El esplendor y la grandeza del mundo árabe sigue sorprendiendo a occidente. Ahora el bastión fue el Auditorio Nacional que recibió a La Orquesta y Coro Nacional Saudita, en compañía de La Orquesta Escuela Carlos Chávez, para presentar el espectáculo Marvels of Saudi Music.
Se trató de una noche llena de sincretismo, tradición y poesía, que permitió conocer las más importantes artes escénicas de distintas regiones del Reino de Arabia Saudita, el cual fue presenciado por funcionarios de los gobiernos mexicano y saudí, así como miles de curiosos, amantes del mundo árabe y miembros de la comunidad islámica en nuestro país.
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ARTES Y TRADICIONES
Bajo la batuta del director de interpretación saudí Reab Ahmad, la Orquesta y el Coro nacional Saudita ―que curiosamente omite entre sus filas metales y varios vientos, a excepción de mizmar y nay― dio una rica muestra del repertorio clásico de canciones y poemas árabes.
En varias ocasiones la voz de algún integrante del coro sobresalía de entre todo el empuje de la orquesta y otras algún instrumento de cuerdas como el laúd árabe o el quanun, realizaban interesantes solos, que distaban en su complejidad de los ritmos occidentales. Todos ellos acompañados de panderetas, darboukas y violines, que sonaban en una afinación diferente, bastante más suave.
Entre las representaciones escénicas, destacaron el Arte de Jubaiti, que es muy común en fiestas importantes y bodas; el Yanbu, que en sus movimientos musicales y dancísticos traen a la mente imágenes relacionadas con la vida costera en Arabia Saudita; o el Samaritano, que es uno de los más famosos en Arabia Saudita, que opone a grupos a enfrentarse con movimientos clásicos de la danza árabe, así como de gran destreza, entre ellos una muestra de virtuosismo al hacer malabares con espadas.
La Orquesta antes de terminar el que sería el primer bloque interpretó, ganándose el corazón del publico nacional, una versión árabe de la muy conocida composición de maestro Quirino Mendoza y Cortés, “Cielito Lindo”, con el cual todo el recinto se cimbró ante el coro: “Ay, ay, ay, ay, ay;/ Canto y no llores/ porqué cantando se alegran/ cielito lindo/ los corazones.
COMUNIDAD ISLÁMICA PRESENTE
De entre el gran número de invitados y asistentes, saltaban al ojo varios con hijabs, chadors, abays, así como los inconfundibles sombreros Kufi, que delataban la orgullosa presencia de integrantes de la comunidad musulmán e islámica. Una de ellas era Sara, una mujer mexicana, conversa al islam desde hace ocho años, que asistió en compañía de su hijo. Ella aseguro que el poder ver este concierto le ha dado la oportunidad de comprender mejor aún su religión, según dijo en entrevista con El Sol de México.
También en entrevista con este periódico, el embajador de Malasia ―país que tiene como religión oficial el Islam―, Muzafar Shah Mustafa, quien asistió acompañado de su familia, mencionó que ver este concierto “ha sido una buena oportunidad para mostrar una imagen positiva de los países islámicos, especialmente de Arabia del Sur; logrando así contribuir a contrarrestar la mala percepción que se llegó a tener de nuestros países. Nosotros no somos realmente diferentes a las demás comunidades del mundo, por lo que queremos formar parte de la comunidad global”.
ENTRE MARIACHI, BOLERO Y DANZÓN
El concierto también dio la oportunidad de escuchar la voz prodigiosa de la cantante de ópera Rimaz Oq, quien entre sus canciones interpretó el muy coreado bolero de Consuelito Velázquez, “Bésame mucho”; mientras que el Mariachi del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, llamó bastante la atención por su versión no orquestal deL clásico “Huapango”, del jalisciense José Pablo Moncayo.
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En su momento, La Orquesta Escuela Carlos Chávez, bajo la dirección de Roberto Rentería, emocionó a varios con su excelente interpretación del muy conocido Danzón No.2, del compositor Arturo Márquez Navarro, quien estuvo presente para ver de primera mano su obra ejecutada por jóvenes músicos mexicanos.
SINCRETISMO MUSICAL
El concierto terminó con la participación de ambas agrupaciones musicales, quienes presentaron un extraordinario popurrí de canciones saudís, ahora bajo la dirección de Gevorg Sargsyan, director artístico del Orquesta y Coro Nacional Saudita.
El concierto, que terminó con las luces encendidas de todo el recinto, también sirvió para que el ministro de Cultura del Reino de Arabia Saudita ―quien llevaba entres sus prendas un bishtk, túnica negra símbolo de gran honorabilidad―, el príncipe Badr bin Abdullah, reconociera el trabajo del embajador Hussein Mohammad Abdulfatah por sus labores en nuestro país
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