/ viernes 11 de diciembre de 2020

Algarabía | Lo que Covid-19 cambió, una reflexión de Fernando Montes de Oca Sicilia

La pandemia nos ha obligado a hacer un alto en nuestra vida diaria y reflexionar sobre si todavía sabemos qué hacer con nuestro tiempo que no sea trabajar o tratar de ganar dinero

Ante la locura y el estupor que se ha desatado en el mundo, este virus nos hace experimentar que, en un momento, podemos convertirnos en los discriminados, los segregados, aquellos atrapados en la frontera, los que portan enfermedades, independientemente de nuestro color de piel, nuestro origen o nuestra situación económica.

El coronavirus nos obliga a detener nuestra ajetreada vida en la que todos corremos 14 horas al día, sin saber exactamente para qué, y reflexionar sobre si todavía sabemos qué hacer con nuestro tiempo que no sea trabajar o tratar de ganar dinero.

La nueva enfermedad nos obliga a reconstruir la familia, pues con el cierre de las escuelas es indispensable que los padres retomen el contacto con sus hijos cuando, en general, suelen dejar la crianza en las manos de otras personas.

En esta época en que las relaciones virtuales tienen un papel preponderante en la sociedad, el coronavirus nos impide la verdadera cercanía: que nadie se toque, sin besos, sin abrazos, a distancia, en el frío del no contacto. ¿Cuánto hemos dado por sentado estos gestos y su significado?

La única forma de salir es la reciprocidad, el sentido de pertenencia, la comunidad, el sentimiento de ser parte de algo más grande que nos cuida y que también nosotros debemos cuidar. La responsabilidad compartida, la sensación de que el destino depende no sólo del propio sino también del destino de todos los que nos rodean.

Hoy, las grandes empresas de internet enfrentan acusaciones por monopolio en los navegadores / Foto: Roberto Hernández /  Foto: Roberto Hernández


El trabajo desde casa se volverá lo normal. La pandemia ha dado como resultado lo que es, efectivamente, el mayor experimento de “home office” jamás conducido en la historia de la humanidad. Hemos visto el efecto en internet en términos de los patrones que se están subiendo. Las personas están buscando más fuentes sobre educación para niños; descubriendo caminos no convencionales para contactar con compañeros de trabajo, amigos y familia; y los empleadores están siendo más flexibles en cómo responden a las necesidades de sus empleados a través de tecnologías dinámicas basadas en la nube. Pensamos que todos estos cambios durarán mucho más allá de la caída de la pandemia.

Arthur Bowers

La migración digital se acelera. Ahora mismo, el virus parece como un acelerador para el cambio digital que ya venía sucediendo; la sorpresa ha sido ver como la resistencia a este cambio digital se ha evaporado. A lo que las empresas se resistieron durante una década, es ahora el corazón para sobrevivir e innovar. Es emocionante por que esta mentalidad digital persistirá, y es altamente improbable que las compañías y empresas traten de regresar a lo que les dio resultado antes de la pandemia.

Foto: Cortesía

La ciencia enfrenta algunos de nuestros viejos problemas. En estos tiempos donde la desinformación es especialmente arrolladora, y en muchas casos, peligrosa, es imperativo que aquellos que trabajan en la ciencia administren y sostengan parámetros de cómo la información es trasladada y compartida con el público en general. El Covid-19 es un llamado de atención a cómo la ciencia informa sus decisiones, forma o moldea políticas públicas y cómo puede salvar vidas. Es el antídoto a la actual epidemia de desinformación y puede ser tan importante para nuestro futuro como colectividad como una vacuna.

Educación. El cambio que estamos viviendo justo ahora en la educación, no es algo que realmente sea posible revertir cuando regresemos a la “normalidad”. A pesar de que los maestros siempre han estado comprometidos con el proceso educativo, tendrán que implementar nuevas maneras más flexibles y ágiles en lo que se refiere a cosas como la entrega de contenido, exámenes y el método de calificación. Se prevé que veremos un incremento en ambientes mixtos que incluyan el aprendizaje, tanto en presencia física en el salón de clases como en línea.

Una mujer utiliza su bicicleta alrededor del lago artificial Chitgar en Teherán, donde impulsan alternativas de transporte para combatir el tráfico / Foto: AFP

El transporte se repiensa y evoluciona. Mientras veamos la reapertura de las ciudades, las personas buscarán maneras más asequibles para permanecer socialmente distanciados pero siempre comunicados, incluyendo el cambio a opciones de transporte como: compartir viajes, bicis y patinetas. También habrá oportunidad para los gobiernos locales, así como para los emprendedores y los inversionistas, para considerar reformar nuestras ciudades en consideración a las personas y no a los automóviles.

La nueva mentalidad cambia los viejos modelos de negocio. Esta crisis forzará a los pequeños negocios, que históricamente dependían del tránsito de personas como su principal fuente de ingresos, a desarrollar fuentes alternativas de allegarse recursos; así podrán sortear un nuevo evento como el que vivimos ahora. Por ejemplo, muchos restaurantes tendrán que permanecer forzosamente unidos a las plataformas de servicio de entrega a domicilio o expandir su alcance geográfico por la vía de las cocinas comunitarias —ghostkitchens—, y cada vez mayor cantidad de negocios pequeños desarrollarán una presencia on lineque llegue mas allá de su vecindario.

Foto: Cuartoscuro

Turismo. Algunas predicciones sobre el turismo postcoronavirus insisten en la fascinación tecnológica que domina el sector hace tiempo: pasaportes biológicos, robotización de servicios, desinfecciones automatizadas, chequeos exprés. Otras van más por el retorno a lo cercano y los espacios naturales: autocaravanas, camping. Son distintos paisajes, pero el mismo apego al crecimiento y al movimiento constantes que caracterizan al turismo. Lo que parece evidente es que el turismo masivo va a parar: a la mayoría se nos acabó el viaje caprichoso y compulsivo.

Foto: Verónica González | El Sudcaliforniano

Más reparto de tareas en el hogar. En el medio plazo habrá un reparto más igualitario de las responsabilidades familiares. Esto reducirá los conflictos y aumentará la satisfacción con el proyecto de pareja. También ayudará a la solución de los problemas de conciliación y facilitará la carrera laboral de las madres, como lo demuestran numerosos estudios científicos. Los cambios contribuirán a una mayor satisfacción con el proyecto familiar, lo que paliará otros sinsabores que vendrán.Se reducirán los conflictos y aumentará la satisfacción con el proyecto de pareja. También ayudará a la solución de los problemas de conciliación y facilitará la carrera laboral de las madres.

