/ sábado 1 de enero de 2022

Aprende a concretar tus propósitos de fin de año

Según estudios recientes, sólo un pequeño porcentaje de personas logran sus objetivos durante un nuevo año

Comúnmente las personas aprovechan el cambio de año para plantearse una posibilidad de renovación personal. Esta intención puede estar relacionada con la comida, el cigarro, las compras o mantenerse en un trabajo poco satisfactorio.

En una serie de estudios sobre los propósitos de año nuevo, realizada por la Universidad de Scranton en Pensilvania, Estados Unidos, se encontró que apenas el ocho por ciento de las personas concretan sus proyectos, sin importar si se trata de bajar de peso, ser más organizado y tener hábitos más saludables, (que son los tres propósitos más recurrentes a nivel mundial).

A unas horas de intentar ese tan codiciado cambio, a la menor provocación, la persona se echa para atrás. “Las intenciones están ahí. Empezaron con mucho ánimo y hasta compraron aditamentos para acompañar su proceso de cambio—unos tenis nuevos para salir a correr, por ejemplo—. Pero después de un par de días se dan cuenta que no es tan fácil: los niveles de energía no son iguales a diario, se cruzan los pendientes del día a día. Así que paulatinamente desechan sus propósitos porque tuvieron una guía para acompañar y planificar ese cambio”, explica María Ibarra, fundadora y CEO de The Full Planner, la herramienta de planeación que convierte los propósitos en metas alcanzables.

En ese sentido, el problema con los propósitos de año nuevo es fácilmente identificable: no se entiende el cambio como un proceso, sino como un producto final que debe existir una vez que se decreta. A partir de esta idea, la experta presenta algunas consideraciones y estrategias para que cualquier persona pueda concretar sus propósitos de año nuevo de una vez por todas.

1) Objetivos claros. Muchas veces se confunden intenciones con metas. Decir ‘voy a bajar de peso’ no es un objetivo, es en cierta medida un buen deseo, pero implica toda una serie de acciones como cambios en la alimentación, horarios para ejercicio, para cocinar de forma saludable, etc. Es importante considerar todo lo que hay en torno al propósito, porque no es sólo una acción aislada, sino que implica una serie de cambios y nuevos hábitos.

Objetivos claros / Cortesía | The full planner

2) Planeación a corto, mediano y largo plazo. Una vez establecidos los objetivos que se busquen en ese proceso de cambio, es obligatorio trazar una ruta de viaje precisa a seguir. Esos pasos deben articularse en el corto, mediano y largo plazo . Hay que comenzar con lo más sencillo -¿qué se puede hacer hoy mismo para encaminar ese propósito?- y escalarlo hasta sus alcances más amplios -¿cómo se ve una vida completa con ese cambio?- o, mejor aún, ¿qué otros cambios puede detonar eventualmente ese propósito?

Planeación a corto, mediano y largo plazo / Cortesía | The full planner

3) Medición constante. “Cuando se tira la toalla demasiado rápido en gran medida es porque no se están midiendo los resultados que ofrecen los cambios”, considera Ibarra.

Se debe entender que un proceso lleva su tiempo y planeación, por ende los resultados no siempre son inmediatos y pocas veces son visibles si no se lleva un seguimiento. La clave para concretar un propósito de año nuevo recae en poder recopilar y procesar la información que las acciones llevadas a cabo dejan. Los resultados negativos siguen siendo resultados y, por lo mismo, es necesario medirlos para poder afinar la estrategia y para reconocer con claridad los avances que se den.

4) Apoyo con las herramientas adecuadas. Ibarra dice que ninguna persona es un ejército. "No tiene por qué saber hacerlo todo. De tal modo, es importantísimo apoyar el proceso de cambio con herramientas adecuadas. Un planeador o agenda son ideales para gestionar los propósitos, medir los objetivos alcanzados y establecer nuevas metas. Así hay un apoyo tangible para concretar los propósitos".

Recalcular y recalibrar / Cortesía | The full planner

5) Recalcular y recalibrar. Todos los puntos anteriores llevan a un último y es que si se considera el cambio como un proceso, se debe aceptar que es necesario recalcular y recalibrar la estrategia cada vez que sea necesario. Con base en los datos que se han registrado, y con los objetivos claros en el horizonte, se pueden afinar los pasos sobre la marcha. Esto aumenta las garantías para terminar el año con metas concluidas para dar paso a nuevos propósitos.

