Después de 70 años reinando en Reino Unido, Isabel II logró un índice de popularidad cercano al 90 por ciento entre la sociedad convirtiéndose en una de las figuras más importantes del mundo, pero no siempre logró mantener una imagen intachable.
Dentro de la Familia Real los escándalos siempre existieron, pero en el año 1992 en particular fue uno de los peores para la reina, pues diversos sucesos pusieron en peligro la imagen de la monarquía.
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En una reunión que conmemoraba los 40 años de reinado y frente a los periodistas que siguen la actualidad de la Casa Real británica, Isabel II confesó que 1992 sería recordado como un buen año.
“En palabras de uno de los periodistas más cercanos ha resultado ser un annus horribilis”.
Desde enero de ese año comenzó todo con el anuncio de que el príncipe Andrés y Sarah Ferguson se iban a divorciar y pese a que la reina intentó persuadirlo, la decisión estaba tomada.
Conocida entre la prensa como La Guerra de Gales, esta separación no fue nada discreta con la filtración de una fotografía de Ferguson con su amante, la cual obligó a la Familia Real a adelantar el anuncio del divorcio.
Poco después, las sospechas de que el matrimonio de Diana de Gales y el príncipe Carlos estaba en problemas fueron en aumento debido a que se les veía constantemente en eventos públicos uno sin el otro.
Diana viajó sola a India y visitó el Taj Mahal, el gran templo del amor, sin Carlos porque supuestamente estaba en un viaje de negocios, pero lo que encendió las sospechas fue la declaración de Diana ante la prensa.
La princesa dijo que la visita había sido muy curativa, por lo que los medios le preguntaron en qué sentido y ella respondió: “Averígüenlo ustedes mismos”.
Por su parte, Carlos entraba en los reflectores con sus infidelidades Camilla Parker Bowles, las cuales nunca se pudieron ocultar por más que se intentara. Con esto, comenzó el segundo divorcio en ese año.
Por si fuera poco, el 20 de noviembre de 1992 se celebraba el 45 aniversario de la reina y Felipe cuando el castillo de Windsor comenzó a incendiarse y las distintas habitaciones comenzaron a llenarse de fuego.
Con este suceso la popularidad de la reina volvió a subir, sin embargo no duró demasiado, ya que el gobierno anunció que pagarían por la restauración y los daños, algo que molestó a la opinión pública.
Por ello, el primer ministro John Major, anunció que la familia real comenzaría a pagar impuestos y que el gobierno solo asumiría los gastos de la reina madre y el príncipe Felipe. La familia tuvo que ingeniárselas para sufragar los gastos, así que decidieron abrir el palacio de Buckingham al público y a los recintos del castillo.
Los sucesos tuvieron a la reina todo un año en la tensión y a la mira de la sociedad que no la veía como la mejor soberana, por ello, Isabel no recordaba con gusto el año 1992.