Una pareja se besa en medio de la contingencia por el Covid-19 en el aeropuerto Arturo Merino Benitez de Santiago, Chile / REUTERS

Se busca pareja. El confinamiento también ha revelado otra línea divisoria: la que separa a las personas que viven solas de las que tienen a alguien importante con quien interactuar. De repente, estar soltero no era un estilo de vida, sino un decreto impuesto a las personas obligadas a vivir la falta de relaciones sexuales y calor humano. Seguramente, esta experiencia de aislamiento obligatorio y lo que ello entraña (el celibato forzoso) hará que aumente el número de personas que quieran establecer vínculos estables y con sentido. No sé si se producirá un aumento del número de nacimientos y de la tasa de matrimonios comparable al que el mundo (y especialmente Estados Unidos) vivió tras la II Guerra Mundial, pero cabe esperar que la pareja adquiera un nuevo significado añadido que antes no tenía: el de ser un refugio contra la angustia de la soledad radical del confinamiento en casa, una fuente estable de sexualidad, una garantía de la salud de la pareja y un remedio para un mundo que, de repente, puede volverse inmóvil.

Sexo. ‘Sextear’. Antes de tres años, la RAE incorporará el verbo al diccionario. Es el que mejor describe cómo vamos a hacerlo: nos bastará un celular para escribirnos. Para seducirnos con imágenes más o menos explícitas antes de olernos el perfume. Las apps de citas ya mejoran su tecnología para fomentarlo. Y en dos años seremos expertos en excitar sin que se nos identifique. La demanda de pornografía online no tiene pinta de que vaya a bajar; más bien al contrario. Y, según el último informe de uso y disfrute de la misma en nuestro país, preferimos vídeos caseros de compatriotas. Ahí hay un mercado, ojo. No parece que en la “nueva normalidad” vayamos a tener menos sexo. Sino que vamos a cambiarlo; a digitalizarlo. La conquista comenzarán con el primer mensaje. Y cuidado: las faltas de ortografía bajan la libido.

Humor. Como saben todos los tarotistas y astrólogos, para adivinar el futuro hay que combinar el pasado y el presente. Sabemos que en el pasado, periodos de pandemia y prohibiciones han desembocado en momentos de álgido y revolucionario humor. La peste negra nos dejó a Boccaccio, Los cuentos de Canterbury y a Rabelais. La mal llamada gripe española, combinada con la I Guerra Mundial, nos dejó el dadá, el surrealismo, la era del jazz y a los hermanos Marx. En el presente, los memes y su contagio se han convertido en un contravirus que ha unido en una sonrisa a multitudes de personas de todo el mundo. Cabe poca duda de que una vez terminada la emergencia, algunos herederos del humor enloquecido de Groucho, de Dadá y de Pantagruel y Gargantúa seguramente dominarán la escena.

Foto: pixabay.com

Vejez. En el plano social la pandemia nada va a cambiar; sólo va a aumentar el sufrimiento de un mayor número de personas. Los intereses políticos y económicos, ayudados por algoritmos, seguirán moviendo el mundo. Tal vez, pueda conseguirse que se comercie menos con los ancianos dependientes. De hecho, a ellos, lo único que puede mantenerlos con auténtica vida es el amor. En el plano individual, la pandemia sí ha cambiado conductas y valores en las personas que la han vivido en hospitales o asilos, o han contribuido de alguna manera al bien humano común. Algunas de ellas son la esperanza de las generaciones futuras.

Foto: Cuartoscuro

Comer Podría suceder que una cantidad importante de personas se sume a la tendencia más fuerte de estos años: el intento de comer “sostenible”. El problema es que la comida biorgánicafair-trade es más cara, y todo indica que seremos más pobres. ¿Qué debe cambiar para que podamos cambiar nuestras comidas? Esa es la cuestión: encontrar el modo de que cuidar planeta y dietas y conciencias no sea otro privilegio de los ricos. Armar sistemas de producción y comercio menos globalizados, acelerados, exagerados; sistemas centrados en las necesidades del comedor y no del vendedor. O sea: cambiar las comidas para que mucho cambie y, si mucho cambia, cambiarán las comidas.

Foto: Federico Xolocotzi | El Sol de México

Densidad. Una cuestión problemática para la densidad es el transporte. La ventaja del transporte público consiste en reunir de manera eficiente a un gran número de viajeros, pero esta no es una forma sana de densificación. Por esta razón, los planificadores de París y Bogotá están estudiando las denominadas “ciudades de 15 minutos”, en las que la población puede desplazarse a pie o en bicicleta a los nodos densos del núcleo urbano en vez de viajar por medios mecánicos a los centros densos. Hacerlas realidad, sin embargo, exigirá una revolución económica, especialmente en las ciudades en desarrollo en las que las fábricas están situadas lejos de los barrios y los asentamientos irregulares en los que viven los trabajadores.

Muchas personas tuvieron que esperar para poder entrar y realizar sus compras en las tiendas, que por el momento, no tienen disponibles los probadores. Foto. Daniel Galeana | El Sol de México


Moda. Parece tristemente claro que un montón de actores en el negocio de la moda no sobrevivirán: muchos grandes almacenes, diseñadores y boutiques cerrarán. No se creé que tras esta crisis imponga un modelo ni más sostenible, ni más responsable. El efecto nocivo de la comida rápida lo ves en tu cuerpo, pero el consumidor de fastfashion no ve las consecuencias de este modelo terriblemente contaminante e insostenible. También el lujo seguirá siendo un mercado fuerte y esto ayudará a que los artesanos puedan sobrevivir. Mientras, las pasarelas, los desfiles y las semanas de la moda quedarán drásticamente recortadas con mucho menos público en vivo y más presencia en la web. Lo que no se perderá en la moda será la variedad. Las tribus y la infinidad de estilos que lucimos no desparecerán.

Foto: Issac Chacez/El Sol de Mazatlán

Periodismo. El modelo económico para el periodismo, ya de por sí frágil, se ha visto todavía más golpeado por la desaparición de la publicidad de sus ediciones en papel y web y la caída de ventas de las ediciones impresas. Este virus ha acelerado el cambio inexorable a las ediciones digitales. No hay vuelta atrás, la enfermedad ha acercado el día en el que las rotativas de los diarios quedarán en silencio. Emergerán nuevos modelos económicos como consecuencia de este reconocimiento de lo que el periodismo, en su mejor versión, es capaz de hacer. Pero nos espera un camino doloroso.