Comúnmente las personas aprovechan el cambio de año para plantearse una posibilidad de renovación personal. Esta intención puede estar relacionada con la comida, el cigarro, las compras o mantenerse en un trabajo poco satisfactorio.

En una serie de estudios sobre los propósitos de año nuevo, realizada por la Universidad de Scranton en Pensilvania, Estados Unidos, se encontró que apenas el ocho por ciento de las personas concretan sus proyectos, sin importar si se trata de bajar de peso, ser más organizado y tener hábitos más saludables, (que son los tres propósitos más recurrentes a nivel mundial).

A unas horas de intentar ese tan codiciado cambio, a la menor provocación, la persona se echa para atrás. “Las intenciones están ahí. Empezaron con mucho ánimo y hasta compraron aditamentos para acompañar su proceso de cambio—unos tenis nuevos para salir a correr, por ejemplo—. Pero después de un par de días se dan cuenta que no es tan fácil: los niveles de energía no son iguales a diario, se cruzan los pendientes del día a día. Así que paulatinamente desechan sus propósitos porque tuvieron una guía para acompañar y planificar ese cambio”, explica María Ibarra, fundadora y CEO de The Full Planner, la herramienta de planeación que convierte los propósitos en metas alcanzables.

En ese sentido, el problema con los propósitos de año nuevo es fácilmente identificable: no se entiende el cambio como un proceso, sino como un producto final que debe existir una vez que se decreta. A partir de esta idea, la experta presenta algunas consideraciones y estrategias para que cualquier persona pueda concretar sus propósitos de año nuevo de una vez por todas.

1) Objetivos claros. Muchas veces se confunden intenciones con metas. Decir ‘voy a bajar de peso’ no es un objetivo, es en cierta medida un buen deseo, pero implica toda una serie de acciones como cambios en la alimentación, horarios para ejercicio, para cocinar de forma saludable, etc. Es importante considerar todo lo que hay en torno al propósito, porque no es sólo una acción aislada, sino que implica una serie de cambios y nuevos hábitos.

Objetivos claros / Cortesía | The full planner

2) Planeación a corto, mediano y largo plazo. Una vez establecidos los objetivos que se busquen en ese proceso de cambio, es obligatorio trazar una ruta de viaje precisa a seguir. Esos pasos deben articularse en el corto, mediano y largo plazo . Hay que comenzar con lo más sencillo -¿qué se puede hacer hoy mismo para encaminar ese propósito?- y escalarlo hasta sus alcances más amplios -¿cómo se ve una vida completa con ese cambio?- o, mejor aún, ¿qué otros cambios puede detonar eventualmente ese propósito?

Planeación a corto, mediano y largo plazo / Cortesía | The full planner

3) Medición constante. “Cuando se tira la toalla demasiado rápido en gran medida es porque no se están midiendo los resultados que ofrecen los cambios”, considera Ibarra.

Se debe entender que un proceso lleva su tiempo y planeación, por ende los resultados no siempre son inmediatos y pocas veces son visibles si no se lleva un seguimiento. La clave para concretar un propósito de año nuevo recae en poder recopilar y procesar la información que las acciones llevadas a cabo dejan. Los resultados negativos siguen siendo resultados y, por lo mismo, es necesario medirlos para poder afinar la estrategia y para reconocer con claridad los avances que se den.

4) Apoyo con las herramientas adecuadas. Ibarra dice que ninguna persona es un ejército. "No tiene por qué saber hacerlo todo. De tal modo, es importantísimo apoyar el proceso de cambio con herramientas adecuadas. Un planeador o agenda son ideales para gestionar los propósitos, medir los objetivos alcanzados y establecer nuevas metas. Así hay un apoyo tangible para concretar los propósitos".

Recalcular y recalibrar / Cortesía | The full planner

5) Recalcular y recalibrar. Todos los puntos anteriores llevan a un último y es que si se considera el cambio como un proceso, se debe aceptar que es necesario recalcular y recalibrar la estrategia cada vez que sea necesario. Con base en los datos que se han registrado, y con los objetivos claros en el horizonte, se pueden afinar los pasos sobre la marcha. Esto aumenta las garantías para terminar el año con metas concluidas para dar paso a nuevos propósitos.

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