/ sábado 26 de noviembre de 2016

El nuevo arte sonoro de México y Alemania

El nuevo arte sonoro de México y Alemania se dio cita desde ayer en Berlín en una exposición que presenta la obra de 12 artistas, resultado de un proyecto de residencia e intercambio de tres años entre ambos países.

Los artistas participantes en la muestra, que lleva por título “entre límites / zwischen grenzen -berlin” y se presenta en el marco del año dual México-Alemania, representan distintas generaciones con valoraciones muy personales del arte sonoro y la exposición permite reunir por primera vez reunir las dos escenas artísticas.

Las 12 artistas no solo reflejan la enorme diversidad de este género, sino que desarrollan en sus obras perspectivas que van más allá de los límites de las manifestaciones artísticas

La exposición, que ya se pudo ver entre finales de agosto y finales de octubre en Ciudad de México, se inauguró ayer en la capital alemana con las “performance” e instalaciones de dos artistas mexicanos.

La obra “Swallow”, de Arturo Hernández Alcázar (1978), “tiene que ver con la emergencia de los discursos populistas y de ultraderecha, la reemergencia, en este caso en Europa, aunque es un fenómeno que pasa en todo el mundo”, explicó el artista a Efe.

La performance comienza con unos trabajadores que hacen una mezcla de cemento y la aventan “en un gesto bastante violento” en un caja abierta de madera con megáfonos que reproducen grabaciones de manifestaciones de ultraderecha, noticiarios y discursos, entre otros audios, “hasta anegar el sonido de estas voces, de alguna manera, acallarlas”. En la segunda performance -”Frei von jedem Schaden” (“Libre de todo daño”)-, Guillermo Santamarina (1957) reproduce primero decenas de discos de vinilo que posteriormente serán lanzados contra una pared cubierta de yeso, en la que quedarán enganchados o bien acabarán destrozados, en una obra a la vez símbolo de la destrucción de la música y un acto creativo-performativo de liberación.

Otras instalaciones, como “La síntesis de espacios”, de Manuel Rocha (1963), crean entornos propios e inmersivos. En su obra, traslada a Berlín una obra hecha para la antigua iglesia barroca y exconvento de Santa Teresa, en el centro de Ciudad de México, según explicó a Efe.

Algunas de las instalaciones sonoras presentadas en la muestra abarcan la relación entre sonidos y objetos.

El nuevo arte sonoro de México y Alemania se dio cita desde ayer en Berlín en una exposición que presenta la obra de 12 artistas, resultado de un proyecto de residencia e intercambio de tres años entre ambos países.

Los artistas participantes en la muestra, que lleva por título “entre límites / zwischen grenzen -berlin” y se presenta en el marco del año dual México-Alemania, representan distintas generaciones con valoraciones muy personales del arte sonoro y la exposición permite reunir por primera vez reunir las dos escenas artísticas.

Las 12 artistas no solo reflejan la enorme diversidad de este género, sino que desarrollan en sus obras perspectivas que van más allá de los límites de las manifestaciones artísticas

La exposición, que ya se pudo ver entre finales de agosto y finales de octubre en Ciudad de México, se inauguró ayer en la capital alemana con las “performance” e instalaciones de dos artistas mexicanos.

La obra “Swallow”, de Arturo Hernández Alcázar (1978), “tiene que ver con la emergencia de los discursos populistas y de ultraderecha, la reemergencia, en este caso en Europa, aunque es un fenómeno que pasa en todo el mundo”, explicó el artista a Efe.

La performance comienza con unos trabajadores que hacen una mezcla de cemento y la aventan “en un gesto bastante violento” en un caja abierta de madera con megáfonos que reproducen grabaciones de manifestaciones de ultraderecha, noticiarios y discursos, entre otros audios, “hasta anegar el sonido de estas voces, de alguna manera, acallarlas”. En la segunda performance -”Frei von jedem Schaden” (“Libre de todo daño”)-, Guillermo Santamarina (1957) reproduce primero decenas de discos de vinilo que posteriormente serán lanzados contra una pared cubierta de yeso, en la que quedarán enganchados o bien acabarán destrozados, en una obra a la vez símbolo de la destrucción de la música y un acto creativo-performativo de liberación.

Otras instalaciones, como “La síntesis de espacios”, de Manuel Rocha (1963), crean entornos propios e inmersivos. En su obra, traslada a Berlín una obra hecha para la antigua iglesia barroca y exconvento de Santa Teresa, en el centro de Ciudad de México, según explicó a Efe.

Algunas de las instalaciones sonoras presentadas en la muestra abarcan la relación entre sonidos y objetos.

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