Foto: Cuartoscuro

Plataformas. Mastodontes digitales como Google, Amazon, Facebook o Netflix, que ya dominaban el mercado, están viviendo un grandioso momento de triunfo comercial. Estas gigantescas plataformas tecnológicas son las triunfadoras absolutas, en términos económicos, de este momento trágico de la historia. Esto confirma que, en el capitalismo, después de la era del carbón y del acero, la del ferrocarril y la electricidad, y la del petróleo, llega la hora de los datos, la nueva materia prima dominante en la era postpandémica. Bienvenidos al capitalismo digital.

Eduardo Torres | Diario del Sur

Migración. En tan tenebroso contexto, lo más previsible es que, cuando pase la pandemia, varios Estados, fragilizados, arruinados, endeudados, conozcan fuertes sacudidas sociales… Ahí también podría haber baños de sangre… También es probable que asistamos, en ciertas regiones, a una desesperada estampida de emigración salvaje hacia el Norte… Cuyos países estarán, en ese preciso momento, lidiando ellos mismos con las dolorosas consecuencias de la peor crisis de su historia. Inútil decir que los nuevos emigrantes, convertidos en chivos expiatorios, no serán bien recibidos… Alimentarán la xenofobia y los odios de los grupos de extrema derecha en ascenso tanto en Europa como en Estados Unidos… La historia advierte que los desastres incentivan los chauvinismos y los racismos…

Este es el sexto reparto de comida organizado por la asociación Caravana de Solidaridad desde que estalló la crisis sanitaria, y cada vez acude más gente. Foto: AFP

Antiglobalización. Las presiones antiglobalizadoras van a ser muy fuertes después de la pandemia. En muchas capitales se cuestiona el principio de una economía basada en las importaciones. Diversos sectores industriales serán sin duda repatriados, relocalizados. Regresa también la idea de planificar. Ya no escandaliza el recurso a cierta dosis de proteccionismo. El cierre generalizado de fronteras y el repliegue nacional, en nombre de la protección contra la covid-19, están reforzando las tendencias unilaterales y nacionalistas.

Foto: AFP

China. Convertida en la “fábrica del mundo”, este país es hoy la única superpotencia capaz de hacer contrapeso, en el tablero mundial, a Estados Unidos. Junto con la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, Pekín sigue siendo uno de los mayores defensores de la globalización. Sobretodo desde su adhesión, en 2001, a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las autoridades chinas estiman que la antimundialización no resolverá nada y que el proteccionismo es un callejón sin salida porque, en definitiva, nadie puede exportar y todos quedan bloqueados.

El gigante asiático está haciendo enormes inversiones en tecnologías como la robotización y la inteligencia artificial, que determinarán la estructura de las futuras cadenas de valor. Ahora bien, los Gobiernos intentarán acercar una parte mayor de la producción a sus territorios y encontrar proveedores alternativos. Es de prever que las cadenas de valor de las industrias más avanzadas tecnológicamente terminen desacoplándose casi por completo. Este proceso ya estaba en marcha antes de la crisis. A medio plazo, las cadenas mundiales de valor serán menos mundiales y el mundo posiblemente más inestable.

Foto: EFE


ONU. El mundo va a necesitar voces autorizadas, con carisma y fuerza simbólica, que muestren el buen camino colectivo para iniciar una etapa nueva, como se hizo después de la Segunda Guerra mundial. La ONU deberá reformarse y dar entrada, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, a nuevas naciones como India, Nigeria, Egipto, Brasil y México, más representativas de la realidad del mundo contemporáneo.

Foto: David Casas | El Sol de México

A pedalear. Una de las muchas esferas de la vida cotidiana que se verán afectadas por la pandemia será la forma en que nos movemos. Distintos efectos van a confluir en el tiempo, como la supresión de viajes —incremento del teletrabajo, mayor número de personas desempleadas o reducción de actividades de ocio— o el menor uso del transporte colectivo y la evitación de lugares públicos por el temor a compartir el espacio con otros. Por su flexibilidad, el autobús debe ganar protagonismo y reservarse masivamente espacio de una vez por todas para este modo de transporte, disminuyéndose así tiempos de viaje y ocupación. Debe también favorecerse la transferencia modal hacia la caminata y los desplazamientos en bicicleta de viajes de corto y medio recorrido en automóvil.

Foto: Roberto Hernández

Nutrición. La malnutrición (incluida la obesidad) está asociada a un mayor riesgo de morir de covid-19. A su vez, el virus amenaza los sistemas alimentarios y sanitarios y aumenta el riesgo de hambre de millones de personas. Como siempre, los que más van a sufrir son los que tienen menos capacidad de hacerle frente; es decir, los más pobres y vulnerables. Nos encontramos ante un momento crítico de la historia en el que podemos convertir la adversidad en una ventaja y construir un mundo mejor. Para ello tenemos que transformar los sistemas alimentarios mundiales y nacionales y poner la salud de las personas y del planeta por delante del beneficio a corto plazo.

En Ginebra, una de las ciudades más caras del mundo, miles de personas hacían fila para conseguir comida gratis, en una muestra del impacto de la pandemia de Covid-19. Foto: AFP

Pandemias. ¿Habrá más pandemias? Sabemos que esta no es la última y creemos que no será la más peligrosa. El tráfico de animales, los viajes rápidos de larga distancia, la masificación de las ciudades, el cambio climático o la invasión de ambientes antes despoblados —donde existen patógenos desconocidos— facilitan la expansión de agentes infecciosos.En la lucha contra futuras pandemias, será esencial la agilidad en la toma de decisiones. Se ha de contemplar la combinación de métodos clásicos —detección precoz, aislamiento y cuarentena— con inteligencia artificial que permita rastrear los movimientos de las personas. Pero por mucha sofisticación tecnológica que consigamos, siempre se necesitarán personas cualificadas en epidemiología, que pongan inteligencia y corazón en su misión.

Traumas. A medio plazo, un porcentaje de la población desarrollará cuadros clínicos más complicados, como el trastorno de estrés postraumático, que puede causar mucho sufrimiento. La pandemia aumentará el número de personas que sufran este trastorno, que no afectará a todos por igual. Los más expuestos al hecho traumático, quienes tengan patologías previas y un nivel socioeconómico bajo serán los más afectados. Por eso, para afrontar el impacto psicológico de esta crisis es indispensable que identifiquemos a los más vulnerables y les demos los apoyos necesarios. Y es imprescindible que la intervención psicológica de los profesionales se incorpore a la red de salud pública.

