del Covid-19. Evidenciando, de igual manera, a aquellos ultra ricos que continúan haciendo dinero con el sufrimiento y la devastación, en contraste con la fragilidad de los micro, pequeños y medianos empresarios que han tenido que cerrar, incrementando el desempleo, y que el gobierno mexicano ha dejado a su suerte.


El futuro no se ve nada alentador, los datos que muestran los organismos internacionales, así, como, el INEGI y CONEVAL, dibujan un panorama grave para el país. Claro, el modelo capitalista financiero tendrá algunas adecuaciones en su proceso de acumulación y explotación, pero mantendrá intacta su infernal lógica de destrucción del medio ambiente, la fauna, la flora, los ríos y la alimentación. Preparémonos para las próximas pandemias, porque vendrán más, y sus respectivas “vacunas”.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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