/ viernes 29 de noviembre de 2024

En Japón hay una relación entre las escorts lesbianas y el autocuidado

En ese país existen agencias de trabajadoras sexuales que brindan su servicio a otras mujeres, siempre orgullosas de su contribución a la salud de sus clientas

En la sociedad japonesa, la prostitución suele considerarse un mal necesario, mientras que la sexualidad femenina es vista a través de la estrecha lente del romance heterosexual y la maternidad.

Pero el “Rezu fūzoku”, que significa algo así como “entretenimiento sexual lésbico” pone en jaque esas visiones. En ese país, existen varias agencias donde las trabajadoras sexuales brindan sexo a sus clientas, lo cual es completamente legal.

Para una investigación que desarrollé sobre este tema, entrevisté a un hombre llamado Obō, quien es el fundador de Lesbian Girls Club, una agencia con sucursales en Osaka y Tokio que ofrece trabajadoras sexuales a sus clientas.

Obō comenzó su carrera como desarrollador web, pero pronto se agotó y se desilusionó.

“Quería empezar mi propio negocio y, como estaba creando sitios web para varias tiendas de entretenimiento para adultos, decidí probar algo similar. Pronto se hizo evidente que, si bien el mercado estaba inundado de servicios para hombres, casi no había ninguno para mujeres”.

Así que Obō abrió Lesbian Girls Club en 2007, una agencia que organiza encuentros entre trabajadoras sexuales y clientas en hoteles, en lugar de en un burdel. Desde entonces, se ha convertido en una institución en ese país.

Una clientela diversa

El “rezu fūzoku” ganó mayor atención cuando la artista de manga Nagata Kabi utilizó la agencia de Obō y luego narró su experiencia en su obra Mi experiencia lésbica con la soledad.

El galardonado manga, que también se publicó en Estados Unidos y Europa, presentó el servicio a muchas mujeres japonesas que no lo conocían hasta entonces.

A pesar del término “rezu” (lesbiana) en el nombre, la agencia de Obō da la bienvenida a mujeres de todas las orientaciones sexuales.

“Algunas de nuestras clientas son lesbianas”, dijo el emprendedor. “Pero muchas son heterosexuales, también casadas. La mayoría tienen entre 26 y 35 años, aunque también tenemos clientas de 60 y 70 años”.

“Mientras trabajaba para tiendas de entretenimiento para adultos, me di cuenta de que casi no había opciones para las mujeres”

- Obō. Fundador de la agencia Lesbian Girls Club

A muchas japonesas todavía les resulta difícil explorar su sexualidad y expresar sus deseos, incluso con sus parejas. Esto a menudo conduce a experiencias sexuales insatisfactorias, que pueden allanar el camino para relaciones sin sexo, algo que es cada vez más común en Japón y una situación que muchas usuarias de los servicios de “rezu fūzoku” compartieron conmigo.

Como explicó Yuriko, una clienta heterosexual de 35 años de “rezu fūzoku”: “¡Por primera vez disfruté realmente del sexo! Esto me dio la oportunidad de probar cosas nuevas y sentirme bien”.

El sexo es bienestar

En mis entrevistas, el término “iyashi” aparecía a menudo. Significa “curación” y se refiere a actividades o servicios que brindan alivio del estrés diario y los sentimientos negativos. Así como las clases de yoga o los masajes se consideran formas de iyashi, el sexo, especialmente el sexo comercial, también se considera de esta manera en Japón.

“Los hombres no entienden a las mujeres ni a sus cuerpos”, dijo Yuriko. “Pero la sexualidad es una parte fundamental de la vida, e ignorarla solo conduce a la frustración y la insatisfacción. El sexo es iyashi”.

El uso de esta palabra muestra cómo la prostitución en Japón no siempre se considera algo de lo que avergonzarse, sino que también puede verse como una forma de autocuidado.

Una sesión de 90 minutos con una trabajadora sexual profesional para mujeres se suele llamar “curso de bienestar”, lo cual vincula al sexo con el bienestar físico y psicológico

Por ejemplo, la práctica de enviar a una trabajadora sexual a un hotel donde se encuentra con el cliente se llama en japonés “deriheru”, o salud a domicilio, lo que enfatiza la conexión con el reino iyashi. Además, una sesión de 90 minutos con una trabajadora sexual profesional para mujeres se suele llamar “curso de bienestar”, que vincula el sexo con el bienestar físico y psicológico.

Las propias trabajadoras sexuales también destacan la conexión entre su ocupación y las prácticas de iyashi, refiriéndose a sí mismas a menudo como “terapeutas” o “cast” y restando importancia a los aspectos sexuales de su trabajo, destacando en cambio los relacionados con el bienestar. Conscientes del impacto positivo que sus servicios tienen en las mujeres, muchas de ellas expresaron orgullo por su trabajo durante nuestras entrevistas.

“Es gratificante”, me dijo Moe, que lleva seis años en la industria. “Cuando una clienta me dice que estaba pasando por un momento muy difícil pero que ahora siente que puede esforzarse un poco más porque nos conocimos, me siento feliz de haber elegido este trabajo”.

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A pesar del estigma generalizado contra las trabajadoras sexuales en la sociedad japonesa, el estatus legal de los servicios de rezu fūzoku ofrece a las empleadas una mayor protección y garantiza condiciones de trabajo claras.

Y como muestra de cómo ha crecido la industria, solo Tokio alberga actualmente más de 10 agencias de “rezu fūzoku”, según mi investigación.