Medicina. Los sistemas sanitarios deberían organizarse en torno a la medicina genómica: los pacientes con patologías complejas no quieren deambular por cinco o seis especialistas, sino tener equipos multidisciplinares que puedan resolver sus problemas. La organización decimonónica de servicios de especialidades con sus estructuras está condenada al fracaso en una medicina orientada al paciente, al diagnóstico genómico y al big data.

Uno de los hospitales temporales de Madrid muestra su capacidad de recepción de enfermos del coronavirus. En España se registraron casi 900 muertes en un día / AFP

Telemedicina. En lugar de consultas en persona, la telemedicina conecta a través de videoconferencias, consultas electrónicas y comunicaciones virtuales a pacientes con quienes dispensan atención médica. Para extender esta práctica es necesario insistir sobre problemas conocidos, como la mejora en la alfabetización digital de poblaciones desfavorecidas por edad o económicamente. También sería deseable vencer la resistencia al cambio en algunos médicos y pacientes. A la vez, resulta imprescindible tener más medios, como conexión wifi en los centros de atención primaria y hospitales o teléfonos móviles para el trabajo de los profesionales. También sería necesario relajar algunas disposiciones, cuando tanto médicos como enfermos se acrediten de forma segura.

Tanto en México como en Estados Unidos temen que una oleada de cruces durante el feriado del 4 de julio puedan propagar el coronavirus. Foto: Jorge Galindo | La Voz de la Frontera

Proteccionismo. Es posible que el mundo posterior a la pandemia sea más proteccionista y que algunas cadenas de suministro se retiren de China como consecuencia de la sensación de que es necesario ser autosuficientes. Esta sensación podría desembocar en un proteccionismo con posibles efectos perjudiciales para la economía mundial y los países individuales. Por otra parte, también podría adoptar una forma más benigna si, en vez de optar por la autosuficiencia en la producción de determinados bienes esenciales, los países decidiesen que, desde el punto de vista de la defensa nacional, son necesarios algunos cambios en las cadenas de suministro. En ese caso, la tendencia al proteccionismo sería menos acentuada y se podría limitar el daño al comercio mundial.

Foto: Alejandro Aguilar

Deuda. No sabemos cómo acabará la crisis del coronavirus, pero lo que sí sabemos es que seremos más pobres. También sabemos que vamos a cargar con deudas heredadas. Cómo vamos a gestionar esas deudas es una pregunta que determinará nuestras posibilidades políticas y económicas cuando pase la crisis. Si hacemos las cosas como después de 2008, las deudas de la covid-19 serán un lastre para la vida pública. En época de incertidumbre, los inversores privados querrán tener deuda soberana porque es un activo seguro. Si, por la razón que sea, los inversores no la quieren y a consecuencia de ello su precio baja y los diferenciales suben, no se debería permitir que ello actúe como veto. Hay un comprador de último recurso: el banco central. Como quedó demostrado en 2008 y una vez más en 2020, los bancos centrales tienen la capacidad de estabilizar incluso emisiones enormes de deuda pública. Esto implica monetizar la deuda. Pero la inflación es otro fantasma de la década de 1970 que tenemos que dejar atrás. Con ello liberaremos a la política democrática de sus grilletes financieros.

Foto: AFP

Consumismo. No es fácil encontrarle un lado bueno al virus. Pero su irrupción brutal puede que sea el principio de un debate sobre la economía de lo necesario, lo esencial, lo vital. ¿Necesitamos uñas artificiales, peluquerías caninas, fútbol profesional? ¿A quién le hacen falta relojes que valen tanto como un coche, coches que pesan tanto como un tanque, tanques que reprimen protestas y destruyen vidas? ¿Qué productos aseguran la supervivencia individual, qué bienes garantizan el bienestar colectivo, qué servicios son esenciales a la reproducción social?

Streaming. En pocos días, el paradigma Netflix demostró su potencia para llenar el mundo entero del ocio: cada usuario controla el tiempo y la duración del consumo; hay una renovación constante de contenidos; se oferta una preselección de las opciones por recomendación; y hay una adaptación al formato de breves e intensas unidades que pueden ordenarse. Paradójicamente, a pesar de lo interesante que puedan ser los contenidos en oferta, su disponibilidad incesante los hace redundantes y triviales. Esa corriente continua de recomendaciones nos priva del hallazgo fortuito que amplía nuestros horizontes de interés.

El Vive Latino fue el último festival que se realizó en el país antes de que el gobierno federal decretara el inicio del distanciamiento social / Foto: Alejandro Aguilar

Música. Al día siguiente de declararse el confinamiento agentes y programadores se pusieron manos a la obra haciendo verdadera maroma y teatro —el desastre alcanza a todos— para aplazar la programación un par de meses. Según el virus ha ido esparciendo su desgracia, se ha hecho patente que las aglomeraciones de alegres multitudes danzantes van a tardar en regresar, y que tal vez estamos ante una nueva mutación de la industria musical.

Luego de casi cuatro meses cerrados, los antros abrieron sus puertas / El Sol de Morelia

Bares y Antros. El ocio nocturno debe su misma existencia a la sociabilidad inherente a todos nosotros. ¿Pero cómo será después de este confinamiento? Los encuentros virtuales para beber con aire festivo que se dan estos días solamente cobran sentido porque nos recuerdan la vida que teníamos. Seguramente, quedaremos más en casas de amigos, pero eso ya formaba parte de nuestros hábitos. En este ejercicio de adivinación, hay quien cree que los bares se transformarán en algo parecido a esos karaokes con salitas individuales que limitan el ridículo y el contacto con extraños: tristes cubículos de ocio, sin posibilidad de conocer gente de modo espontáneo. Todos y cada uno de esos escenarios se le antojan a uno como esa cafetería desolada que pintó Edward Hopper.

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Arte. Cuando el planeta se haya recuperado de la pandemia y de la debacle económica por este confinamiento, el arte experimentará una completa recuperación. Los museos y las galerías de arte regresarán más fuertes que nunca. Las subastas e incluso las principales ferias de arte volverán plenamente revigorizadas. ¿Por qué? En primer lugar, porque, al contrario de lo que ocurre con películas y libros, el arte no puede ser pasado al formato digital sin que pierda su esencia. El Arte con mayúsculas no trata solo de la vista y los ojos; es una experiencia física que te sacude por dentro. El arte posee diversas escalas, monumental y en miniatura. Posee texturas tan finas como el lino o tan ásperas como la de una roca cortada. El Arte honra nuestros cuerpos y, da igual cuán artificialmente inteligente sea el futuro, el cuerpo humano está aquí para quedarse.



