En el curso de un siglo, los pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta Marto, pasaron de ser videntes incomprendidos de la Virgen a convertirse en santos de la Iglesia católica.
Hoy el papa Francisco elevará a estos niños al honor de los altares durante una misa de canonización que celebrará en la explanada del santuario ubicado en esa localidad del centro de Portugal. Ayer, el pontífice inició un fugaz viaje apostólico a Fátima para recordar los 100 años de las apariciones de la Virgen en el valle de Cova de Iria, a los hermanos Marto, de nueve y siete años, quienes estaban acompañados por su prima Lucía Dos Santos, de 10 años.
Hoy se cumplirá exactamente un siglo de la primera visión de la Virgen, el 13 de mayo de 1917. Las manifestaciones continuaron durante los siguientes seis meses, cada día 13 (salvo en una ocasión) y concluyeron con el famoso “milagro del sol”, en octubre. “(Los pastorcitos) son un ejemplo de santidad para todos nosotros, podemos darnos cuenta que para ser santos no necesitamos tener una edad de adultos, todos pueden ser santos, comenzando por los niños y ellos, con su vida, nos hicieron entender esto”, explicó Nuno Rosário Fernandes.
“El modo en cómo ellos acogieron el mensaje de la Virgen, cómo lo transmitieron con el ejemplo de su propia vida nos dicen que la santidad es para todos”, añadió el director del departamento de comunicación del Patriarcado de Lisboa.
Jacinta nació el 11 de marzo de 1910 y murió el 20 de febrero de 1920, su hermano Francisco nació el 11 de junio de 1908 y murió el 4 de abril de 1919. La tercera niña que asistió a las visiones fue su prima Lucía, nacida el 22 de marzo de 1907 y fallecida apenas en 2005.
Aquel 13 de mayo los pequeños habían ido a pastorear a sus ovejas cuando, sobre una encina, advirtieron la aparición de una mujer “más brillante que el sol”, con un manto de bordes dorados y un rosario en las manos, que les pidió que volvieran allí cada 30 días y a la misma hora, durante cinco meses consecutivos.
Tras una inicial incredulidad de los lugareños, la noticia sobre las apariciones se difundió rápidamente y para las siguientes manifestaciones se congregaron miles de personas. Además de las visiones, los niños recibieron tres mensajes que Lucía se encargó de transmitir al obispo local. Dos de ellos fueron publicados en 1942, pero el tercero se mantuvo en secreto durante décadas, hasta que fue revelado en el año 2000. Este tercer secreto despertó incontables especulaciones, especialmente por la decisión de sucesivos Papas de mantenerlo bajo estricta reserva. Al mismo tiempo, la advocación de la Virgen de Fátima se convirtió en una de las más seguidas de la catolicidad.
El proceso de canonización de los hermanos Jacinta y Francisco fue iniciado formalmente el 30 de abril de 1952. Fueron beatificados el 13 de mayo del año 2000 por el papa Juan Pablo II, durante una visita apostólica al santuario de Fátima.