/ viernes 28 de diciembre de 2018

¿Y mi Afore ‘pa?

La primera generación de trabajadores mexicanos que hicieron su ahorro para el retiro mediante el sistema de Afores creado en 1997 ya está muy cerca de llegar a la edad de jubilación.

76 de cada 100 de ellos no alcanzarán las mil 250 semanas de cotización, así que no podrán pensionarse, sino que sus recursos escasos les serán entregados en una sola exhibición. Los 24 de cada 100 que sí obtengan un ingreso regular tras su retiro será en promedio de sólo el 22% del salario que ganaban. ¿Qué falló? El problema no es la idea sino la ejecución.

El sistema individualizado de ahorro para el retiro es de sentido común. No sólo resolvió el desequilibrio actuarial que causaba el sistema anterior de reparto en el IMSS y el ISSSTE, sino que trajo muchos otros beneficios como viabilidad financiera para el sistema de seguridad social, equidad intergeneracional, dado que una no se hace cargo de otra, mucha más transparencia en ahorro individual, y desarrollo e infraestructura dado que todos esos recursos administrados se invierten en proyectos para el crecimiento del país, con los que ganan rendimientos en beneficio de cada cuentahabiente.

El foco rojo está en que la competencia es el gran aliciente para que las empresas ofrezcan mejores productos y servicios a mejores precios, y ese principio básico no se ha aplicado al mercado de las afores. Hace apenas una década había 20 y actualmente sólo quedan 10, pero además cuatro de ellas concentran el 67% de todos los recursos.

Más aún, en 2017 la Comisión Federal de Competencia Económica impuso multas por mil 100 millones de pesos a bancos por prácticas monopólicas que consistían en ponerse de acuerdo para reducir los traspasos y ahorrarse gasto en publicidad, limitando así las opciones y la información en un mercado en que la única variable de competencia es la libertad de los trabajadores para poner su ahorro en las afores que les otorguen los mejores rendimientos.

También hay que decir que esa concentración se hacía con el consentimiento de la autoridad que sobrerreguló el sector, impuso todavía más barreras a los traspasos y estableció el Índice de Rendimiento Neto para medir el desempeño de las Afore que considera únicamente resultados anteriores, los cuales no prevén el desempeño futuro ni otras variables de riesgo, servicio y calidad para los trabajadores. Convendría más el uso de un índice de rendimiento neto ajustado por riesgo y de la prestación de servicios.

Por conservadora que sea, toda inversión tiene un nivel considerable de riesgo. El ejemplo más reciente es que las administradoras de fondos para el retiro registraron en octubre una minusvalía histórica de 131 mil 649 millones de pesos por la volatilidad que se generó en los mercados financieros tras la cancelación del NAIM.

Sumada a otras que se dieron en febrero, mayo y noviembre, este no habrá sido un año positivo para las Afore, aunque también hay que clarificar que en sus 21 años de existencia este sistema ha logrado recuperarse de todas las minusvalías que se han presentado.

¿Se necesita que los trabajadores ahorren un porcentaje mayor de sus ingresos para asegurar una mejor pensión? Ese es un tema a incluir en una discusión integral, pero no sin antes pasar por el asunto de impulsar un buen paquete de medidas que solucionen los problemas estructurales. El nuevo gobierno ha expresado su disposición para atender esto.


Colaboradora de Diario de Xalapa


@AdriDelgadoRuiz

La primera generación de trabajadores mexicanos que hicieron su ahorro para el retiro mediante el sistema de Afores creado en 1997 ya está muy cerca de llegar a la edad de jubilación.

76 de cada 100 de ellos no alcanzarán las mil 250 semanas de cotización, así que no podrán pensionarse, sino que sus recursos escasos les serán entregados en una sola exhibición. Los 24 de cada 100 que sí obtengan un ingreso regular tras su retiro será en promedio de sólo el 22% del salario que ganaban. ¿Qué falló? El problema no es la idea sino la ejecución.

El sistema individualizado de ahorro para el retiro es de sentido común. No sólo resolvió el desequilibrio actuarial que causaba el sistema anterior de reparto en el IMSS y el ISSSTE, sino que trajo muchos otros beneficios como viabilidad financiera para el sistema de seguridad social, equidad intergeneracional, dado que una no se hace cargo de otra, mucha más transparencia en ahorro individual, y desarrollo e infraestructura dado que todos esos recursos administrados se invierten en proyectos para el crecimiento del país, con los que ganan rendimientos en beneficio de cada cuentahabiente.

El foco rojo está en que la competencia es el gran aliciente para que las empresas ofrezcan mejores productos y servicios a mejores precios, y ese principio básico no se ha aplicado al mercado de las afores. Hace apenas una década había 20 y actualmente sólo quedan 10, pero además cuatro de ellas concentran el 67% de todos los recursos.

Más aún, en 2017 la Comisión Federal de Competencia Económica impuso multas por mil 100 millones de pesos a bancos por prácticas monopólicas que consistían en ponerse de acuerdo para reducir los traspasos y ahorrarse gasto en publicidad, limitando así las opciones y la información en un mercado en que la única variable de competencia es la libertad de los trabajadores para poner su ahorro en las afores que les otorguen los mejores rendimientos.

También hay que decir que esa concentración se hacía con el consentimiento de la autoridad que sobrerreguló el sector, impuso todavía más barreras a los traspasos y estableció el Índice de Rendimiento Neto para medir el desempeño de las Afore que considera únicamente resultados anteriores, los cuales no prevén el desempeño futuro ni otras variables de riesgo, servicio y calidad para los trabajadores. Convendría más el uso de un índice de rendimiento neto ajustado por riesgo y de la prestación de servicios.

Por conservadora que sea, toda inversión tiene un nivel considerable de riesgo. El ejemplo más reciente es que las administradoras de fondos para el retiro registraron en octubre una minusvalía histórica de 131 mil 649 millones de pesos por la volatilidad que se generó en los mercados financieros tras la cancelación del NAIM.

Sumada a otras que se dieron en febrero, mayo y noviembre, este no habrá sido un año positivo para las Afore, aunque también hay que clarificar que en sus 21 años de existencia este sistema ha logrado recuperarse de todas las minusvalías que se han presentado.

¿Se necesita que los trabajadores ahorren un porcentaje mayor de sus ingresos para asegurar una mejor pensión? Ese es un tema a incluir en una discusión integral, pero no sin antes pasar por el asunto de impulsar un buen paquete de medidas que solucionen los problemas estructurales. El nuevo gobierno ha expresado su disposición para atender esto.


Colaboradora de Diario de Xalapa


@AdriDelgadoRuiz

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