/ jueves 8 de diciembre de 2016

Anguiano llegó a decir que, si existe la felicidad fue a mi lado: Brigita Liepins

Brigita Liepins, viuda del muralista Raúl Anguiano (1915-2006), abre las puertas de su casa de Coyoacán en la Ciudad de México, al tiempo que extiende un rebozo de seda que lleva sobre los hombros y donde se encuentran plasmados los grabados del artista mexicano.

A casi 11 años de la partida del jalisciense, la esposa -originaria de Letonia- se acomoda en una de las tres salas de descanso para confesar que extraña al amor de su vida y las aventuras que con él vivía.

“La vida se fue muy rápido, nunca tuvo ningún momento aburrido, tuvimos una vida muy agitada, siempre empacando, pero siempre con alegría”, platica para Notimex, a unos días de exponer parte de la obra del maestro en la Galería Mard’s, en la Ciudad de México.

La mujer de 81 años describe a Raúl Anguiano como celoso, cariñoso, exigente e inteligente “tenía una memoria increíble, sabía cuatro idiomas, incluso una vez encontré más de 20 libros en su cabecera de diferentes países que iban desde política hasta poesía”.

La pareja se conoció en la ciudad de Guadalajara, cuando él tenía 52 años y ella 32, sin embargo, Brigita ya se había enamorado dos años antes de su obra sin saber que era del maestro mexicano.

“Mi teoría es que, para cualquier relación, para cualquier cosa, primero se necesita que exista una química mental porque esa dura toda la vida, ve tengo 50 años y sigo luchando para Anguiano” confiesa mientras sostiene su prenda de seda que la diseñadora Cristina Pineda hizo para ella. La mujer de ojos claros y cabellera rubia se levanta de la silla y se dirige al estudio del pintor, un espacio con gran cantidad de trabajos, entre ellos, señala con alegría la pintura de Tajín, el nombre del perro que vivió con ellos. “Fue el bebé que nunca tuvimos Anguiano y yo. Era un Xoloescuincle, tenía que ser mexicano. El maestro no aceptaba invitaciones si no iba Tajín, incluso después de la muerte de mi marido, Tajín caminaba por los mismos lugares que frecuentaba Anguiano con la esperanza de encontrarlo”, expresa.

Con un par de lágrimas recuerda que Raúl Anguiano enfermó en California, Estados Unidos, y aunque pensó que solo se trataba de una gripa se agravó al grado de llevarlo a un hospital y después regresar a la Ciudad de México donde murió el 13 de enero de 2016.

No todos los deseos del artista se cumplieron, falta un museo nacional con los trabajos de la segunda generación de muralistas en México y que la obra que donó a Palacio Nacional salga de las bodegas, comenta Brigita.

“La única recompensa que tengo después de 40 años juntos es que Anguiano llegó a decir que si existe felicidad fue a mi lado y si un hombre lo puede decir después de 40 años creo que valió la pena”.

Aunque el trabajo de Anguiano es conocido por sus murales, retratos y grabados, posee piezas de cerámica, obra taurina, desnudos y mujeres indígenas, de lo cual una parte será exhibida en Galería Mard’s en la colonia Juárez, este 8 de diciembre.

“Son cerca de 30 piezas, algunas ya conocidas, otras no tanto que estarán en esta exhibición llamada ´Pequeño homenaje para un gran maestro: Raúl Anguiano, hasta el mes de enero”.

Brigita Liepins, viuda del muralista Raúl Anguiano (1915-2006), abre las puertas de su casa de Coyoacán en la Ciudad de México, al tiempo que extiende un rebozo de seda que lleva sobre los hombros y donde se encuentran plasmados los grabados del artista mexicano.

A casi 11 años de la partida del jalisciense, la esposa -originaria de Letonia- se acomoda en una de las tres salas de descanso para confesar que extraña al amor de su vida y las aventuras que con él vivía.

“La vida se fue muy rápido, nunca tuvo ningún momento aburrido, tuvimos una vida muy agitada, siempre empacando, pero siempre con alegría”, platica para Notimex, a unos días de exponer parte de la obra del maestro en la Galería Mard’s, en la Ciudad de México.

La mujer de 81 años describe a Raúl Anguiano como celoso, cariñoso, exigente e inteligente “tenía una memoria increíble, sabía cuatro idiomas, incluso una vez encontré más de 20 libros en su cabecera de diferentes países que iban desde política hasta poesía”.

La pareja se conoció en la ciudad de Guadalajara, cuando él tenía 52 años y ella 32, sin embargo, Brigita ya se había enamorado dos años antes de su obra sin saber que era del maestro mexicano.

“Mi teoría es que, para cualquier relación, para cualquier cosa, primero se necesita que exista una química mental porque esa dura toda la vida, ve tengo 50 años y sigo luchando para Anguiano” confiesa mientras sostiene su prenda de seda que la diseñadora Cristina Pineda hizo para ella. La mujer de ojos claros y cabellera rubia se levanta de la silla y se dirige al estudio del pintor, un espacio con gran cantidad de trabajos, entre ellos, señala con alegría la pintura de Tajín, el nombre del perro que vivió con ellos. “Fue el bebé que nunca tuvimos Anguiano y yo. Era un Xoloescuincle, tenía que ser mexicano. El maestro no aceptaba invitaciones si no iba Tajín, incluso después de la muerte de mi marido, Tajín caminaba por los mismos lugares que frecuentaba Anguiano con la esperanza de encontrarlo”, expresa.

Con un par de lágrimas recuerda que Raúl Anguiano enfermó en California, Estados Unidos, y aunque pensó que solo se trataba de una gripa se agravó al grado de llevarlo a un hospital y después regresar a la Ciudad de México donde murió el 13 de enero de 2016.

No todos los deseos del artista se cumplieron, falta un museo nacional con los trabajos de la segunda generación de muralistas en México y que la obra que donó a Palacio Nacional salga de las bodegas, comenta Brigita.

“La única recompensa que tengo después de 40 años juntos es que Anguiano llegó a decir que si existe felicidad fue a mi lado y si un hombre lo puede decir después de 40 años creo que valió la pena”.

Aunque el trabajo de Anguiano es conocido por sus murales, retratos y grabados, posee piezas de cerámica, obra taurina, desnudos y mujeres indígenas, de lo cual una parte será exhibida en Galería Mard’s en la colonia Juárez, este 8 de diciembre.

“Son cerca de 30 piezas, algunas ya conocidas, otras no tanto que estarán en esta exhibición llamada ´Pequeño homenaje para un gran maestro: Raúl Anguiano, hasta el mes de enero”.

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