Entre las muchas grandes obras que conforman la historia del arte, elegimos ocho para la celebración de la Semana Santa, una por cada día de la semana, que comienza hoy domingo de Ramos y concluye el próximo domingo 21, de Resurrección.
Más allá de la exaltación devocional propia de la imaginería barroca que cada Semana Santa inunda, paso a paso, las calles de las ciudades y pueblos, la historia del Arte está plagada de grandes obras maestras que narran los últimos días de la vida de Jesús -Pasión, Muerte y Resurrección- desde un carácter más conceptual y evangélico, incluso pedagógico, reflejo de la institucionalidad de la Iglesia Católica en todos los ·ámbitos de poder, especialmente entre los siglos XII y XVIII.
LA ÚLTIMA CENA
A pesar de ser una de las pinturas murales más famosas del mundo, La última cena (1498) que Leonardo Da Vinci pintó para el refectorio del monasterio de Santa María delle Grazie de Milán (Italia), ha llegado en muy mal estado de conservación. Y es que Leonardo, en su afán de innovar, no utilizó como era habitual la técnica al fresco, sino una mezcla de temple y óleo, además de una sustancia a base de aceite y barniz, elementos que sobre una pared pobre de yeso provocaron muy pronto su deterioro.
Tampoco eligió, como era costumbre en la época, el momento clave de la institución de la eucaristía, sino que representa a Jesús en el momento que dijo a sus discípulos: En verdad os digo que uno de vosotros me traicionar, una revelación que sorprendió a los apóstoles.
Éstos, distribuidos en cuatro grupos de tres, interactúan entre sí con gestos y movimientos, que dan ritmo y vida a la escena, dentro de un conjunto en donde todo converge en la figura central y serena de Jesús. La pintura muestra de izquierda a derecha: Bartolomé, Santiago menor, Andrés, Judas, Pedro, Juan, Cristo, Tomás, Santiago mayor, Felipe, Mateo, Tadeo y Simón.