* La autora es académica de la Università di Bologna. Traducción de El Sol de México.

En la sociedad japonesa, la prostitución suele considerarse un mal necesario, mientras que la sexualidad femenina es vista a través de la estrecha lente del romance heterosexual y la maternidad.

Pero el “Rezu fūzoku”, que significa algo así como “entretenimiento sexual lésbico” pone en jaque esas visiones. En ese país, existen varias agencias donde las trabajadoras sexuales brindan sexo a sus clientas, lo cual es completamente legal.

Para una investigación que desarrollé sobre este tema, entrevisté a un hombre llamado Obō, quien es el fundador de Lesbian Girls Club, una agencia con sucursales en Osaka y Tokio que ofrece trabajadoras sexuales a sus clientas.

Obō comenzó su carrera como desarrollador web, pero pronto se agotó y se desilusionó.

“Quería empezar mi propio negocio y, como estaba creando sitios web para varias tiendas de entretenimiento para adultos, decidí probar algo similar. Pronto se hizo evidente que, si bien el mercado estaba inundado de servicios para hombres, casi no había ninguno para mujeres”.

Así que Obō abrió Lesbian Girls Club en 2007, una agencia que organiza encuentros entre trabajadoras sexuales y clientas en hoteles, en lugar de en un burdel. Desde entonces, se ha convertido en una institución en ese país.

Una clientela diversa

El “rezu fūzoku” ganó mayor atención cuando la artista de manga Nagata Kabi utilizó la agencia de Obō y luego narró su experiencia en su obra Mi experiencia lésbica con la soledad.

El galardonado manga, que también se publicó en Estados Unidos y Europa, presentó el servicio a muchas mujeres japonesas que no lo conocían hasta entonces.

A pesar del término “rezu” (lesbiana) en el nombre, la agencia de Obō da la bienvenida a mujeres de todas las orientaciones sexuales.

“Algunas de nuestras clientas son lesbianas”, dijo el emprendedor. “Pero muchas son heterosexuales, también casadas. La mayoría tienen entre 26 y 35 años, aunque también tenemos clientas de 60 y 70 años”.

“Mientras trabajaba para tiendas de entretenimiento para adultos, me di cuenta de que casi no había opciones para las mujeres”

- Obō. Fundador de la agencia Lesbian Girls Club

A muchas japonesas todavía les resulta difícil explorar su sexualidad y expresar sus deseos, incluso con sus parejas. Esto a menudo conduce a experiencias sexuales insatisfactorias, que pueden allanar el camino para relaciones sin sexo, algo que es cada vez más común en Japón y una situación que muchas usuarias de los servicios de “rezu fūzoku” compartieron conmigo.

Como explicó Yuriko, una clienta heterosexual de 35 años de “rezu fūzoku”: “¡Por primera vez disfruté realmente del sexo! Esto me dio la oportunidad de probar cosas nuevas y sentirme bien”.

El sexo es bienestar

En mis entrevistas, el término “iyashi” aparecía a menudo. Significa “curación” y se refiere a actividades o servicios que brindan alivio del estrés diario y los sentimientos negativos. Así como las clases de yoga o los masajes se consideran formas de iyashi, el sexo, especialmente el sexo comercial, también se considera de esta manera en Japón.

“Los hombres no entienden a las mujeres ni a sus cuerpos”, dijo Yuriko. “Pero la sexualidad es una parte fundamental de la vida, e ignorarla solo conduce a la frustración y la insatisfacción. El sexo es iyashi”.

El uso de esta palabra muestra cómo la prostitución en Japón no siempre se considera algo de lo que avergonzarse, sino que también puede verse como una forma de autocuidado.

Una sesión de 90 minutos con una trabajadora sexual profesional para mujeres se suele llamar “curso de bienestar”, lo cual vincula al sexo con el bienestar físico y psicológico

Por ejemplo, la práctica de enviar a una trabajadora sexual a un hotel donde se encuentra con el cliente se llama en japonés “deriheru”, o salud a domicilio, lo que enfatiza la conexión con el reino iyashi. Además, una sesión de 90 minutos con una trabajadora sexual profesional para mujeres se suele llamar “curso de bienestar”, que vincula el sexo con el bienestar físico y psicológico.

Las propias trabajadoras sexuales también destacan la conexión entre su ocupación y las prácticas de iyashi, refiriéndose a sí mismas a menudo como “terapeutas” o “cast” y restando importancia a los aspectos sexuales de su trabajo, destacando en cambio los relacionados con el bienestar. Conscientes del impacto positivo que sus servicios tienen en las mujeres, muchas de ellas expresaron orgullo por su trabajo durante nuestras entrevistas.

“Es gratificante”, me dijo Moe, que lleva seis años en la industria. “Cuando una clienta me dice que estaba pasando por un momento muy difícil pero que ahora siente que puede esforzarse un poco más porque nos conocimos, me siento feliz de haber elegido este trabajo”.

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A pesar del estigma generalizado contra las trabajadoras sexuales en la sociedad japonesa, el estatus legal de los servicios de rezu fūzoku ofrece a las empleadas una mayor protección y garantiza condiciones de trabajo claras.

Y como muestra de cómo ha crecido la industria, solo Tokio alberga actualmente más de 10 agencias de “rezu fūzoku”, según mi investigación.

* La autora es académica de la Università di Bologna. Traducción de El Sol de México.

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