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Ante la locura y el estupor que se ha desatado en el mundo, este virus nos hace experimentar que, en un momento, podemos convertirnos en los discriminados, los segregados, aquellos atrapados en la frontera, los que portan enfermedades, independientemente de nuestro color de piel, nuestro origen o nuestra situación económica.

El coronavirus nos obliga a detener nuestra ajetreada vida en la que todos corremos 14 horas al día, sin saber exactamente para qué, y reflexionar sobre si todavía sabemos qué hacer con nuestro tiempo que no sea trabajar o tratar de ganar dinero.

La nueva enfermedad nos obliga a reconstruir la familia, pues con el cierre de las escuelas es indispensable que los padres retomen el contacto con sus hijos cuando, en general, suelen dejar la crianza en las manos de otras personas.

En esta época en que las relaciones virtuales tienen un papel preponderante en la sociedad, el coronavirus nos impide la verdadera cercanía: que nadie se toque, sin besos, sin abrazos, a distancia, en el frío del no contacto. ¿Cuánto hemos dado por sentado estos gestos y su significado?

La única forma de salir es la reciprocidad, el sentido de pertenencia, la comunidad, el sentimiento de ser parte de algo más grande que nos cuida y que también nosotros debemos cuidar. La responsabilidad compartida, la sensación de que el destino depende no sólo del propio sino también del destino de todos los que nos rodean.

Hoy, las grandes empresas de internet enfrentan acusaciones por monopolio en los navegadores / Foto: Roberto Hernández /  Foto: Roberto Hernández


El trabajo desde casa se volverá lo normal. La pandemia ha dado como resultado lo que es, efectivamente, el mayor experimento de “home office” jamás conducido en la historia de la humanidad. Hemos visto el efecto en internet en términos de los patrones que se están subiendo. Las personas están buscando más fuentes sobre educación para niños; descubriendo caminos no convencionales para contactar con compañeros de trabajo, amigos y familia; y los empleadores están siendo más flexibles en cómo responden a las necesidades de sus empleados a través de tecnologías dinámicas basadas en la nube. Pensamos que todos estos cambios durarán mucho más allá de la caída de la pandemia.

Arthur Bowers

La migración digital se acelera. Ahora mismo, el virus parece como un acelerador para el cambio digital que ya venía sucediendo; la sorpresa ha sido ver como la resistencia a este cambio digital se ha evaporado. A lo que las empresas se resistieron durante una década, es ahora el corazón para sobrevivir e innovar. Es emocionante por que esta mentalidad digital persistirá, y es altamente improbable que las compañías y empresas traten de regresar a lo que les dio resultado antes de la pandemia.

Foto: Cortesía

La ciencia enfrenta algunos de nuestros viejos problemas. En estos tiempos donde la desinformación es especialmente arrolladora, y en muchas casos, peligrosa, es imperativo que aquellos que trabajan en la ciencia administren y sostengan parámetros de cómo la información es trasladada y compartida con el público en general. El Covid-19 es un llamado de atención a cómo la ciencia informa sus decisiones, forma o moldea políticas públicas y cómo puede salvar vidas. Es el antídoto a la actual epidemia de desinformación y puede ser tan importante para nuestro futuro como colectividad como una vacuna.

Educación. El cambio que estamos viviendo justo ahora en la educación, no es algo que realmente sea posible revertir cuando regresemos a la “normalidad”. A pesar de que los maestros siempre han estado comprometidos con el proceso educativo, tendrán que implementar nuevas maneras más flexibles y ágiles en lo que se refiere a cosas como la entrega de contenido, exámenes y el método de calificación. Se prevé que veremos un incremento en ambientes mixtos que incluyan el aprendizaje, tanto en presencia física en el salón de clases como en línea.

Una mujer utiliza su bicicleta alrededor del lago artificial Chitgar en Teherán, donde impulsan alternativas de transporte para combatir el tráfico / Foto: AFP

El transporte se repiensa y evoluciona. Mientras veamos la reapertura de las ciudades, las personas buscarán maneras más asequibles para permanecer socialmente distanciados pero siempre comunicados, incluyendo el cambio a opciones de transporte como: compartir viajes, bicis y patinetas. También habrá oportunidad para los gobiernos locales, así como para los emprendedores y los inversionistas, para considerar reformar nuestras ciudades en consideración a las personas y no a los automóviles.

La nueva mentalidad cambia los viejos modelos de negocio. Esta crisis forzará a los pequeños negocios, que históricamente dependían del tránsito de personas como su principal fuente de ingresos, a desarrollar fuentes alternativas de allegarse recursos; así podrán sortear un nuevo evento como el que vivimos ahora. Por ejemplo, muchos restaurantes tendrán que permanecer forzosamente unidos a las plataformas de servicio de entrega a domicilio o expandir su alcance geográfico por la vía de las cocinas comunitarias —ghostkitchens—, y cada vez mayor cantidad de negocios pequeños desarrollarán una presencia on lineque llegue mas allá de su vecindario.

Foto: Cuartoscuro

Turismo. Algunas predicciones sobre el turismo postcoronavirus insisten en la fascinación tecnológica que domina el sector hace tiempo: pasaportes biológicos, robotización de servicios, desinfecciones automatizadas, chequeos exprés. Otras van más por el retorno a lo cercano y los espacios naturales: autocaravanas, camping. Son distintos paisajes, pero el mismo apego al crecimiento y al movimiento constantes que caracterizan al turismo. Lo que parece evidente es que el turismo masivo va a parar: a la mayoría se nos acabó el viaje caprichoso y compulsivo.

Foto: Verónica González | El Sudcaliforniano

Más reparto de tareas en el hogar. En el medio plazo habrá un reparto más igualitario de las responsabilidades familiares. Esto reducirá los conflictos y aumentará la satisfacción con el proyecto de pareja. También ayudará a la solución de los problemas de conciliación y facilitará la carrera laboral de las madres, como lo demuestran numerosos estudios científicos. Los cambios contribuirán a una mayor satisfacción con el proyecto familiar, lo que paliará otros sinsabores que vendrán.Se reducirán los conflictos y aumentará la satisfacción con el proyecto de pareja. También ayudará a la solución de los problemas de conciliación y facilitará la carrera laboral de las madres.

