Bella, reluciente, y con un mensaje de esperanza y paz que percibimos al mirarla y venerarla, así es como se encuentra nuestra morenita, la Virgen de Guadalupe, reina de México y emperatriz de América y de las islas Filipinas, advocación de la Virgen de la que, hoy celebramos sus apariciones a San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac en 1531.
Su culto, es uno de los más arraigados en nuestro país, que nos da identidad como mexicanos. En Zacatecas la conmemoración a este hallazgo histórico se festeja desde 1676 todos los 12 de diciembre en el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, también conocido como El Convento, en la cabecera municipal de Guadalupe.
La estampa de la Virgen es similar en todos los recintos religiosos, pero la particularidad de la que se encuentra en El Convento, resulta ser majestuosa, porque a la guadalupana se le agregó un anillo de oro que la convierte en una imagen única en el mundo.
La pintura de la guadalupana llega a Zacatecas
La historia nos remonta a 1650, cuando se construyó la Capilla a la Virgen del Carmen, en el sitio donde hoy es el Convento Franciscano. En aquel tiempo se llamaba “Huerta de Melgar” pues el propietario del terreno era Don Diego de Melgar, su esposa, Jerónima de Castilla, donó la ermita para su construcción entre 1674 y 1677.
Fray Antonio Margil de Jesús llegó a la Nueva España proveniente de Valencia, España en 1683 y, con 23 frailes fundó en Querétaro -el 13 de agosto de 1683- el primer Colegio Apostólico de Misioneros que venían a evangelizar; luego fundaron uno más en Guatemala en 1701.
Fue hasta el día 27 de enero de 1704 cuando el rey de España, Felipe V expidió la cédula real que se logró el permiso del Papa, la concesión del ministro general de los franciscanos. Además del permiso del ministro de los franciscanos de América, para la fundación de un Colegio Apostólico en Zacatecas.
Lee la nota completa en El Sol de Zacatecas