El martes 4 de junio fui entrevistada por un medio de comunicación de Veracruz. Entre varias preguntas me cuestionaron si era congruente hacer críticas hacía el INE cuando días antes la oposición y la llamada Marea Rosa lo defendía vehementemente, discusión que venimos leyendo y escuchando.
Yo creo en el Instituto Nacional Electoral, creo en el INE como la institución ciudadana conquistada a través de un fuerte proceso histórico, que evolucionó y fortaleció gracias a las luchas de activistas políticos que exigían procesos políticos más transparentes y equitativos. Yo creo en el INE ciudadano, en esa institución conformada por miles de ciudadanos que regalan su tiempo para organizar, vigilar y realizar nuestras elecciones. Creo en el INE integrado por Consejeros conscientes de la enorme responabilidad que llevan en sus hombros y de la importancia de sus decisiones.
Sin embargo, el INE no ha estado exento del debilitamiento institucional al que este gobierno ha sometido a todos los Órganos Constitucionales Autónomos. En 2023, la mayoría oficialista aprobó el recorte de más 5 mil millones de pesos al Instituto Nacional Electoral, algo a lo que por supuesto las y los Diputados del PRI, PAN y PRD nos opusimos, pues teníamos claro que dicho presupuesto afectaría las actividades sustanciales de la Institución más importante durante una elección general.
El INE también ha sido debilitado en cuanto a su conformación e integración, es la primera vez desde su conformación que el grupo mayoritario en la Cámara de Diputados no dialogó ni consensó la integración de Consejeras y Consejeros y dado que no hubo diálogo se tuvo que elegir por insaculación a las y los consejeros que faltaban por integrar al Consejo General, entre ellos a su actual Presidenta. ¿Por qué dejar a la suerte algo que pudimos construir por la vía del diálogo?
Toda acción tiene consecuencias y hoy vemos un INE dividido, un INE que no ha podido siquiera nombrar formalmente a una persona titular de la Secretaría Ejecutiva, ni a los titulares de las Direcciones Generales por falta de consensos y acuerdos al interior, un INE claramente polarizado en las discusiones al interior del Consejo General, un INE cuya consistencia de sus decisiones en los más altos niveles parecen alejadas de aquellas decisiones imparciales y objetivas del INE de Lorenzo Córdova.
Es inverosímil que un Instituto cuya principal función es organizar, registrar y monitorear elecciones y que lo había hecho múltiples veces, tenga un sistema que “se caiga”. Algo tan previsible que incluso expuse en la reunión que sostuvimos con Observadores Electorales de Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), previo la elección del 2 de junio, cuando les compartí que tenía conocimiento acerca del cambio de proveedor de sistema informático que realizó el INE por uno que había sido cuestionado por múltiples fallas y errores en otros países.
Confío en el INE, pero eso no le quita la responsabilidad por su falta de capacitación a los funcionarios de casilla, por la crisis de renuncias masivas de Capacitadores Asistentes Electorales. Hubo un generalizado problema de organización de las casillas, cuya responsabilidad no es de la ciudadanía que fungió voluntariamente como funcionarias de casilla, sino del Instituto que no coordinó, capacitó y vigiló a las personas encargadas de esas tareas.
Creo en el INE, pero no en uno que no supo brindar certidumbre ni confianza en sus conteos preliminares, que tuvo que reconocer errores en el conteo y volver a reabrir más de la mitad de los paquetes electorales, por esa desconfianza.
Creo en el INE y en los/las servidores públicos que integran el Servicio Profesional de Carrera de esa gran institución; creo en el INE y en las mujeres y hombres que durante muchos años han conformado ese instituto y han ejercido con honor y esmero sus tareas; creo en el INE que resiste a los embates y el debilitamiento sistemático al que es (y será objeto) por parte del titular del Poder Ejecutivo. Creo en e INE que se ganó un lugar de pleno reconocimiento internacional y prestigio por su alto compromiso con la democracia. Creo en el INE con vocación de árbitro electoral, seguramente perfectible. Sin embargo, reconozco con tristeza que hay quienes desde el más alto nivel de esa Institución manchan el trabajo de las y los miles de trabajadores de ese Instituto por no ser fieles a los principios de objetividad e imparcialidad con que deben manejarse, por someterse a la voluntad y al capricho de unos cuantos. Por sin el menor recato, arriesgar la vida democrática de nuestro México. No creo hoy dirigen un INE con vocación de comparsa.
*Sofía Carvajal Isunza es abogada por la UNAM, Secretaría de Asuntos Internacionales del CEN del PRI; Secretaría Ejecutiva de la COPPPAL; Diputada Federal del PRI y Presidenta del Grupo Geopolítico de América Latina y del Caribe de la Unión Interparlamentaria.