Una pareja se besa en medio de la contingencia por el Covid-19 en el aeropuerto Arturo Merino Benitez de Santiago, Chile / REUTERS

Se busca pareja. El confinamiento también ha revelado otra línea divisoria: la que separa a las personas que viven solas de las que tienen a alguien importante con quien interactuar. De repente, estar soltero no era un estilo de vida, sino un decreto impuesto a las personas obligadas a vivir la falta de relaciones sexuales y calor humano. Seguramente, esta experiencia de aislamiento obligatorio y lo que ello entraña (el celibato forzoso) hará que aumente el número de personas que quieran establecer vínculos estables y con sentido. No sé si se producirá un aumento del número de nacimientos y de la tasa de matrimonios comparable al que el mundo (y especialmente Estados Unidos) vivió tras la II Guerra Mundial, pero cabe esperar que la pareja adquiera un nuevo significado añadido que antes no tenía: el de ser un refugio contra la angustia de la soledad radical del confinamiento en casa, una fuente estable de sexualidad, una garantía de la salud de la pareja y un remedio para un mundo que, de repente, puede volverse inmóvil.

Sexo. ‘Sextear’. Antes de tres años, la RAE incorporará el verbo al diccionario. Es el que mejor describe cómo vamos a hacerlo: nos bastará un celular para escribirnos. Para seducirnos con imágenes más o menos explícitas antes de olernos el perfume. Las apps de citas ya mejoran su tecnología para fomentarlo. Y en dos años seremos expertos en excitar sin que se nos identifique. La demanda de pornografía online no tiene pinta de que vaya a bajar; más bien al contrario. Y, según el último informe de uso y disfrute de la misma en nuestro país, preferimos vídeos caseros de compatriotas. Ahí hay un mercado, ojo. No parece que en la “nueva normalidad” vayamos a tener menos sexo. Sino que vamos a cambiarlo; a digitalizarlo. La conquista comenzarán con el primer mensaje. Y cuidado: las faltas de ortografía bajan la libido.

Humor. Como saben todos los tarotistas y astrólogos, para adivinar el futuro hay que combinar el pasado y el presente. Sabemos que en el pasado, periodos de pandemia y prohibiciones han desembocado en momentos de álgido y revolucionario humor. La peste negra nos dejó a Boccaccio, Los cuentos de Canterbury y a Rabelais. La mal llamada gripe española, combinada con la I Guerra Mundial, nos dejó el dadá, el surrealismo, la era del jazz y a los hermanos Marx. En el presente, los memes y su contagio se han convertido en un contravirus que ha unido en una sonrisa a multitudes de personas de todo el mundo. Cabe poca duda de que una vez terminada la emergencia, algunos herederos del humor enloquecido de Groucho, de Dadá y de Pantagruel y Gargantúa seguramente dominarán la escena.

Foto: pixabay.com

Vejez. En el plano social la pandemia nada va a cambiar; sólo va a aumentar el sufrimiento de un mayor número de personas. Los intereses políticos y económicos, ayudados por algoritmos, seguirán moviendo el mundo. Tal vez, pueda conseguirse que se comercie menos con los ancianos dependientes. De hecho, a ellos, lo único que puede mantenerlos con auténtica vida es el amor. En el plano individual, la pandemia sí ha cambiado conductas y valores en las personas que la han vivido en hospitales o asilos, o han contribuido de alguna manera al bien humano común. Algunas de ellas son la esperanza de las generaciones futuras.

Foto: Cuartoscuro

Comer Podría suceder que una cantidad importante de personas se sume a la tendencia más fuerte de estos años: el intento de comer “sostenible”. El problema es que la comida biorgánicafair-trade es más cara, y todo indica que seremos más pobres. ¿Qué debe cambiar para que podamos cambiar nuestras comidas? Esa es la cuestión: encontrar el modo de que cuidar planeta y dietas y conciencias no sea otro privilegio de los ricos. Armar sistemas de producción y comercio menos globalizados, acelerados, exagerados; sistemas centrados en las necesidades del comedor y no del vendedor. O sea: cambiar las comidas para que mucho cambie y, si mucho cambia, cambiarán las comidas.

Foto: Federico Xolocotzi | El Sol de México

Densidad. Una cuestión problemática para la densidad es el transporte. La ventaja del transporte público consiste en reunir de manera eficiente a un gran número de viajeros, pero esta no es una forma sana de densificación. Por esta razón, los planificadores de París y Bogotá están estudiando las denominadas “ciudades de 15 minutos”, en las que la población puede desplazarse a pie o en bicicleta a los nodos densos del núcleo urbano en vez de viajar por medios mecánicos a los centros densos. Hacerlas realidad, sin embargo, exigirá una revolución económica, especialmente en las ciudades en desarrollo en las que las fábricas están situadas lejos de los barrios y los asentamientos irregulares en los que viven los trabajadores.

Muchas personas tuvieron que esperar para poder entrar y realizar sus compras en las tiendas, que por el momento, no tienen disponibles los probadores. Foto. Daniel Galeana | El Sol de México


Moda. Parece tristemente claro que un montón de actores en el negocio de la moda no sobrevivirán: muchos grandes almacenes, diseñadores y boutiques cerrarán. No se creé que tras esta crisis imponga un modelo ni más sostenible, ni más responsable. El efecto nocivo de la comida rápida lo ves en tu cuerpo, pero el consumidor de fastfashion no ve las consecuencias de este modelo terriblemente contaminante e insostenible. También el lujo seguirá siendo un mercado fuerte y esto ayudará a que los artesanos puedan sobrevivir. Mientras, las pasarelas, los desfiles y las semanas de la moda quedarán drásticamente recortadas con mucho menos público en vivo y más presencia en la web. Lo que no se perderá en la moda será la variedad. Las tribus y la infinidad de estilos que lucimos no desparecerán.

Foto: Issac Chacez/El Sol de Mazatlán

Periodismo. El modelo económico para el periodismo, ya de por sí frágil, se ha visto todavía más golpeado por la desaparición de la publicidad de sus ediciones en papel y web y la caída de ventas de las ediciones impresas. Este virus ha acelerado el cambio inexorable a las ediciones digitales. No hay vuelta atrás, la enfermedad ha acercado el día en el que las rotativas de los diarios quedarán en silencio. Emergerán nuevos modelos económicos como consecuencia de este reconocimiento de lo que el periodismo, en su mejor versión, es capaz de hacer. Pero nos espera un camino doloroso.

Foto: Cuartoscuro

Plataformas. Mastodontes digitales como Google, Amazon, Facebook o Netflix, que ya dominaban el mercado, están viviendo un grandioso momento de triunfo comercial. Estas gigantescas plataformas tecnológicas son las triunfadoras absolutas, en términos económicos, de este momento trágico de la historia. Esto confirma que, en el capitalismo, después de la era del carbón y del acero, la del ferrocarril y la electricidad, y la del petróleo, llega la hora de los datos, la nueva materia prima dominante en la era postpandémica. Bienvenidos al capitalismo digital.

Eduardo Torres | Diario del Sur

Migración. En tan tenebroso contexto, lo más previsible es que, cuando pase la pandemia, varios Estados, fragilizados, arruinados, endeudados, conozcan fuertes sacudidas sociales… Ahí también podría haber baños de sangre… También es probable que asistamos, en ciertas regiones, a una desesperada estampida de emigración salvaje hacia el Norte… Cuyos países estarán, en ese preciso momento, lidiando ellos mismos con las dolorosas consecuencias de la peor crisis de su historia. Inútil decir que los nuevos emigrantes, convertidos en chivos expiatorios, no serán bien recibidos… Alimentarán la xenofobia y los odios de los grupos de extrema derecha en ascenso tanto en Europa como en Estados Unidos… La historia advierte que los desastres incentivan los chauvinismos y los racismos…

Este es el sexto reparto de comida organizado por la asociación Caravana de Solidaridad desde que estalló la crisis sanitaria, y cada vez acude más gente. Foto: AFP

Antiglobalización. Las presiones antiglobalizadoras van a ser muy fuertes después de la pandemia. En muchas capitales se cuestiona el principio de una economía basada en las importaciones. Diversos sectores industriales serán sin duda repatriados, relocalizados. Regresa también la idea de planificar. Ya no escandaliza el recurso a cierta dosis de proteccionismo. El cierre generalizado de fronteras y el repliegue nacional, en nombre de la protección contra la covid-19, están reforzando las tendencias unilaterales y nacionalistas.

Foto: AFP

China. Convertida en la “fábrica del mundo”, este país es hoy la única superpotencia capaz de hacer contrapeso, en el tablero mundial, a Estados Unidos. Junto con la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, Pekín sigue siendo uno de los mayores defensores de la globalización. Sobretodo desde su adhesión, en 2001, a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las autoridades chinas estiman que la antimundialización no resolverá nada y que el proteccionismo es un callejón sin salida porque, en definitiva, nadie puede exportar y todos quedan bloqueados.

El gigante asiático está haciendo enormes inversiones en tecnologías como la robotización y la inteligencia artificial, que determinarán la estructura de las futuras cadenas de valor. Ahora bien, los Gobiernos intentarán acercar una parte mayor de la producción a sus territorios y encontrar proveedores alternativos. Es de prever que las cadenas de valor de las industrias más avanzadas tecnológicamente terminen desacoplándose casi por completo. Este proceso ya estaba en marcha antes de la crisis. A medio plazo, las cadenas mundiales de valor serán menos mundiales y el mundo posiblemente más inestable.

Foto: EFE


ONU. El mundo va a necesitar voces autorizadas, con carisma y fuerza simbólica, que muestren el buen camino colectivo para iniciar una etapa nueva, como se hizo después de la Segunda Guerra mundial. La ONU deberá reformarse y dar entrada, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, a nuevas naciones como India, Nigeria, Egipto, Brasil y México, más representativas de la realidad del mundo contemporáneo.

Foto: David Casas | El Sol de México

A pedalear. Una de las muchas esferas de la vida cotidiana que se verán afectadas por la pandemia será la forma en que nos movemos. Distintos efectos van a confluir en el tiempo, como la supresión de viajes —incremento del teletrabajo, mayor número de personas desempleadas o reducción de actividades de ocio— o el menor uso del transporte colectivo y la evitación de lugares públicos por el temor a compartir el espacio con otros. Por su flexibilidad, el autobús debe ganar protagonismo y reservarse masivamente espacio de una vez por todas para este modo de transporte, disminuyéndose así tiempos de viaje y ocupación. Debe también favorecerse la transferencia modal hacia la caminata y los desplazamientos en bicicleta de viajes de corto y medio recorrido en automóvil.

Foto: Roberto Hernández

Nutrición. La malnutrición (incluida la obesidad) está asociada a un mayor riesgo de morir de covid-19. A su vez, el virus amenaza los sistemas alimentarios y sanitarios y aumenta el riesgo de hambre de millones de personas. Como siempre, los que más van a sufrir son los que tienen menos capacidad de hacerle frente; es decir, los más pobres y vulnerables. Nos encontramos ante un momento crítico de la historia en el que podemos convertir la adversidad en una ventaja y construir un mundo mejor. Para ello tenemos que transformar los sistemas alimentarios mundiales y nacionales y poner la salud de las personas y del planeta por delante del beneficio a corto plazo.

En Ginebra, una de las ciudades más caras del mundo, miles de personas hacían fila para conseguir comida gratis, en una muestra del impacto de la pandemia de Covid-19. Foto: AFP

Pandemias. ¿Habrá más pandemias? Sabemos que esta no es la última y creemos que no será la más peligrosa. El tráfico de animales, los viajes rápidos de larga distancia, la masificación de las ciudades, el cambio climático o la invasión de ambientes antes despoblados —donde existen patógenos desconocidos— facilitan la expansión de agentes infecciosos.En la lucha contra futuras pandemias, será esencial la agilidad en la toma de decisiones. Se ha de contemplar la combinación de métodos clásicos —detección precoz, aislamiento y cuarentena— con inteligencia artificial que permita rastrear los movimientos de las personas. Pero por mucha sofisticación tecnológica que consigamos, siempre se necesitarán personas cualificadas en epidemiología, que pongan inteligencia y corazón en su misión.

Traumas. A medio plazo, un porcentaje de la población desarrollará cuadros clínicos más complicados, como el trastorno de estrés postraumático, que puede causar mucho sufrimiento. La pandemia aumentará el número de personas que sufran este trastorno, que no afectará a todos por igual. Los más expuestos al hecho traumático, quienes tengan patologías previas y un nivel socioeconómico bajo serán los más afectados. Por eso, para afrontar el impacto psicológico de esta crisis es indispensable que identifiquemos a los más vulnerables y les demos los apoyos necesarios. Y es imprescindible que la intervención psicológica de los profesionales se incorpore a la red de salud pública.

Medicina. Los sistemas sanitarios deberían organizarse en torno a la medicina genómica: los pacientes con patologías complejas no quieren deambular por cinco o seis especialistas, sino tener equipos multidisciplinares que puedan resolver sus problemas. La organización decimonónica de servicios de especialidades con sus estructuras está condenada al fracaso en una medicina orientada al paciente, al diagnóstico genómico y al big data.

Uno de los hospitales temporales de Madrid muestra su capacidad de recepción de enfermos del coronavirus. En España se registraron casi 900 muertes en un día / AFP

Telemedicina. En lugar de consultas en persona, la telemedicina conecta a través de videoconferencias, consultas electrónicas y comunicaciones virtuales a pacientes con quienes dispensan atención médica. Para extender esta práctica es necesario insistir sobre problemas conocidos, como la mejora en la alfabetización digital de poblaciones desfavorecidas por edad o económicamente. También sería deseable vencer la resistencia al cambio en algunos médicos y pacientes. A la vez, resulta imprescindible tener más medios, como conexión wifi en los centros de atención primaria y hospitales o teléfonos móviles para el trabajo de los profesionales. También sería necesario relajar algunas disposiciones, cuando tanto médicos como enfermos se acrediten de forma segura.

Tanto en México como en Estados Unidos temen que una oleada de cruces durante el feriado del 4 de julio puedan propagar el coronavirus. Foto: Jorge Galindo | La Voz de la Frontera

Proteccionismo. Es posible que el mundo posterior a la pandemia sea más proteccionista y que algunas cadenas de suministro se retiren de China como consecuencia de la sensación de que es necesario ser autosuficientes. Esta sensación podría desembocar en un proteccionismo con posibles efectos perjudiciales para la economía mundial y los países individuales. Por otra parte, también podría adoptar una forma más benigna si, en vez de optar por la autosuficiencia en la producción de determinados bienes esenciales, los países decidiesen que, desde el punto de vista de la defensa nacional, son necesarios algunos cambios en las cadenas de suministro. En ese caso, la tendencia al proteccionismo sería menos acentuada y se podría limitar el daño al comercio mundial.

Foto: Alejandro Aguilar

Deuda. No sabemos cómo acabará la crisis del coronavirus, pero lo que sí sabemos es que seremos más pobres. También sabemos que vamos a cargar con deudas heredadas. Cómo vamos a gestionar esas deudas es una pregunta que determinará nuestras posibilidades políticas y económicas cuando pase la crisis. Si hacemos las cosas como después de 2008, las deudas de la covid-19 serán un lastre para la vida pública. En época de incertidumbre, los inversores privados querrán tener deuda soberana porque es un activo seguro. Si, por la razón que sea, los inversores no la quieren y a consecuencia de ello su precio baja y los diferenciales suben, no se debería permitir que ello actúe como veto. Hay un comprador de último recurso: el banco central. Como quedó demostrado en 2008 y una vez más en 2020, los bancos centrales tienen la capacidad de estabilizar incluso emisiones enormes de deuda pública. Esto implica monetizar la deuda. Pero la inflación es otro fantasma de la década de 1970 que tenemos que dejar atrás. Con ello liberaremos a la política democrática de sus grilletes financieros.

Foto: AFP

Consumismo. No es fácil encontrarle un lado bueno al virus. Pero su irrupción brutal puede que sea el principio de un debate sobre la economía de lo necesario, lo esencial, lo vital. ¿Necesitamos uñas artificiales, peluquerías caninas, fútbol profesional? ¿A quién le hacen falta relojes que valen tanto como un coche, coches que pesan tanto como un tanque, tanques que reprimen protestas y destruyen vidas? ¿Qué productos aseguran la supervivencia individual, qué bienes garantizan el bienestar colectivo, qué servicios son esenciales a la reproducción social?

Streaming. En pocos días, el paradigma Netflix demostró su potencia para llenar el mundo entero del ocio: cada usuario controla el tiempo y la duración del consumo; hay una renovación constante de contenidos; se oferta una preselección de las opciones por recomendación; y hay una adaptación al formato de breves e intensas unidades que pueden ordenarse. Paradójicamente, a pesar de lo interesante que puedan ser los contenidos en oferta, su disponibilidad incesante los hace redundantes y triviales. Esa corriente continua de recomendaciones nos priva del hallazgo fortuito que amplía nuestros horizontes de interés.

El Vive Latino fue el último festival que se realizó en el país antes de que el gobierno federal decretara el inicio del distanciamiento social / Foto: Alejandro Aguilar

Música. Al día siguiente de declararse el confinamiento agentes y programadores se pusieron manos a la obra haciendo verdadera maroma y teatro —el desastre alcanza a todos— para aplazar la programación un par de meses. Según el virus ha ido esparciendo su desgracia, se ha hecho patente que las aglomeraciones de alegres multitudes danzantes van a tardar en regresar, y que tal vez estamos ante una nueva mutación de la industria musical.

Luego de casi cuatro meses cerrados, los antros abrieron sus puertas / El Sol de Morelia

Bares y Antros. El ocio nocturno debe su misma existencia a la sociabilidad inherente a todos nosotros. ¿Pero cómo será después de este confinamiento? Los encuentros virtuales para beber con aire festivo que se dan estos días solamente cobran sentido porque nos recuerdan la vida que teníamos. Seguramente, quedaremos más en casas de amigos, pero eso ya formaba parte de nuestros hábitos. En este ejercicio de adivinación, hay quien cree que los bares se transformarán en algo parecido a esos karaokes con salitas individuales que limitan el ridículo y el contacto con extraños: tristes cubículos de ocio, sin posibilidad de conocer gente de modo espontáneo. Todos y cada uno de esos escenarios se le antojan a uno como esa cafetería desolada que pintó Edward Hopper.

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Arte. Cuando el planeta se haya recuperado de la pandemia y de la debacle económica por este confinamiento, el arte experimentará una completa recuperación. Los museos y las galerías de arte regresarán más fuertes que nunca. Las subastas e incluso las principales ferias de arte volverán plenamente revigorizadas. ¿Por qué? En primer lugar, porque, al contrario de lo que ocurre con películas y libros, el arte no puede ser pasado al formato digital sin que pierda su esencia. El Arte con mayúsculas no trata solo de la vista y los ojos; es una experiencia física que te sacude por dentro. El arte posee diversas escalas, monumental y en miniatura. Posee texturas tan finas como el lino o tan ásperas como la de una roca cortada. El Arte honra nuestros cuerpos y, da igual cuán artificialmente inteligente sea el futuro, el cuerpo humano está aquí para quedarse.



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